
La reforma laboral aprobada al término de 2021 no ha conseguido poner remedio a uno de los problemas estructurales del mercado laboral español: el desempleo juvenil. En los cerca de tres años que lleva la norma en vigor, el ritmo al que se ha creado empleo en esta franja de edad ha sido superior a la media y ha caído el número de jóvenes que están desempleados. Si bien, los menores de 25 años ya protagonizan el 19% del desempleo, el máximo desde 2009, como destaca el último informe de Asempleo elaborado a partir de los datos de la EPA.
En el tercer trimestre (última cifra disponible) había 523.500 personas con edades comprendidas entre los 16 y los 25 años que querían trabajar pero no encontraban un empleo, según arrojó la encuesta llevaba a cabo por el INE. La cifra registrada en el mismo periodo de 2009 casi duplicaba al dato actual con 981.800 jóvenes sin trabajo, no obstante, la reducción en términos nominales no ha evitado que España siga a la cabeza del ránking europeo con una tasa de desempleo juvenil del 26,7% (octubre).
"Con la generación de jóvenes mejor preparada, con un crecimiento medio del empleo juvenil del 8,4% en 2024, nos encontramos con una bolsa de desempleo menor de 25 años que va aumentando su peso sobre el total de desempleados, pasando de representar un 14% en el primer trimestre de 2022 (mínimo histórico) al 19% en el tercer trimestre de 2024" destacan en el informe que firman junto a Ceprede. Este valor experimenta una gran volatilidad en función del momento del año, dado que es habitual que estos trabajadores se concentren en sectores más asociados a la estacionalidad como la hostelería o el comercio y el tercer trimestre refleja la destrucción de puestos de trabajo que se da de forma repetida tras el verano.

Sin embargo, el monográfico identifica un cambio en la proporción de jóvenes dentro del colectivo de los parados que transciende a este aspecto. "La media de los primeros tres trimestres del año guarda una diferencia de casi un punto porcentual, lo que, quitando el efecto estacional, también muestra un enquistamiento del desempleo por el lado del colectivo menor de 25 años" apunta. El total de jóvenes en paro apenas se ha reducido un 1,7% respecto al tercer trimestre del año anterior, mientras que el desempleo general ha retrocedido un 4,5%.
La generación más preparada
Hay diferentes factores que explican esta situación, pero la falta de cordinación entre la formación que ofrecen las universidades y las demandas que reclaman las empresas juega en contra de estos jóvenes. "Estamos ante la generación joven mejor preparada, que sigue empujando en la generación del empleo, pero que no encuentra suficientes oportunidades laborales como para poder satisfacer sus demandas de empleo" concluye el estudio. En los últimos diez años, la proporción de jóvenes que cuenta con estudios superiores ha pasado de ser 1 de cada 5 a 1 de cada 3, al tiempo que se ha reducido de forma continuada el número de ellos que solo ha finalizado los estudios básicos o la primera etapa de la educación secundaria
Esta evolución ahonda en la brecha de capacidades y los lleva a colocarse en puestos para los que están 'sobrecualificados'. Los menores de 25 años representan el 20,1% de los empleados de hostelería y el 18% de los trabajadores del comercio y la reparación de vehículos y motos. "Debemos ser conscientes de que no teníamos -hasta ahora- una generación de jóvenes tan preparados, con un nivel tan alto de estudios, y esto debemos aprovecharlo para generar valor agregado. Pero no podremos llegar si no brindamos una plataforma de acceso moderna, flexible y escalonada de acceso al empleo" señala el presidente de Asempleo, Andreu Cruañas, a elEconomista.es.
La falta de experiencia, como es evidente, también supone una barrera adicional para estos jóvenes, especialmente en los sectores menos tensionados donde compiten con personas con más trayectoria, al tiempo que la falta de redes profesionales o la pérdida de habilidades puede cronificar su desempleo, lo que no siempre solucionan los estudios superiores. Además, este proceso se da en un contexto de envejecimiento poblacional en el que el número de trabajadores afiliados a la Seguridad Social se sitúa en niveles récord gracias a la llegada de inmigración, también en esta franja de edad. Desde el año 2022, el porcentaje de jóvenes menores de 25 años con nacionalidad extranjera ha pasado de representar el 5% al 13% del total, lo que conlleva un reto asociado en el plano socioeconómico, puesto que a menudo afrontan dificultades para homologar los títulos obtenidos en el extranjero y están más expuestos a sufrir discriminación en el entorno laboral.
Este cóctel hace que el empleo temporal sea la puerta de entrada más habitual al mercado de trabajo, pese a que la reforma laboral haya penalizado el uso de este tipo de contratos (lo que ha reducido en 20 puntos la temporalidad, sobre el papel). "El empleo temporal debe entenderse como un medio y no como un fin. Nuestro objetivo es facilitar la transición de los jóvenes del desempleo al empleo estable" apunta el presidente de la patronal de empresas de trabajo temporal. "Más de un 32% de las personas puestas a disposición de las ETT terminan siendo contratadas por las empresas usuarias" explica, a modo de ejemplo del papel que juegan las empresas del sector de los Recursos Humanos como puente entre estos jóvenes y las empresas.