Economía

La amenaza de EEUU a la pyme: freno a su rentabilidad, pedidos y empleos

Madrid icon-related

Detrás de la estadística que revela que más de 30.000 pymes españolas se verán afectadas por la guerra comercial desatada por EEUU –analizada el mes pasado por elEconomista.es–, se esconden otras tantas historias empresariales marcadas ahora por el temor a que se trunquen décadas de esfuerzos para abrirse camino en el que todavía es uno de los mercados más competitivos del mundo.

Este diario ha recogido esas historias de varias firmas de este tipo, todas ellas operativas en los sectores –aceite de oliva, vino, componentes electrónicos, automoción...– que aún temen los efectos de la mayor oleada proteccionista vivida por el comercio mundial en los dos últimos siglos, pese a la tregua de tres meses anunciada por Washington para sus aranceles recíprocos. El denominador común de sus declaraciones se fundamenta en el temor a que se vea reducido el volumen de pedidos que hasta ahora destinaban al otro lado del Océano Atlántico. No obstante, en un periodo mayor de tiempo, también esperan un golpe en variables tan decisivas para su funcionamiento mismo como la rentabilidad o la capacidad de crear empleo.

Las empresas encuestadas ya expresaban estos miedos antes de que Washington lanzara su ofensiva de gravámenes generalizados al resto del mundo en el infausto día 2 de este mes, en el que la Casa Blanca declaró el Día de la Liberación Comercial de Estados Unidos. La demora de 90 días en la imposición de las tasas (manteniendo un mínimo del 10%), anunciada apenas una semana después, no basta para disipar las incertidumbres en el sector.

Por ello, compañías como FAE, pequeña empresa especialista en el desarrollo y fabricación de componentes eléctricos y electrónicos para el sector de automoción tendrán que cambiar su manera de comercializar en el país norteamericano para no perder los 10 años que han invertido forjando relaciones con clientes estadounidenses, asegura Alberto Conde, CEO-Managing Director de la compañía. Además, Conde alerta que de perder la facturación relacionada con las ventas que se realizan a Estados Unidos, que son entre un 15% y un 20%, "afectaría a los puestos de trabajo asociados a los productos concretos que exportamos a Estados Unidos y sería un golpe tremendo a la rentabilidad económica de la empresa". Así, destaca que países como Brasil o Turquía parten con cierta ventaja en este nuevo contexto: "Los aranceles allí son del 10%, lo cual les hace ser automáticamente más competitivos en el mercado norteamericano que a nosotros".

Con respecto a cómo afectará finalmente el impuesto, el CEO–Managing Director de FAE remarca "la enorme incertidumbre" que no les permite predecir qué pasará finalmente con el mercado americano y estimar el impacto final del arancel en la rentabilidad de su negocio. A pesar de ello, se mantiene firme en la "dificultad de reorientar la producción a otros clientes", ya que la empresa "ya exporta el 90% de lo que fabricamos a más de 90 países en todo el mundo, tanto directamente como a través de distribuidores nacionales", por lo que le resulta más complicado buscar un nuevo mercado al comprender ya un gran número de ellos.

Algunas soluciones que propone Conde pasan por vender a precios más bajos, aunque es consciente de que hay "un riesgo a medio plazo", por lo que apuesta por "reorientarse a clientes de alto volumen (OEM) y al desarrollo y venta de productos de alto valor añadido". A pesar de la incertidumbre a la que se enfrenta la compañía, desde FAE se muestran con algo de positividad, dado que su nuestra demanda es más "inelástica" -cuando se estropea un vehículo y lo llevas al taller, no te queda más remedio que arreglarlo porque lo necesitas por razones de movilidad-. Por este motivo, confían en "poder soportar la presión de precios a la baja por parte de nuestros clientes. Si bien, esto dependerá de las alternativas domésticas que tengan dentro de EEUU y de sus capacidades productivas sobrantes".

Aranceles al aceite y otros productos agrícolas

En la pasada legislatura de Donald Trump, remontándonos a 2019, los productos más atacados fueron el aceite de oliva envasado y la aceituna negra. En ese momento, el impuesto afectó gravemente a los exportadores españoles, quienes sufrieron una fuerte caída de las ventas frente a otros competidores no europeos.

El aceite de oliva perdió una participación en el mercado estadounidense del 60%, asegura la Cámara de España; y el comercio de la aceituna negra no se ha recuperado, destaca Gabriel Trenzado, director general de Cooperativas Agroalimentarias, que agrupa a un importante de pymes productoras de este alimento.

"Los aranceles del año 2019 se tradujeron en pérdidas, tanto del mercado de la aceituna negra como de una parte de la industria que se fue allí para quemar la aceituna y poder comercializar con ella, lo que ha hecho que España se desindustrialice", señala Trenzado.

