Economía

Análisis técnico: De gran aliado a próximo enemigo

Tras varios meses de recuperación, el discurso de la mayoría está variando desde la idea de un rebote en mercado bajista a suelo sostenible a medio plazo. El sentimiento ha cambiado.

Le cuesta en general al inversor medio entender lo del sentimiento contrario, pero una vez que se lo explicas la cosa le parece del todo lógica, como no puede ser de otra manera. El uso que hace luego de la idea es, sin embargo, bastante peculiar y, por lo general, precipitado -pues como casi todos los conocimientos antitendenciales, se acaba convirtiendo en otra fuente de suministro para esas malas ideas que todos llevamos dentro y que juegan en contra de la sana costumbre dejar correr el beneficio, cuestión que sabemos que nos cuesta un mundo y parte del otro-.

Los contrarians

Los contrarians, aquellos que tienen siempre en cuenta el pensamiento de la mayoría para buscar el modo de hacer lo opuesto, saben que el mundo del dinero es sostenido por pocos y que éstos dan de algún modo contrapartida a todos los demás. La base de su filosofía de inversión la completa un hecho incontestable: para que un movimien- to se retroalimente, ya sea alcista o bajista, requiere de la afluencia de nuevos adeptos.

Por ello, cuando ya no queda dinero susceptible de convertirse a la fe dominante, el mercado se tambalea. No quiere decir esto que se ponga en peligro la tendencia de orden superior, para nada, quiere decir que el movimiento de corto plazo está próximo a su agotamiento. Y como hemos visto, un movimiento de corto plazo puede llegar a provocar avances superiores al 40 por ciento en poco más de tres meses en la bolsa de un país de primera línea como Alemania (y si hablamos por ejemplo de Rusia, la cosa se dobla tranquilamente).

Así, cuando el contrarian detecta que la mayoría de la gente es alcista, empieza a sentirse inquieto y a pensar sobre cómo escapar de lo que podría perjudicarle temporalmente. Y es que, de dinero, la mente común nunca tiene suficiente. En el tema crematístico no llevamos bien lo de ir hacia atrás, circunstancia tantas veces inevitable aunque sólo sea para tomar impulso.

El pensamiento contrario considera que cuando alguien se confiesa alcista es porque ha comprado; y viceversa. Así, cuando se dan determinadas lecturas en ciertos parámetros -en general en forma de encuestas, aunque también existen ratios e indicadores técnicos para intentar medirlo- es señal de que ya queda poco dinero fuera que pueda empujar a los precios. Y en tal caso, lo más fácil es que se produzca una corrección.

He escrito, y así lo pienso, que el ajuste es, tarde o temprano, inevitable -y sano-; pero también que es difícil saber cuándo llegará con una exactitud que compense abandonar temporalmente el movimiento en curso para incorporarse tras una corrección que, contra lo que piensan tantos, no tiene porque cercenar gran parte del alza previa. Para nada. Además de no poder saberse si, alcanzadas lecturas extremas, el mercado seguirá subiendo aún un buen trecho; lo cierto es que éste puede corregir en tiempo en lugar de en profundidad. Nadie puede saber a ciencia cierta y a priori cual será el rumbo que tomen los acontecimientos. Y el problema de salir es que luego hay que volver a entrar. Prever un hecho social es casi una quimera, pero pretender conocer a priori el cómo y el cuándo es una ingenuidad. Por ese tipo de dejes distinguirá usted al analista, que hace honradamente su complicado trabajo, del profeta; ese personaje tan común en el mundo financiero en general y en el del análisis técnico en particular.

Pese a lo que desearían los bajistas irreductibles, de todo tiene que haber en la viña del señor aunque nos resulten aún más antipáticos que los siemprealcistas, las encuestas de sentimiento no son concluyentes. Y en mi experiencia he de decir que esto del sentimiento contrario, que es un arte dentro del arte, no debe ser utilizado a la ligera y menos cuando existen más que dudas razonables en las lecturas que afectan en el corto/medio plazo.

El sentimiento no es extremo

Hoy, a diferencia de lo que sucedía el pasado marzo, no tenemos lecturas extremas. El optimismo avanza, como es lógico a medida que las bolsas suben y eso obliga a los que no son bajistas de corazón a ir asumiendo que la renta variable juega a un juego de expectativas que poco tienen que ver por ahora -ya llegará la hora- con la economía o las valoraciones. Sin duda eso justificará en su momento una larga pausa o una severa corrección; pero ese momento no parece haber llegado todavía y aún pudiera hacerse esperar en caso de que el Standard & Poor´s 500 se desembarace de la importantísima resistencia que presenta en la zona de los 950 puntos. Hay que ir observando el sentimiento si uno quiere adoptar una posición más defensiva cuando el alza madure.

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