Economía

La brecha salarial vuelve a crecer en 2024 tras cinco años consecutivos de retrocesos

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La brecha salarial de género se ha reducido 11,8 en la última década. En el año 2014, la diferencia salarial entre los hombres y las mujeres era del 31,4%, la máxima desde el año 2006, según los datos del INE. Las reducciones más notorias se vienen registrando desde el año 2018, cuando el Ejecutivo comenzó a subir el Salario Mínimo y pasó de 736 euros mensuales a 900. Actualmente, el salario medio femenino anual se encuentra en 24.758 euros, frente a los 29.615 del masculino, 4.857 euros menos al año.

A pesar de haber conseguido estrechar la diferencia, estos últimos tres años (2022-2024) la brecha salarial se ha estancado y en 2024 ha repuntado 0,6 puntos hasta situarse en el 19,6%, que es el porcentaje que tendría que aumentar los sueldos de las mujeres para equiparse a los de los hombres. Los motivos de este incremento son diversos. Carolina Vidal, secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo en CCOO, achaca este alza a las "cargas de trabajo extra de las mujeres, como son los cuidados de las personas de su entorno, que provoca que tengan menos tiempo para dedicar al trabajo y no puedan disfrutar de otros beneficios como los complementos salariales", reconoce Vidal. Mientras, Valentín Bote, director del centro de estudios de Randstad, Randstad Research, destaca que es el incremento de los trabajos a tiempo parcial el motivo de este repunte: "Desde 2014 se venía reduciendo el tiempo parcial y en 2024 ha aumentado un 1% aproximadamente, siendo las mujeres las que más ejercen este tipo de empleo. Creo que este aumento ha podido incidir en el repunte de la brecha".

Además, la reducción de la desigualdad en la retribución también pasa por abordar las desigualdades desde una perspectiva estructural. "La brecha retributiva se da porque nosotras trabajamos en sectores con menor valor económico y retributivo, como es el sector servicios. Además, también es más complicado asumir responsabilidades porque tenemos que cuidar", reconoce Vidal. Y es que, estas desigualdades se sufren a priori, durante, y a posteriori de trabajar. En los propios centros de estudio se han potenciado los roles de género y las mujeres han quedado relegadas a sectores con salarios más bajos. Luego, cuando se está inmerso en el entorno laboral, las mujeres cuentan con peores condiciones generalmente y, además, sufren interrupciones vinculadas directamente al reparto desigual de las tareas del hogar: "muchas veces las mujeres tenemos que poner pausa al trabajo para cuidar a algún familiar y eso queda reflejado en la vida laboral", afirma la secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo en CCOO.

Todo esto se traduce en una desigualdad a posteriori, ya que la discriminación retributiva también da lugar a unas pensiones más bajas y así lo confirman los datos. En diciembre de 2024, la pensión media (jubilación, incapacidad permanente, viudedad, orfandad y favor de familiares) de las mujeres fue de 1.034 euros mensuales, frente a los 1.516 euros que percibieron los hombres. Si se tiene en cuenta solamente la pensión de jubilación, la masculina fue de 1.662 euros al mes y la femenina de 1.149. Estas cifras certifican una brecha de género en pensiones del 47% y una brecha en la pensión de jubilación del 45%, resultado igualmente de la brecha laboral y salarial.

Ya sea una desigualdad a posteriori o a priori, lo cierto es que parecen actuar factores estructurales que impiden que la brecha se cierre por completo. Desde Funcas, su experto Ángel Martínez pone de manifiesto que "una vez la brecha ya no pueda reducirse mediante incrementos de la jornada laboral o mediante un mayor peso de las mujeres en sectores y ocupaciones mejor pagadas, quedará una brecha salarial persistente y grande, cercana al 10 %, que será mucho más difícil de eliminar". Con todo, Martínez apunta que, "en el plano positivo, hay evidencia reciente que apunta a varias fórmulas exitosas para reducir la brecha salarial ajustada, como una mayor corresponsabilidad tras la llegada de los hijos o una mayor flexibilidad horaria".

Precisamente, las responsabilidades no vinculadas al trabajo a las que tienen que hacer frente las mujeres hacen que los complementos salariales también jueguen un papel fundamental en la brecha salarial al concentrar el 39,2% del salario total. También son clave las horas y las pagas extraordinarias, que representan el 6,7% de la retribución total. En este sentido, las mujeres cobran 146 euros menos al mes por los complementos (658 euros los hombres y 512 las mujeres), 9 por las horas extra (13 los hombres y 9 las mujeres) y 16 euros mensuales menos por pagas extra (los varones reciben 49 euros de media y las mujeres 33). Así, Vidal reclama que se debería hacer un cambio en cómo otorgar estos salarios extra: "Si los complementos se siguen retribuyendo por horas extra, turnos y nocturnidad las mujeres nunca vamos a poder equipararnos a los hombres. Se deberían dar por otras cosas que aportamos nosotras como innovación", aunque reconoce que este cambio es muy difícil. Es ahí donde destaca el papel de las administraciones públicas: "Los servicios públicos deben estar para ayudar en estas situaciones, hay que mejorarlos para que no tengamos que dedicar tanto al cuidado y podamos disponer de más tiempo para otras tareas".

Dos décadas para eliminar la brecha

La eliminación de la brecha laboral tiene mucho que ver con las políticas sociales que implantan los gobiernos centrales. Por este motivo, los expertos afirman que se tardarían dos décadas en eliminar la brecha salarial, siempre y cuando se implantaran políticas sociales adicionales a las ya existentes. Por su parte, el director del centro de estudios de Randstad cree que para que esto ocurra "habría que forzar a las mujeres a que se dediquen a otros sectores con salarios más altos. Por ello es importante informarlas, pero son ellas quienes tienen que tomar la decisión".

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