
Desde el año 2008, en España han desaparecido el 30% de los cajeros automáticos con los que realizar operaciones bancarias, sobre todo en las zonas rurales. De esta forma, las personas mayores y los clientes con menos competencias digitales han sido los más perjudicados por este deterioro en el servicio bancario.
De entre todas las gestiones que se pueden realizar en un cajero, la que más afecta a este tipo de clientes es la retirada de dinero en efectivo. De acuerdo con la última Encuesta sobre Hábitos de Uso de Efectivo (EHUE) del Banco de España, el uso de dinero en efectivo a diario aumenta a medida que se incrementa la edad. Así, mientras el 48% de los jóvenes lo emplea para efectuar pagos a diario, el porcentaje entre los mayores de 54 años se eleva hasta el 77%.
Del mismo modo, el medio más habitual para obtener dinero en efectivo en España es el cajero automático, con un 74,5% de uso, al que le sigue a mucha distancia la oficina bancaria física (9,1%).
Por ello, el Defensor del Pueblo solicitó a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que realizara un estudio en el que buscar vías para suplir la falta de cajeros automáticos en zonas rurales. Como respuesta, las soluciones halladas por la comisión se dividen en iniciativas públicas y en iniciativas privadas.
Por un lado, la CNMC propone, como iniciativas privadas, implementar el cashback y cash-in-shop, mientras que por otro lado propone, a nivel público, valorar distintas alternativas, como los ofibuses.
Cashback
Tanto el cashback como el cash-in-shop implican, en definitiva, utilizar los comercios locales que ya existen a modo de cajeros.
En el caso del cashback, la mecánica es la siguiente: el cliente que quiera obtener dinero en efectivo acude a un comercio, compra uno o varios y productos y los paga con su tarjeta. Durante el cobro, el cliente solicita que, además de la cuantía de los productos que va a comprar, se le cobre una cantidad extra, equivalente a la cantidad que desea retirar del 'cajero'. Así, el establecimiento le cobrará la cantidad correspondiente de los productos que ha comprado y le devolverá en metálico el extra que ha solicitado. La CNMC lo explica con el siguiente caso práctico:
"Una persona que compre con su tarjeta en un supermercado alimentos por valor de 60 euros podría pedir que le añadieran a su compra 40 euros más y que le den esta cantidad en efectivo. De esta manera, le cobrarían en su tarjeta bancaria 100 euros, los 60 euros de la compra y los 40 euros que el supermercado le daría en efectivo, ahorrándole al consumidor un viaje posterior a un cajero automático".
Cash-in-shop
En el caso del cash-in-shop, la mecánica es algo distinta. Aquí no hace falta adquirir ningún producto, sino que, directamente, el cliente solicita al establecimiento la retirada de dinero en efectivo, que se cobrarán de su tarjeta.
Según explica la comisión, ambos métodos implican beneficios tanto para los consumidores como para los comercios. Para los primeros, supone el ahorro de desplazamientos hasta otros cajeros u oficinas, así como el trato personalizado propio de los comercios minoristas, fundamental para personas de edad avanzada. Para los segundos, la prestación de este servicio les puede repercutir en una mayor clientela, así como la generación de ingresos extra por parte del banco al prestar el servicio que deberían realizar las entidades bancarias.
Ofibuses
El caso de los ofibuses es más sencillo; básicamente, consiste en crear oficinas móviles dentro de autobuses, aunque con ciertas limitaciones. La medida no es tan innovadora, puesto que ya existen. De hecho, según la CNMC, este servicio ya se ofrece en 827 municipios de toda España.