
La ambición que domina en la UE, desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, a la hora de incrementar su gasto en Defensa, ha contagiado a Pedro Sánchez. Hasta el punto de que el presidente del Gobierno se comprometió esta semana a alcanzar el objetivo de elevar el desembolso militar al 2% del PIB antes de 2029, y acortar así notablemente el plazo que Moncloa se fijaba a sí misma. Aún está por concretarse hasta qué punto Moncloa estrechará los tiempos. No obstante, las fuentes políticas consultadas anticipan que el compromiso de Sánchez será "exigente" y demandará un aumento de las partidas destinadas a los Ejércitos en el entorno de los 10.000 millones de euros anuales.
Es una cifra abultada que deja claro el modo en que el Gobierno se ve obligado a salir de la zona de confort que él mismo se había permitido en un asunto tan espinoso como supone el refuerzo de la Defensa. El antiguo plazo marcado hasta 2029 permitía repartir un aumento del desembolso militar total de 24.000 millones en cuatro años, a razón de 6.000 millones de euros en cada uno de los cuatro próximos ejercicios.
Esa hoja de ruta está ahora a punto de saltar por los aires, y aún exigirá una redefinición más exhaustiva si la OTAN acaba presionando a sus integrantes para que el aumento del desembolso no se frene en el 2% del PIB, y llegue a los tres puntos porcentuales. Esta última meta ya no solo constituye una alusión frecuente, propia de las intervenciones públicas en las que Trump reprocha a sus socios europeos su escaso compromiso con la Defensa común. El secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, también abogó por el horizonte del 3% durante una reunión de la Organización a mediados del pasado mes de enero.
El PIB juega en contra
El esfuerzo que recaerá sobre España es especialmente intenso, debido al modo en que juega en su contra la actual coyuntura económica. En otras palabras, en términos de referencia para medir el desembolso militar, el PIB, crece ahora a tasas casi sin parangón en la eurozona, lo que diluye el avance que dicho desembolso presenta en términos absolutos, expresado en millones de euros. Además, el punto de partida de nuestro país se muestra notablemente bajo dado que, aun cuando esta partida presupuestaria se ha duplicado desde 2014, continúa siendo la segunda más reducida de los integrantes de la Alianza Atlántica.
En términos absolutos, justificaba Sánchez en rueda de prensa tras la Cumbre de líderes de la UE que tenía lugar esta semana en Bruselas, "somos víctimas del crecimiento potente de la economía española". Una alusión con la que se refería a ese desfase a la hora de alcanzar el objetivo del 2% del PIB de inversión en defensa y que contraponía a otra cifra: "somos el décimo contribuyente de la OTAN en términos absolutos de una alianza de 32 países", añadía.
Es mucho lo que está en juego. El encuentro de jefes de Estado y de Gobierno del bloque refleja un momento histórico: la Unión Europea que veía la luz como un proyecto de paz surgido tras la Segunda Guerra Mundial apremia ahora a llenar sus arsenales militares. La vorágine de acontecimientos catalizada por la llegada de Trump a la Casa Blanca ha obligado a la UE a reaccionar, como de costumbre, a golpe de crisis, sin tiempo que perder. Y la premura que se traslada a impulsar el gasto en defensa obliga a recurrir a fórmulas que den más flexibilidad a los Gobiernos.
La UE respaldaba esta semana el plan dispuesto por la Comisión Europea para rearmar Europa. Un paquete con el que se pretende movilizar 800.000 millones de euros en gasto militar para satisfacer las primeras necesidades del bloque pero que se antoja insuficiente a ojos de los Estados miembro. La idea que sobrevuela las conclusiones del encuentro es la necesidad de que Bruselas disponga más fórmulas de financiación que complementen este primer paquete y que estos sean recursos comunitarios, es decir, que no dependan de los presupuestos de los Estados miembro.
De lo que se trata, al fin y al cabo, y lo que piden varios Gobiernos, como el de Francia o España, es de crear un instrumento con deuda común. Se abre la puerta, así, a una nueva emisión de eurobonos o a una fórmula similar a la de los fondos Next Generation que se dispusieron durante la pandemia a través de la emisión de deuda mancomunada del bloque. El Ejecutivo de Emmanuel Macron planteaba, como añadido, la creación de una tasa digital que permita recaudar financiación a nivel europeo para destinarla a esta partida.
El punto de partida de la Comisión Europea hacia una Europa más autónoma en defensa consta de varias patas. Por un lado, de una mayor flexibilidad en las reglas fiscales de tal manera que se suspendan las normas a nivel nacional para que el gasto en defensa no compute para el déficit. Una medida que ha resultado insuficiente para Alemania. El país tradicionalmente frugal ha pegado un giro en la última semana: ha demandado una flexibilidad mayor para dar manga ancha a los gobiernos para impulsar el gasto en defensa.
Sobre la mesa hay también préstamos por valor de 150.000 millones de euros, la posibilidad de redirigir fondos de Cohesión al sector de defensa o ampliar las posibilidades de financiación del Banco Europeo de Inversiones de proyectos del sector de seguridad. En un paralelismo con la pandemia ejemplificaba Sánchez que, aunque en este momento se empezó con la suspensión de las reglas fiscales, posteriormente se pusieron préstamos sobre la mesa "y acabamos con transferencias. Creo que tenemos que abrir un debate en Europa sobre transferencias".
1,5% del PIB
Del plan de Bruselas, España estaría interesada en utilizar la flexibilidad de las reglas fiscales para incrementar el gasto en defensa en un 1,5% del PIB, aseguró el presidente del Gobierno. También los préstamos de ese fondo de 150.000 millones o la financiación del Banco Europeo de Inversiones. No obstante, Sánchez ha rechazado utilizar fondos de Cohesión, ya que considera que su gestión depende de las Comunidades Autónomas, y que debe servir para el propósito que fueron creados: el desarrollo territorial.