Economía

La educación financiera entre generaciones: ¿Por qué mis abuelos tenían más dinero ahorrado que yo a mi edad?

Dos casas, varios hijos, vacaciones... y todo con una sola nómina mensual. No es una adivinanza ni la sinopsis de ninguna serie ni película (aunque bien podría ser el resumen de las primeras temporadas de Cuéntame), es la realidad que vivían la gran mayoría de los hogares españoles entre los años 70 y 90. Un modelo familiar consecuencia de la bonanza económica de esos años que lejos queda de la situación macroeconómica actual que afecta, de manera especial, a los más jóvenes.

Las comparaciones son odiosas, pero en este caso resulta fundamental poder mirar hacia atrás y conocer el punto exacto en el que todo se desmoronó. Según el portal web Fotocasa y portal de empleo Infojobs, en los últimos 10 años los salarios han crecido un 3,4% mientras que el precio de la vivienda se ha incrementado de media un 8,5%. Más lejos aún, hace 40 años un trabajador necesitaba 2,5 años de salario para pagar una casa, ahora la media está en casi 8 años.

Es una obviedad entonces que la vida está más cara y que el esfuerzo de ahora es quizá algo mayor que el de nuestros padres o abuelos. Aunque hay algo que une a ambas generaciones, la (escasa) cultura financiera, y algo más grande que las separa, la capacidad de ahorro.

Si de algo puede presumir la 'generación silenciosa' o la 'baby boom' es de la gestión económica familiar, en donde cada gasto era observado con lupa, pese a que nada tenía que ver con el mayor o menor conocimiento general de la economía, ni de su funcionamiento. Y ahora sucede igual: según el último informe PISA de la OCDE, 8 de cada 10 españoles no conocen los conceptos básicos de la economía, pero, sin embargo, la capacidad de ahorro ha descendido bruscamente.

Más necesidades, más gastos

En los años 80, un matrimonio de 30 años con familia numerosa de 3 hijos podía vivir bien con un solo sueldo, irse de vacaciones en verano y hasta comprarse una segunda residencia. En la década de 2020, apenas existen matrimonios veinteañeros (los españoles nos casamos con más de 33 años de media), tan solo en el 33% de los hogares viven niños y la edad media para comprarse una casa es de 41 años. Ni hablar de invertir en una segunda propiedad.

Unos cambios bastante significativos si tenemos en cuenta uno de los grandes avances sociales del s. XX como fue la incursión de la mujer al mundo laboral. Entonces, ¿Por qué aun habiendo dos sueldos se ha reducido la capacidad de ahorrar?

La respuesta simple es que hoy en día tenemos muchos más gastos que hace 50 años. La respuesta compleja es que el contexto social ha dado un vuelco de 180º a consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008 que puso en jaque a toda la macroeconomía mundial. Aun así, las prioridades y el estilo de vida han cambiado, y algunos gastos modernos como tecnología o el entretenimiento pueden desviar más recursos que en el pasado.

Pero, a la misma vez que han aumentado los gastos también se han visto reducidos los ingresos, o mejor dicho el poder adquisitivo. Los salarios han cambiado con el tiempo, pero no son tan altos en comparación con los de antes, lo que mengua significativamente la partida destinada al ahorro.

Para hacernos una idea, a mediados de los años '70, el sueldo mínimo fijado era de 8.400 pesetas, unos 50 euros, el equivalente a más de 880 euros actuales. Casi la misma cifra que el sueldo mínimo establecido en 2019 (900 euros). Está claro entonces que los costos de bienes y servicios han aumentado con el tiempo, y lo que era asumible antes para nuestros abuelos en términos de ahorro es probable que no lo sea ahora para nosotros debido a factores como la inflación.

Y entre lo que antes sí y ahora no, la vivienda. En los últimos 10 años los salarios se incrementaron más de un 3% pero la vivienda lo hizo hasta el 8,5% provocando la inestabilidad que ahora caracteriza a mercado inmobiliario. De hecho, según el Banco de España, cada español necesita realizar un esfuerzo del 40% de su nómina para destinarlo al alquiler o al pago de la hipoteca.

