
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado hoy al alza sus previsiones para EEUU. Ahora espera que la primera economía mundial sufrirá una contracción del 2,5% este año, pero que registre un crecimiento del 0,75% en 2010, para cuando augura un "sólido crecimiento" a mediados de año. Brasil, Rusia, India y China buscan la cooperación para superar la crisis.
Las nuevas previsiones del FMI contrastan con los pronósticos publicados el pasado mes de abril, cuando la institución internacional auguró una contracción del 2,8% en 2009 y un estancamiento económico en 2010.
"Las previsiones siguen apuntando a una recuperación gradual, en línea con experiencias de crisis financieras e inmobiliarias precedentes. La combinación de restricciones financieras y ajustes en el sector de la vivienda y en el mercado laboral restarán crecimiento durante algún tiempo, por lo que una recuperación sólida sólo será visible a mediados de 2010", indicó la institución.
Más pérdida de empleo
No obstante, el FMI advirtió de que el desempleo podría alcanzar una tasa cercana al 10% en 2010, desde el 9,4% del pasado mes de mayo, mientras que prevé que la inflación principal se mantenga "a niveles muy bajos", mientras que el IPC general podría caer medio punto en 2009 y crecer un 1% en 2010.
Asimismo, la institución dirigida por Dominique Strauss-Kahn hizo hincapié en la existencia de un elevado grado de incertidumbre respecto a la evolución de la economía tanto ligadas al sector inmobiliario como a la evolución del desempleo, lo que podría añadir presión a los consumidores.
De este modo, el FMI apuntó que las autoridades de EEUU se enfrentan a tres desafíos de cara a la recuperación de la economía, incluyendo la necesidad de completar la estabilización económica y financiera a corto plazo para permitir una recuperación sostenida.
Asimismo, la institución reclamó la necesidad de desarrollar estrategias para dar salida a las intervenciones masivas por parte del Estado, que deberán coordinarse a nivel supranacional, mientras que también apuntó la necesidad de hacer frente al legado de la actual crisis, que implica un sistema financiero diferente y mayores desequilibrios fiscales.