
BBVA Research ha revisado al 2,9% su previsión de crecimiento de la economía española para el cierre de 2024, cuatro décimas más. El servicio de estudios del banco se apoya en las revisiones estadísticas, el consumo de las familias y también el público para justificar la mejora en las perspectivas. Que España siga creciendo más que Europa cuando el Viejo Continente está en mitad de un naufragio no es noticia y ya queda analizar hasta cuándo será capaz: los economistas advierten que terminará pesando la tendencia de los vecinos en un contexto de 'economía de amigos', con un comercio cada vez más regionalizado. Sin aliados potentes, el dinamismo es menor.
La buena evolución de la economía española descansa en una mejora de la competitividad del sector servicios, en contraste con la debilidad que presentan la industria en consonancia con la eurozona y también EEUU. España terminará el curso anotándose tasas del 0,7% y del 0,6% en los últimos dos trimestres del año, mientas el próximo curso moderará su crecimiento hasta el 2,4%.
España está sabiendo aprovechar la necesidad de mano de obra que necesitan los negocios del sector servicios para incorporar a fuerza laboral intensamente, la mayoría inmigrantes. La política fiscal sigue apoyada en la demanda interna. Los hogares siguen gastando (y ahorrando) en un entorno de menor subida de precios y ya con menores tipos de interés.
La realidad es que en España hay un efecto combinado de ahorro en niveles récord junto con un positivo comportamiento del gasto. Las familias españolas gastan tanto como si la situación fuera de inestabilidad y el futuro fuera oscuro, cuando la creación y el crecimiento del PIB están en niveles récord; y la previsión es que la inflación siga creciendo a un menor ritmo que los salarios en promedio. En comparativa, las familias 'yankis' dilapidan casi todo su ahorro porque no perciben el futuro con tanta incertidumbre.
El crecimiento, realmente, no está siendo de toda la calidad que debería. De nuevo, España se apoya en el capital humano para generar empleos, actividad y, en definitiva, Producto Interior Bruto a base 'manos'. La incorporación de fuerza laboral es sinónimo de crecer en cantidad, pero no en calidad. Los economistas del servicio de estudios de la entidad advierten que deberíamos estar viendo muchas más mejoras de productividad de las que estamos viendo, pero eso también se consigue con inversión y un cambio de modelo productivo.
La inversión pone la nota negativa y amenaza con calar en el tejido empresarial justo ahora que tenemos a la economía europea 'a tiro'. Tras se capaces de salir de un agujero mayor tras la pandemia, el gasto público ha sostenido el 60% de la recuperación, según BBVA Resarch. El fuelle a corto plazo durará tanto como aguanten las exportaciones de servicios turísticos. El mercado exterior tiene margen de mejora en el caso de las exportaciones no turísticas, más cualificadas, que han mejorado especialmente en los últimos años.
Pero el nivel de inversión está yendo relativamente mal, especialmente decepcionante por las falsas expectativas que habrían generado los fondos europeos hasta la fecha. Los economistas de BBVA Research observan prácticamente estacando el nivel de ejecución y licitación de los fondos 'Next Generation'. Es la inversión el indicador que mejora el crecimiento potencial a largo plazo, y España estaría siendo incapaz de avivarla.
A medio plazo y en términos fiscales, las cuentas públicas dejan luces y sombras. El 'efecto denominador' derivado del crecimiento del PIB rebajará el déficit (sobre el PIB) por debajo del 3% incluso este año, librando a España de un ajuste mayor por la entrada en vigor de las nuevas reglas fiscales. La cruz: que las pensiones, la mayor partida de gasto social, tienen un déficit permanente del 3%.