Cuando todo el mundo estaba pendiente de los aranceles a México y Canadá, Donald Trump ha salido por la tangente y ha anunciado un nuevo frente en las guerras arancelarias a las que EEUU se está lanzando de cabeza. En un mensaje en su red social Truth, el presidente de EEUU ha anunciado que impondrá aranceles a las importaciones de productos agrícolas a partir del próximo 2 de abril. "A los granjeros de los EEUU: preparaos para empezar a hacer un montón de productos agrícolas para venderlos DENTRO de los EEUU. Habrá aranceles a los productos externos a partir del 2 de abril. ¡Disfrutad!".
El anuncio se suma a una lista gigantesca de amenazas arancelarias. A las ya previstas contra México y Canadá, que entrarán en vigor esta misma noche, se unen aranceles prometidos a China, a coches, acero y chips, y a todos los países que apliquen el IVA, es decir, a prácticamente todo el planeta. Toda esa avalancha de aranceles debería entrar en vigor ese 2 de abril, y Trump ha prometido que esos impuestos se sumarán los unos a los otros, por lo que, si cumple su amenaza, los tipos finales pueden ser gigantescos.
Lo más sorprendente es que la balanza de pagos en el sector agrícola no está tan descompensada: las importaciones en 2023 fueron de 195.000 millones de dólares, mientras que las exportaciones fueron de 174.000 millones. Y los motivos para ese comercio son claros: EEUU no puede producir café, por ejemplo, y demanda más aceite de colza, tomates o ternera de la que producen. Además, importa una gran cantidad de frutas y verduras fuera de temporada. Sin comercio internacional, por ejemplo, no habría tomates en diciembre.
A cambio, EEUU exporta alimentos de los que tiene sobreproducción: soja, maíz o leche. El plan de Trump, así, supondría animar a los consumidores estadounidenses a dejar de comer fruta y verduras en invierno para comer más maíz.
Uno de los posibles motivos para esta decisión es el creciente descontento de los agricultores en los últimos días. La suspensión de USAID, la agencia de ayuda internacional, ha supuesto un 'roto' inesperado para los granjeros del país, que vendían más de 500 millones de dólares de alimentos al Gobierno de EEUU para su envío a países extranjeros. La solución de Trump parece haber sido 'incentivar' el consumo nacional con estos aranceles.