
En la nevada localidad suiza de Davos se congregaba la pasada semana la élite económica mundial para abordar los retos de la fragmentación y la incertidumbre geopolítica. Bajo tal reflexión, subyace una pregunta clave para Europa, ¿qué papel quiere jugar en la carrera contra potencias como EEUU y China? Los diálogos dejaron entrever la debilidad de un bloque comunitario, lastrado en competitividad y productividad. También la amenaza de que se quede rezagado a nivel económico y tecnológico. Y un desafío: lograr mantener un papel de mediador entre el país norteamericano y el gigante asiático.
Quedó patente, como parte de la conversación de la élite económica mundial, la tendencia a una triangulación entre Bruselas, Pekín y Washington. La amenaza arancelaria del nuevo presidente norteamericano ensombrece las perspectivas globales con volatilidad. Al tiempo, la UE ha atisbado crecientes tensiones con el gigante asiático ya no solo por una relación comercial cada vez más tirante sino por su falta de posicionamiento en la guerra de Rusia contra Ucrania y el apoyo tecnológico al Kremlin, que deja entrever una división del mundo en bloques.
Europa debe encontrar una postura intermedia, por eso, el presidente francés, Emmanuel Macron, insistía tanto en la necesidad de mejorar la "autonomía estratégica" de la UE. La otra pata del plan es, en paralelo, la Brújula de Competitividad que presentará esta semana la Comisión Europea. Pero será un esfuerzo de "múltiples años" para crear "un ambiente favorable para la industria"; apuntaba la CEO de Merck Group, Belén Garijo.
"Trabajamos para hacer de la competitividad una prioridad de la economía europea", apuntaba el comisario de Economía, Valdis Dombrovskis en una entrevista con Bloomberg TV. Y reconocía, de paso, un "problema estructural": el bajo ratio de crecimiento de la productividad. "Nos estamos quedando atrás respecto a Estados Unidos y China en términos de productividad y crecimiento, y tenemos que abordarlo", aseguraba el letón.
El bloque comunitario "debe eliminar las lesiones autoinfligidas", aseguraba la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Giogieva. "Hay mucho de la baja productividad y crecimiento que procede de la excesiva burocracia y de una baja penetración de buenas políticas". La productividad en EEUU, según la búlgara, se mantiene en el 1% año tras año, mientras que en el resto de las economías avanzadas todavía no se han recuperado los niveles prepandemia y se mantiene en una media del 0,2%.
"¿Por qué el crecimiento en EEUU es fuerte? ¿Por qué el crecimiento en Europa es decepcionante? La respuesta está en el crecimiento de la productividad. EEUU es una maquina con alta productividad porque los mercados de capitales asignan fondos de forma dinámica. La tecnología se traduce en negocio, en inversión y crecimiento rápido empresarial", ha apuntado la directora gerente del FMI.
Por eso, para ahondar en la competitividad del bloque, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, reiteraba la necesidad de avanzar en la unión de mercados de capitales y para retener financiación y talento en los mercados europeos y evitar la fuga al mercado estadounidense.
La economía china, tras años de incertidumbre por la pandemia, muestra signos de recuperación. Desde septiembre del pasado año, el Ejecutivo de Xi Jingping restablece las prioridades: vuelve a su agenda en favor del crecimiento y los negocios. "Es una buena noticia para las empresas chinas, para los inversores y para la estabilidad global", indicaba el presidente de Primavera Capital Group, Fred Hu. Sin embargo, si "China está creciendo otra vez, es para comerse a Europa", explicaba el expresidente de Chatham House, Robin Niblett, la sensación en el bloque comunitario.
Garijo confrontaba tal afirmación. Desde su óptica no se trata tanto de que Pekín "quiera comerse Europa" como de "la parálisis en Europa", que se remite a más de una década. Porque falta inversión, innovación, faltan empresas tecnológicas y presencia en sectores clave como de los semiconductores, además de la integración de los mercados de capitales.
La llegada de Trump a la Casa Blanca amenaza con evidenciar, todavía más, la divergencia de intereses entre Pekín y Washington. El riesgo de confrontación está ahí y la UE debe mantener la "cabeza fría", como decía el canciller alemán, Olaf Scholz. Si el bloque se alinea en valores a Estados Unidos, con quien comparte espacio en el plano militar en la Alianza Atlántica; también tiene una estrecha alineación en términos de política climática con China, con la apuesta por las tecnologías limpias.
La UE y Estados Unidos son los mayores socios comerciales del mundo, reiteraba Dombrovskis, juntos aglutinan el 42% del PIB global. El comercio ente ambas regiones se eleva a 1,5 billones de dólares. El superávit de la UE es de 150.000 millones de dólares en comercio de bienes y el de EEUU de 100.000 millones en comercio de servicios. Por tanto, la balanza es positiva para la UE en 50.000 millones en favor de Europa. "Una cifra pequeña", concluía Niblett. En el caso de China, en 2023 la relación comercial sumaba 800.000 millones, con un déficit de 300.000 millones para la UE.
Cierta sorpresa de la cita de este año en Davos es que el tono respecto a China tanto por parte de la UE como de Estados Unidos se ha relajado. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, obvio toda referencia a reducir dependencias sin desacoplarse del gigante asiático. La que suele ser su mención habitual. Pero la nota más llamativa la dio Trump en su discurso, en el que ensalzó su relación con el líder chino. "Vamos a tener una buena relación. Todo lo que queremos es justicia y unas reglas del juego equitativas", afirmó el republicano. Evidenció que el déficit comercial con el gigante asiático es de 1,1 billones de dólares, una situación que tachó de "ridícula".
Eliminar dependencias excesivas
La directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, resaltó que hay excesivas dependencias en ciertos sectores de la economía global. "Si concentras demasiada dependencia en un país, no construyes resiliencia", aseguró la directiva, que abogó por "descentralizar la cadena de valor de ciertos productos". Los posibles perjuicios se evidencian en la pandemia, y puso el foco en los minerales críticos y en los semiconductores. La ejecutiva defendió que se descentralicen estas cadenas de suministro y que se lleve la producción a otros países .