Además, el director general de Cooperativas Agrialimentarias resalta que las pequeñas empresas tienen "menos alternativas por su menor dimensión" y "lo lógico es que al aumentar el precio de entrada del producto, pierda competitividad". Por último, Trenzado destaca la "inestabilidad" del comercio, "que ya no tiene unas reglas fijas" y defiende que la UE responda "en conjunto porque los países no pueden ir cada uno por su lado". Además, asegura que "el que lo haga de manera independiente, saldrá perjudicado en la negociación".

Asoliva (la Asociación Española de la Industria y Comercio Exportador de Aceites de Oliva y Aceites de Orujo), destaca que estos aranceles fueron "injustos y discriminatorios". Debido a esta decisión, "se perdió el 80% de la exportación de Aceites de Oliva producidos en España y envasado con marca España. Perjudicando gravemente a las empresas y a la Marca España".

Con el nuevo impuesto, el miedo ha vuelto a las empresas que ya se estaban recuperando. Desde la asociación, antes del anuncio, creían que este impuesto beneficiaría a países como Túnez, Turquía, Marruecos, Australia, Argentina y Chile, "distorsionando gravemente el mercado internacional". Ahora, Túnez es el país más perjudicado al contar con un arancel del 28% (el más alto de los países mencionados, incluso por encima de la UE), pero sí que lo hace al resto de naciones, ya que todas ellas cuentan con un gravamen un 10% inferior al impuesto a la Unión Europea.

La preocupación se debe a que "Estados Unidos es el segundo país consumidor de aceite de oliva en el mundo, solamente por detrás de la UE, al importar 43.000 toneladas", aunque Asoliva destaca que, "de esas 43.000 toneladas, solamente entre 10.000 y 12.000 se producen allí, en California", por lo que el consumidor estadounidense sería el primer damnificado.

Arancel al vino

Hace unas semanas, Trump comunicó en Truth Social, su propia red social, que impondría aranceles de "hasta el 200%" al vino. La amenaza se emitió justo después de que la Unión Europea comunicara un impuesto del 25% al whiskey de tipo Bourbon –que de momento no está en vigor–. El sector, no obstante, se sigue viendo amenazado.

El sector vitivinícola es uno de los más grandes e influyentes de España. Con la nueva tasa fronteriza, el principal miedo del sector es "malvender" sus productos: "Si una bodega vende cinco millones de botellas de vino a Estados Unidos y por el problema de los aranceles la demanda baja a los dos millones, los tres restantes los va a tener que colocar igual y se irá a otros mercados (seguramente a precios más bajos) y ahí es donde nos pueden hacer daño", confirman desde el departamento de exportaciones de Bodega Puente de Rus en San Clemente (Cuenca). Además, en función de los contratos de estas pequeñas bodegas, los pedidos podrán disminuir. "Es posible que los pedidos puedan disminuir a haya una caída de demanda o cambios en las condiciones del mercado. Sin embargo, si los contratos son a medio o largo plazo o están basados en volúmenes fijos, podría ser complicado que se disminuyan los pedidos de manera significativa. En cualquier caso, siempre estaríamos atentos a cualquier cambio en la estrategia de las bodegas grandes, ya que su impacto podría afectar a los mercados donde competimos".

A pesar de que todavía les resulta imposible calcular las pérdidas, ya sea económicas o de producción, una de las opciones es reorientar su producción. "Canadá, a pesar de tener monopolio, la mayor parte de sus estados es buen lugar debido a los tratados de libre comercio con la UE", aunque el país vecino a EEUU no es el único que tienen en el foco. "Reino Unido o Alemania, así como mercados asiáticos emergentes (Corea e India, ya que en China se han visto bastante frenadas las exportaciones desde la época de la pandemia del Covid-19), también se podrían considerar, así como países de América Latina como México o Brasil, siempre dependiendo de la demanda en esos países", afirman desde la bodega conquense.

Ante las amenazas que ya venía emitiendo el presidente estadounidense, la prestigiosa bodega de Ribera del Duero, Protos, lleva adelantando pedidos "desde el pasado mes de noviembre, cuando se supo que Trump volvía a la Casa Blanca". Esto se debe a que las ventas a Estados Unidos suponen un 10% de sus ventas internacionales, lo que se traduce en un millón de euros y 200.000 botellas.

Pero estos adelantos cuentan con un dilema: "Si adelantas mucho tienes un problema en términos de pago porque las compañías aseguradoras permiten un plazo determinado respecto a la factura y el importador te pide que retrases el pago porque encima está pagando el estocaje", explica a elEconomista.es Carlos Villar, director general de la compañía vitivinícola vallisoletana.

A esto, se añade el problema del desarrollo del mercado y la pérdida de presencia internacional, remarca Villar. "El mayor problema que tenemos la mayoría de las empresas es que destinamos mucho esfuerzo en desarrollar un mercado y esto lo que hace es devolvernos a la casilla de salida", señala el director general de Protos. Así, destaca la "desilusión" de la bodega: "Es más este sentimiento que el hecho del arancel en sí".

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky