Economía

Los hogares monoparentales liderados por mujeres ya no sólo hacen malabares para pagar la vivienda

  • El esfuerzo para costear los estudios de los hijos es cada vez mayor
  • Esto pone en riesgo una generación, que podría acabar peor formada
  • El acceso al empleo se ve torpedeado por los prejuicios del mercado laboral
Foto: IStock

Ser madre soltera en España es sinónimo en la mayoría de los casos de una situación económica precaria. Llegar a fin de mes supone hacer malabares para cubrir los gastos básicos y, en determinados casos, el ahogo llega a tal nivel que empieza a afectar a la capacidad para costear los estudios de los hijos, abriendo la puerta a una generación peor formada que sus madres.

El 12º informe Monoparentalidad y empleo de la Fundación Adecco analiza las dificultades que enfrenta esta tipología de hogares, especialmente cuando están encabezados por mujeres. El filtro de género en la encuesta se explica en que el 1.944.800 hogares monoparentales que se contabilizan en España (los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística son de 2020) en la actualidad, el 81,4% lo lidera una mujer (1.582.100). Asimismo, ellas son mayoría en desempleo y parcialidad. Esta realidad desemboca en muchos casos en una realidad económica deficiente.

Primera conclusión de la encuesta: el 80% de las mujeres en desempleo y al frente de una familia monomarental lucha diariamente contra la pobreza. Esto coincide con los resultados del informe AROPE, que cifra en un 49,1% el riesgo de pobreza y/o exclusión social en estos hogares, muy por encima de la media nacional, del 27,1%. De las mujeres encuestadas, las ocho de cada diez que se reconocen en esta situación declaran vivir bajo una gran presión económica, con grandes dificultades para mantener a su familia (98%), redes de apoyo muy limitadas y sensación de aislamiento (95%) y una merma importante de su autoestima y salud mental (93%).

El desempleo actúa como una agravante de la pobreza y exclusión en las familias monoparentales. El 80% de las mujeres al frente de una familia de este tipo, y en situación de desempleo, se identifica con una situación de pobreza y/o exclusión y "lucha" diariamente por combatirlas. Dicho de otro modo, ocho de cada diez mujeres en esta situación vive bajo una gran presión económica, con grandes dificultades para mantener a su familia (un 98%, dentro de ese 80%), redes de apoyo muy limitadas y sensación de aislamiento (un 95%, dentro de ese 80%), así como una merma importante de su autoestima y salud mental (un 93%, dentro de ese 80%).

La directora de Inclusión de la Fundación Adecco, Begoña Bravo, indica que este resultado "refleja cómo el desempleo en las familias monoparentales coloca a las mujeres en una situación de vulnerabilidad extrema" y recuerda que "la pobreza en este contexto no solo es material, sino que está profundamente conectada con una exclusión social que se manifiesta en la dificultad para acceder a servicios esenciales como salud, educación o vivienda, además de la marginación en espacios sociales y laborales", con la repercusión correspondiente en la salud mental.

En este sentido, el 93,8% de las mujeres encuestadas manifiesta algún grado de dificultad para llegar a fin de mes: el 46,9% termina la mensualidad con mucha dificultad, el 31,3% lo hace con dificultad y el 15,6% reconoce cierta dificultad.

El ahogo de la vivienda crece... y el riesgo de los estudios también

Estas dificultades económicas se traducen en obstáculos para cubrir gastos básicos como la vivienda (87,5%) -la mayor partida mensual va en aumento con los precios disparados-, la educación de sus hijos (53,1%), la alimentación (50,6%), los suministros (46,9%), la ropa (40%) o el ocio (31,3%). Los resultados indican que la mayoría de los porcentajes se han incrementado con respecto al informe anterior, lo que significa que el coste de vida se ha elevado, pero no el poder adquisitivo de estas familias.

Entre los datos, llama la atención el aumento de la dificultad de las mujeres que lideran hogares monomarentales para afrontar los gastos derivados de la educación de sus hijos (del 40,6% de 2023 al 53,1% de 2024). El 57,1% de ellas tiene un nivel de estudios medio-alto (Universidad y/o FP) pero su realidad económica eleva un riesgo de un menor acceso de sus hijos a los estudios y, por tanto, de un nivel educativo de estas inferiores al de sus progenitoras. Bravo considera que "estamos ante una alarmante previsión de una próxima generación con menor formación y/o empleabilidad que la de sus progenitoras" y alerta de que si no se abordan las dificultades estructurales que enfrentan las familias monoparentales "corremos el riesgo de dejar atrás a toda una generación, perpetuando un sistema en el que la situación económica de las madres determina el futuro de sus hijos y en el que se amplían las brechas sociales".

La contradicción se hace evidente para las mujeres que lideran familias monoparentales: necesitan empleo de manera urgente (es el único sustento económico del hogar) pero encuentran más dificultades que otras personas para conseguirlo. Esto se debe a varios factores, entre los que destacan los prejuicios y estereotipos instalados en el mercado laboral, que cuestionan su capacidad o dedicación, la ausencia de medidas de conciliación en los entornos laborales o falta de oportunidades para formarse en áreas de alta empleabilidad. En este sentido, Bravo recalca que "las mujeres al frente de una familia monoparental encuentran barreras de entrada al mercado laboral, ya que a menudo se cuestionan sus competencias y dedicación, así como su capacidad para equilibrar trabajo y familia".

El acceso a un empleo digno se vuelve vital: un 93,1% de las encuestadas considera que es la principal vía para salir adelante y dar a sus hijos un futuro más prometedor. Pero la realidad es otra: cuatro de cada 10 mujeres al frente de una familia monoparental (46,9%) lleva más de un año buscando empleo (un 43,8% lleva entre uno y dos años y un 3,1% más de dos años) y el 52,6% se plantea trabajar en la economía sumergida o irregular, ante la urgencia de ingresos económicos.

Esto se debe a la propia discriminación laboral por su situación personal. El 82% cree que su realidad familiar trunca sus perspectivas profesionales. De hecho, el 85% del total de consultadas no encuentra una jornada laboral adaptada a sus necesidades y un 66,3% pone de manifiesto la "carga emocional" que dificulta la concentración y el foco en la búsqueda activa de empleo.

Además de un empleo digno, otros factores que creen que les ayudarían a mejorar su situación son el apoyo psicológico (87,5%), las oportunidades de capacitación que incrementen su empleabilidad (81,9%) o un mayor acceso a subvenciones económicas y/o ayudas públicas (75,9%).

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