Solo el 20% conoce términos como TIN y TAE

Dada la brecha del contexto económico de hace 50 años con el actual, resulta lógico pensar que la capacidad ahorrativa no mantenga el mismo nivel. Sin embargo, un interrogante sobrevuela las finanzas de los hogares españoles, y es que la accesibilidad de ahora a la educación financiera es mucho mayor de la que tuvieron nuestros padres y abuelos: ¿Por qué no la aprovechamos?

Quizá, la evidencia más realista a la situación de los hogares españoles es que el Día de la Educación Financiera tan solo lleva celebrándose desde 2015, y este año lo hará el próximo 7 de octubre bajo el lema 'Finanzas digitales: Aprende, Innova y Avanza'. Una fecha necesaria teniendo en cuenta que según el Banco de España 8 de cada 10 españoles no conocen conceptos básicos como inflación la diferencia entre TIN y TAE.

Términos básicos como diversificación, liquidez, plazo fijo e interés compuesto, básicos para el ahorro y una próspera economía familiar. Aunque la peor parte se la llevan los más jóvenes: 1 de cada 4 alumnos en España no tiene el nivel básico en competencias financieras, a pesar de que más del 50% posee algún tipo de cuenta bancaria, según el mismo informe de la OCDE.

En la misma línea, el informe 'Las finanzas de los nativos digitales y millennials españoles', realizado por Fundación Mutualidad, recalca "que la proporción de adultos jóvenes que tiene una comprensión adecuada del concepto de interés simple y compuesto es bastante inferior a la de adultos más mayores". Una diferencia porcentual de 68,4% frente al 61,4% en el caso del simple, 59,4% 48,1%

Es llamativo que la proporción de adultos jóvenes que tiene una comprensión adecuada del concepto de interés simple y compuesto es bastante inferior a la de adultos más mayores (7 puntos porcentuales inferior en el caso del interés simple, y más de 11 puntos porcentuales inferior en el del interés compuesto). Del análisis de la tabla se deriva que, por el contrario, no se aprecian diferencias por edades en la comprensión del concepto de diversificación, y apenas las hay para el de inflación.

Así, una de las diferencias más notables es la mentalidad hacia el dinero. Para muchas generaciones anteriores, el ahorro era un valor fundamental. Vivir por debajo de sus posibilidades era la norma, y gastar de manera impulsiva era visto como irresponsable. Las enseñanzas sobre la importancia del ahorro se transmitían de padres a hijos, creando una cultura donde guardar dinero era esencial para asegurar un futuro.

¿Es culpa de la tecnología?

No obstante, era el valor hacia el dinero lo que sustentaba el ahorro familiar y no unos conocimientos propios o una educación concreta. Hoy en día, aunque la educación financiera ha ganado terreno, todavía existe una falta de comprensión sobre cómo gestionar los recursos de manera efectiva. Además, la rapidez de la vida moderna y la omnipresencia de la tecnología han cambiado la forma en que interactuamos con el dinero, a menudo fomentando el consumo inmediato en lugar del ahorro.

De hecho, han sido los avances tecnológicos y la transformación digital la que ha cambiado nuestra relación con el dinero. Las compras en línea y el acceso instantáneo a préstamos bancarios y de otras entidades, pueden llevarnos a gastar más de lo que realmente tenemos. La gratificación instantánea es más atractiva que la paciencia que requiere el ahorro. Mientras que nuestros abuelos podían experimentar una relación más tangible y menos inmediata con sus finanzas, nosotros lidiamos con un flujo constante de ofertas y estímulos que pueden dificultar el ahorro.

La desigualdad entre nuestros ahorros y los de nuestros abuelos puede parecer desalentadora, pero también nos ofrece una oportunidad para reflexionar y aprender. Al incorporar lecciones sobre el ahorro y la inversión en nuestras vidas y familias, podemos crear una nueva cultura de responsabilidad financiera. Es crucial reconocer que, aunque el contexto ha cambiado, los principios fundamentales de la gestión del dinero, como vivir dentro de nuestras posibilidades y planificar para el futuro, siguen siendo relevantes.

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