
El huracán Donald Trump no deja títere con cabeza desde que inició su segundo mandato en la Casa Blanca el pasado enero. Su política comercial ha puesto patas arriba las relaciones con los socios tradicionales de Estados Unidos a golpe de amenaza arancelaria, una vorágine en la escalada de tensiones como parte de una tentativa proteccionista. El Día de la Liberación, como ha bautizado el republicano el anuncio de este miércoles, no es más que la imposición de tasas aduaneras a las importaciones al mercado americano. La UE, por su parte, está dispuesta a responder y para ello cuenta con un instrumento clave: el mecanismo anticoerción. Una fórmula con la que podría comprometer 110.000 millones en exportación de servicios digitales de EEUU a la UE.
La UE está preparada para hacer frente a las decisiones el nuevo líder norteamericano. La propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo afirmaba esta semana en una intervención en la Eurocámara en Estrasburgo. "Todas las cartas están sobre la mesa", decía, "tenemos un plan sólido de represalias si es necesario". Si bien la opción predilecta de Bruselas es el diálogo, no duda en utilizar el mismo lenguaje amenazante que Trump.
La principal carta sobre la mesa a la que se refiere la alemana es el mecanismo anticoerción. Creado en 2021 como respuesta y fórmula de salvaguarda tras el tira y afloja del primer mandato del político republicano, este instrumento permite al bloque comunitario dar respuesta a una situación de extorsión económica en un intento por defender sus propios intereses. La aplicación de aranceles o las restricciones al comercio son algunas de las prácticas que permitiría poner en marcha.
Concretamente, este instrumento capacita al bloque comunitario para aplicar respuestas que permitan forzar la detención de la coerción económica ejercida por otro país. Es así que la UE podría aplicar restricciones a las importaciones y exportaciones de bienes y servicios, pero también la suspensión de las obligaciones relativas a los derechos de propiedad intelectual, la exclusión del mercado interior como en el acceso a los concursos públicos, restricciones a las inversiones y a la financiación o evitar la entrada en el mercado comunitario de productos amparándose en la normativa sobre químicos y productos sanitarios.
Lo que Trump ha dado en llamar "aranceles recíprocos", y que se traducen en tasas aduaneras de hasta el 20% para las importaciones de todos los productos al mercado estadounidense, podrían generar un seísmo comercial. La UE, con este mecanismo, tiene capacidad para dañar la economía norteamericana en uno de los puntos que más le duelen: sus firmas tecnológicas. Solo con aplicar restricciones comerciales a los servicios tecnológicos, Bruselas puede asestar un golpe de 110.000 millones anuales a la economía estadounidense.
La cuantía no solo evidencia la dependencia de la industria europea de los servicios de comunicaciones de las grandes tecnológicas estadounidenses sino también el peso que este sector tiene en la propia economía estadounidense. Son pocas las probabilidades de que este potente lobby se quede de brazos cruzados si su acceso al mercado europeo se ve limitado por las tensas políticas de Trump. Lo que asestaría al republicano un golpe en su propia casa.
El procedimiento legal requiere que la Comisión Europea de Ursula von der Leyen sea responsable de tejer la propuesta que emane de este mecanismo anticoerción. Aún así, los países tendrán que dar su visto bueno a la iniciativa. Deberán respaldarla por mayoría cualificada, esto es, un 55% de los Estados miembro que representen un 65% de la población europea.
Es importante resaltar que estas medidas deben ponerse en práctica únicamente como último recurso, y deben estar sujetas a condiciones como que sean proporcionadas para contrarrestar las prácticas de extorsión, selectivas y acortarse en el tiempo únicamente al momento en el que exista tal infracción.
Lo cierto es que el mecanismo trata de dar cierta seguridad a la UE para los casos a los que no llega al Organización Mundial del Comercio. Serviría para atajar situaciones que quedan fuera del dominio de esta organización y que constituyen una violación del derecho internacional. En todo caso, no constituye una herramienta para resolver problemas en los que ya haya intervenido la Organización Mundial del Comercio.
Próximos pasos
Ante esta coyuntura ya hay voces en la UE que reclaman a Bruselas la activación de este mecanismo. Lo ha hecho uno de los países clave en la toma de decisiones comunitaria. El ministro de exteriores francés, Jean-Noël Barrot, pedía esta semana a la Comisión Europea que utilizará este mecanismo como fórmula para "ir más allá" en la respuesta a la tensa relación aduanera de la UE y EEUU.
A la espera de la respuesta de la Comisión Europea, la próxima cita clave está prevista para el lunes de la semana que viene. Los ministros de Comercio de la UE mantendrán un encuentro extraordinario en el que atajarán los próximos pasos de la respuesta a la política comercial de Trump para "hacer que América sea rica de nuevo" ("Make America wealthy again") como ha llamado el republicano a su nueva ronda de aranceles.
Escalada de tensiones comerciales
La exhibición de tensiones entre Bruselas y Washington comenzó el pasado febrero. Trump anunciaba aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio al mercado estadounidense. El bloque comunitario no tardó en reaccionar. Reintrodujo, desde abril, las tasas aduaneras que había implementado durante el primer mandato del republicano, en 2018, y que afectarán a productos agrícolas y cosméticos, además del brandy, los vaqueros Levi's o las motos Harley Davidson. A ello se suma otra lista de productos que se verán afectados a mediados de abril. El político estadounidense dejó claro su descontento. La amenaza de la Casa Blanca se constató en torno a aranceles del 25% a las importaciones de vehículos si bien amenazó con tarifas del 200% al champán y el vino europeos.