
Alemania cambia su constitución para endeudarse. Con los 513 votos a favor de conservadores, socialdemócratas y ecologistas, la Cámara Baja ha dado luz verde este martes a aumentar el gasto en Defensa, modernizar las infraestructuras del país y levantar el mecanismo de freno a la deuda incluido en la Constitución. En concreto, las reformas aprobadas en el Bundestag se resumen en tres puntos. En primer lugar, se crea un fondo especial de 500.000 millones de euros para invertir en las anticuadas infraestructuras y la protección del clima durante los próximos 12 años, un gasto que queda exento del límite de déficit público. En segundo lugar, la reforma determina que todos la inversión en defensa superior al 1% del PIB también queden fuera del freno de deuda. Y en tercero, autoriza que los 'landers' (sus autonomías) queden igualmente liberados de este mecanismo, además de destinar otros 100.000 millones del fondo a los territorios federales.
Tras el acuerdo entre los tres grandes bloques políticos -el conservador, el Partido Socialdemócrata de Alemania y Los Verdes-, la votación de los diputados parece un mero trámite, pero es un cambio histórico para la mayor economía europea.
El futuro canciller del partido democristiano CDU/CSU, Friederich Merz, necesitaba el sí de la formación ecologista para poder llegar a los dos tercios de la Cámara, una mayoría imprescindible para reformar la Constitución. Y consiguió su apoyo el viernes pasado tras acordar que de los 500.000 millones de euros del fondo de infraestructura, 100.000 millones se canalizarán inmediatamente al Fondo de Transición Climática. Además, se consagró en la constitución la neutralidad climática hasta 2045 como una meta del Estado. Una circunstancia que, según aseguró el líder de la CDU en el debate de la reforma, no implicaba nada nuevo. De hecho, recordó que, desde hace 30 años, la protección de los recursos naturales ya está en la Carta Magna y el Tribunal Constitucional (TC) ya determinó que este término incluye el clima.
Este martes, la reforma se aprobaba con 513 votos a favor y 207 en contra en tercera lectura, con lo que obtenía la mayoría de dos tercios necesaria. Ahora, la ley debe pasar al Bundesrat (o Cámara Alta), que representa a los gobiernos de los 16 Estados federales de Alemania, donde se someterá a examen el próximo 21 de marzo.
La aprobación en el Bundestag supone un gran espaldarazo para el líder conservador Friedrich Merz, que dispondrá de cientos de miles de millones de euros para aumentar la inversión tras dos años de contracción. Además, el plan de gasto masivo implica el abandono de décadas de conservadurismo fiscal con la esperanza de reactivar el crecimiento económico y aumentar el gasto militar para una nueva era de defensa colectiva europea.
«Durante al menos una década hemos tenido una falsa sensación de seguridad», dijo Merz a los legisladores antes de la votación. «La decisión que tomamos hoy sobre la preparación para la defensa no puede ser otra cosa que el primer gran paso hacia una nueva comunidad europea de defensa», declaró en declaraciones recogidas por Reuters.
Polémica por la deuda
El llamado freno a la deuda quedó anclado en la Constitución en 2009 y empezó a ser vinculante para el Estado central en 2016 y para los 16 estados federados en 2020. Fue una reacción al claro aumento del gasto público que se hizo necesaria durante la crisis económica y financiera, y fue vista como una garantía de que -una vez superada la situación de excepción- se iniciase un periodo de consolidación.
Desde su comienzo, el mecanismo ha tenido defensores, que lo consideran como una garantía para la estabilidad en Alemania y en Europa; pero también detractores, que la ven un impedimento para inversiones en infraestructura y en innovación.
El SPD y Los Verdes se han mostrado partidarios desde hace varios años de una modernización del freno a la deuda. Sin embargo, supuso el fin de su coalición en noviembre de 2024 porque el tercer socio -el Partido Liberal- , rechazó decretar una situación económica de excepción para suspender el freno a la deuda.
Durante la campaña, Merz también fue contrario a modificar el mecanismo, pero los conservadores llegaron al convencimiento de que había que modificar la norma para enfrentar los retos que afronta Alemania.