El flamante primer ministro británico, Keir Starmer, ha presentado este miércoles su programa de Gobierno, en boca del rey Carlos III, y lo ha hecho poniendo sobre la mesa todas sus principales promesas electorales, con una serie de nacionalizaciones como primer plato. El Partido Laborista, pese a haber moderado su programa desde los años de Jeremy Corbyn (lo que le ha costado una enorme fuga de votos de protesta de su ala más radical), ha querido dejar claro que está mucho más a la izquierda de lo que estuvo con Tony Blair. El líder laborista de los años 90 llevó al partido a abjurar de las nacionalizaciones y abrazar la empresa privada para alegría de Margaret Thatcher, que lo consideró "su mayor éxito". Starmer, por contra, quiere deshacer alguna de las privatizaciones que firmó la 'Dama de Hierro' y volver a apostar por la gestión pública.
Y la principal es un impulso de 8.300 millones de libras a la energía limpia que se canalizará a través de una compañía eléctrica pública, con la que pretende revolucionar el mercado y competir con las firmas privadas del sector. La firma, Great British Energy, tendrá su sede en Escocia y se dedicará a "producir, almacenar y distribuir" energía renovable, especialmente mediante la construcción de numerosas plantas eólicas por todo el país. Starmer ha levantado el veto a la energía eólica, que estaba paralizada hasta ahora por orden de los sucesivos Gobiernos conservadores, y su objetivo es multiplicar estas plantas por todo el país. Y para asegurarse de que se construyen y de que el sector privado no las rechace, las dejará en manos de esta empresa pública, que tendrá como objetivo convertir a Reino Unido en un "líder mundial de las energías renovables".
Pero la empresa no tendrá solo un buen saco de dinero para gastar en estas inversiones. El nuevo Gobierno se ha comprometido también a reformar las leyes de planeamiento urbano, que hasta ahora permiten a los Ayuntamientos bloquear la construcción de casi cualquier cosa (viviendas, líneas de tren, tendidos eléctricos, empresas...) o poner una gran cantidad de trabas que acaban disparando su coste final. El objetivo será facilitar la instalación de plantas eléctricas y de los tendidos para transmitir esa electricidad por todo el país, reduciendo los costes y acortando los plazos. Y, de paso, propone construir 1,5 millones de viviendas en esta legislatura, especialmente en los alrededores de Londres, para combatir el aumento disparatado de los precios.
La lista de nacionalizaciones no se queda ahí: también ha anunciado que la antigua empresa pública ferroviaria, Great British Railways, volverá a manos estatales, deshaciendo la privatización impulsada por Margaret Thatcher a principios de los años 90. Y también permitirá a los ayuntamientos gestionar las redes de autobuses de sus áreas metropolitanas, que hasta ahora estaban en manos privadas.
Coto a la "explotación laboral"
Otra de sus promesas es una reforma del Estatuto de los Trabajadores, que obligue a las empresas a establecer la paridad salarial y regule de forma estricta los modelos de contratos, como el de "cero horas" (sin horarios fijos establecidos), que suponen la "explotación" de los empleados.
Además, su programa promete cobrar el IVA a los colegios privados, con lo que espera recaudar dinero suficiente para contratar 6.500 profesores para la pública, y dar más protecciones a los inquilinos, prohibiendo los desahucios "sin causa justificada". Es decir, que los contratos de alquiler deberán renovarse automáticamente de forma indefinida mientras no haya un motivo legal que acredite la expulsión del inquilino. Y también prohibirá las llamadas "terapias de conversión" que prometen 'curar' a personas LGTB+ y 'convertirlas' en heterosexuales, una medida que los conservadores debatieron durante una década pero que no llegaron a sacar adelante por las fuertes divisiones internas que desataba el tema.
Todo estos movimientos muestran que el giro a la izquierda del partido tras la derrota de Gordon Brown en 2010 no son flor de un día. Es cierto que Corbyn se fue tan a la izquierda que Starmer ha podido parecer un moderado centrista en comparación, pero las medidas anunciadas por el nuevo Gobierno dejan claro que el actual primer ministro no quiere seguir la 'tercera vía' de Blair, sino algo mucho más progresista.
De paso, Starmer ha anunciado que recuperará algunas de las leyes que presentó el anterior 'premier' Tory, Rishi Sunak, y que se quedaron a mitad de camino por la convocatoria electoral anticipada. Una de ellas es la prohibición del tabaco de por vida para las personas nacidas a partir de 2009, y otra es la ley para regular el fútbol inglés, que pretende vetar la entrada de dichos equipos en una Superliga europea que no esté autorizada por la UEFA. Si hay algo que Blair sí que reconocería es la idea de robar una parte del programa Tory para dar una pátina de centralidad a su proyecto de Gobierno.