Madrid 
Al igual que otros muchos sectores económicos como la construcción o el transporte profesional por carretera, los talleres mecánicos de nuestro país alertan de la falta de profesionales y de relevo generacional -faltan por cubrir entre 15.000 y 20.000 puestos de trabajo, según CONEPA (la Asociación de Talleres de Automoción)-, en un país con cerca de 30 millones de vehículos y como garantes de su correcto mantenimiento en beneficio de la seguridad vial.
Es tal la falta de vocaciones que los talleres se están viendo obligados a captar trabajadores de otros sectores, como operarios de fábrica o trabajadores del campo, según el análisis realizado por Euromaster, una de las principales redes del país con más de 500 centros en la Península Ibérica. Incluso, hay casos procedentes de imagen y sonido.
A esto hay que sumar que la edad media de los empleados del sector supera los 45 años, por lo que urge un plan de relevo que potencie el empleo en la automoción, según un estudio de Randstad.
Pero otro de los grandes problemas a los que se enfrenta este sector es que prácticamente es un coto cerrado para los hombres, pues sólo el 2% de los puestos de mecánico son mujeres, una tendencia que cambia en la parte de administración donde dos de cada tres trabajos lo ocupan ellas.
Ante esta situación en la que el sector se ve muy limitado a la hora de encontrar mecánicos cualificados, se presenta la oportunidad de que las mujeres comiencen su andadura, como es el caso de Noa Bouzón e Irene Ocaña, dos jefas en un mundo de hombres.
Noa Bouzón es directora de 23 talleres. Lleva 10 años trabajando en Euromaster, primero realizando labores administrativas en un taller, posteriormente, durante unos ocho años, al frente de un taller de Porriño (Pontevedra) y desde octubre de 2024, como directora de Área de los territorios de Álava, Navarra y Aragón, estando a su cargo un total de 23 talleres. Aunque Noa no es mecánica, sí que ha estado aconsejando durante años a sus clientes y resolviendo sus dudas relacionadas con sus vehículos. Esto, debido a la escasa presencia de mujeres en este tipo de negocios, hizo que fuese prejuzgada en varias ocasiones, especialmente cuando asesoraba a conductores de vehículos industriales. Esto la llevó a tener claro que, por ser mujer, tendría que esforzarse más para demostrar su valía.
El caso de Irene es algo peculiar, ya que con tan solo 21 años es la directora de un taller. Nada más ponerse al frente del taller tras la pérdida de su padre, Irene recibió el apoyo incondicional de todos sus compañeros desde el minuto uno, sin los cuales, "no hubiera podido estar donde estoy y continuar con el legado de mi padre", señala Irene.