
Los expertos y las fuentes empresariales consultadas por elEconomista.es son unánimes a la hora de criticar la propuesta del PP para implantar la jornada laboral de cuatro días semanales. Los populares introducen varias salvaguardas en su iniciativa, como la flexibilidad total en la negociación entre empresas y trabajadores –y en la aplicación por sectores–, además de vigilar estrechamente que no haya perjuicios para la productividad. No obstante, las opiniones consultadas coinciden en que el daño infligido precisamente a esta última variable, el tradicional talón de Aquiles de la economía española frente a sus comparables, sería inevitable.
En el ámbito empresarial, además de criticar que el PP no haya detallado todavía su propuesta a las patronales, consideran "desnortada" la pretensión de que una jornada de 9,5-10 horas de duración de lunes a jueves no merme el rendimiento por hora y por trabajador. Esas mismas fuentes ven también muy difícil la negociación con "flexibilidad total" entre empresa y empleado para la redistribución del tiempo de trabajo.
Ángel de la Fuente, director de Fedea, reconoce igualmente que necesita conocer más detalles de la propuesta popular de reducir la jornada laboral a cuatro días: "Yo no estoy muy seguro de entender los pormenores", comenta. En todo caso, De la Fuente anticipa un preocupante descenso de la actividad: "Si cada vez menos gente trabajara los viernes, ¿qué hacemos, cerramos el país?", pregunta. De la Fuente también advierte de que muchas empresas se verían obligadas a contratar más personal a medio o largo plazo, lo cual podría generar complicaciones adicionales en su organización interna.
Por su parte, Francisco de la Torre, economista e inspector de Hacienda destaca que a priori "las jornadas interminables nunca son una buena idea. Resulta inevitable que el rendimiento acabe reduciéndose". España tiene un problema con la productividad, y "creo que eso no se soluciona con esta propuesta". Por otra parte, "lo que habría que dar es más margen al acuerdo entre empresas y trabajadores, más que hacer este tipo de propuestas en una ley", añade.
En esta misma línea, Javier Santacruz, analista financiero y profesor universitario, se posiciona también radicalmente en contra dado que "la "redistribución de las horas como ahora la plantea el PP me parece un disparate monumental". "Nuestro problema no es de distribución de horas sino de la eficiencia por hora trabajada. Ahí somos un desastre", asegura.
"Echamos muchas horas y lo hacemos de manera muy poco productiva, y eso en muchas profesiones y sectores se puede agravar si lo que se hace es concentrar las horas en cuatro días". Santacruz considera que ésta es una idea muy antigua, que se puede remontar al siglo XVIII, a La riqueza de las naciones de Adam Smith, y ha llevado a una mala interpretación del principio de división del trabajo.
Gonzalo Gómez de la Calle, profesor de Economía de Comillas Icade, considera que la concentración de la jornada laboral tiene varios inconvenientes. Principalmente, teme que, pese a la flexibilidad que promete el PP, la adecuación de la medida a diferentes sectores sea en la práctica mucho más compleja".
Daño para las pymes
Pero también "supone un gran riesgo y peligro de cara a las pymes y a otras empresas donde resulta especialmente necesaria la competitividad". "Una concentración de la jornada actual supone perjuicios para un país como España que sufre el fenómeno de la productividad inversa". En otras palabras, el profesor sostiene que cuando crecemos en PIB, paradójicamente nuestra productividad baja, porque la mayor parte de los servicios o de los sectores que contratan son los que demandan o requieren una alta intensidad de mano de obra y son servicios de poco valor añadido.
Florentino Felgueroso, investigador asociado de Fedea, considera que es complicado tener una visión clara sin más detalles sobre cómo se implementaría esta reducción de jornada. Felgueroso explica que se deben especificar para qué y por qué se toma esta medida. "Hay que evaluar la intención. Si dicen que es para lograr una mayor conciliación, habrá que ver cómo se organiza". El experto menciona a elEconomista.es la posibilidad de que, con una semana de cuatro días sin reducir el número de horas, "habrá cuatro días con mucha más carga horaria", lo que repercutirá en el rendimiento de los trabajadores.
Además, advierte que "si el objetivo es repartir empleo", habría que evaluar en qué sectores se podría contratar más personal para cubrir ese día adicional de descanso. "Lo que está claro es que, en ningún caso, se puede tener un café para todos", concluye, destacando la necesidad de más detalles y claridad en los objetivos que se quieren cumplir con esta medida.
Valentín Pich, presidente del Consejo General de Colegios de Economistas de España, expresa también su preocupación, advirtiendo que puede generar una visión negativa del trabajo. Señala que los jóvenes podrían sentirse impulsados a trabajar menos horas y días, lo cual considera problemático. Pich destaca que, aunque la conciliación es importante, esta debe adaptarse a las características de cada sector.
Santiago Sánchez, economista y profesor en la UCAV, opina que la propuesta del Gobierno responde más a la necesidad política de Yolanda Díaz de diferenciarse que a un criterio económico, y tiene un fuerte tinte político. Sánchez critica que reducir la jornada laboral sin ajustar salarios es un error ideológico que no genera empleo, sino que lo reparte, lo que podría empobrecer a la sociedad y elevar los costos laborales, afectando especialmente a las pequeñas empresas. Además, coincide con sus colegas que no todas las empresas son iguales, y aplicar una medida uniforme sin considerar las diferencias en productividad es un error. Afirma que la clave para mejorar las condiciones laborales está en aumentar la productividad mediante la innovación, adaptando cada empresa a su contexto. Además, sostiene que la decisión sobre la jornada laboral debe ser acordada entre empresas y trabajadores, y no impuesta por el Gobierno, respetando la negociación colectiva.
Por otro lado, Manuel M. Molina López, vicedecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales y Codirector Cátedra CEU-CEPSA Digital, considera que la propuesta del PP resulta interesante, "siempre y cuando no afecte a elementos como la competitividad y la productividad". Si se plantea bien, "la concentración de jornada laboral en cuatro días podría suponer incluso un ahorro de costes fijos para las empresas (menores gastos en suministros)".
No obstante, las estadísticas avalan la unánime preocupación que los expertos muestran por la productividad española. Desde 2015, el crecimiento de esta variable en nuestro país ha sido del 2,5%, en contraste con el 4,7% en los países de la Unión Europea, lo que evidencia un distanciamiento de cada vez mayor envergadura. Durante una de las sesiones organizada por Fedea y el Colegio General de Economistas hace unos meses, se señaló como problemática la subida del 50% del salario mínimo interprofesional (SMI) en los últimos cinco años, mientras que la productividad se ha mantenido estancada.
Además, la productividad ha disminuido en casi todos los sectores en comparación con la media europea, excepto en la agricultura, donde España supera a la media de los Veintisiete en un 14%.
La legislación vigente ya contempla la posibilidad de que las empresas y sus trabajadores acuerden jornadas compactadas en España, en un tipo de políticas semejantes a las que el PP propone actualmente, pero esta flexibilidad no soluciona el problema de la productividad.