Economía

Del monte nepalí al monedero japonés: el papel de los billetes de yen crece a los pies del Everest

El Everest desde el lado nepalí. Foto: iStock

Japón acaba de sacar a circulación unos nuevos billetes de yen tras 20 años desde el último rediseño. Los 'papeles', más seguros gracias a la tecnología holográfica que da una apariencia tridimensional a los rostros plasmados en ellos, existen gracias a un negocio que supo ver y explotar Nepal sin el que hoy no habría sido posible imprimir el renovado efectivo.

La clave está en las llamativas plantas que tiñen de amarillo las escarpadas colinas que conforman el Himalaya. Es el argeli o mitsumata (en japonés), aunque su nombre oficioso es el de 'arbusto de papel', y en él comienza el proceso que acaba en la impresión de billetes.

El procesamiento de las largas y duras fibras de esta mata perenne deriva en un papel fino y duradero. Si bien es originaria de la zona del Himalaya, Japón llegó a cultivarla, pero la producción empezó a decaer -entre otras cosas, por la falta de mano de obra en el campo, los escasos herederos de esa labor ante la baja natalidad y la fuga a las ciudades- hasta prácticamente desaparecer.

Se les conoce por ser la puerta de entrada para quienes quieren intentar conquistar el Everest, pero los pueblos nepalíes a los pies de la cordillera más alta de la Tierra, siguen mirando hacia la agricultura. La planta de papel supone un espaldarazo a los modestos ingresos de estas comunidades; uno de los países más pobres del mundo proporciona dinero efectivo a uno de los más ricos.

Hacer de la escasez japonesa, virtud nepalí

Nepal supo leer el negocio. Pesa a lo avanzado de la sociedad japonesa y al impulso de los pagos digitales, el efectivo sigue estando presente en el 60% de las transacciones del país, según datos de 2023 del Ministerio de Economía, Comercio e Industria japonés. Muy por detrás de otros países del entorno como China, donde el efectivo ha desaparecido casi por completo.

La cadena de suministro nepalí se puso en marcha en los años 90, cuando los trabajadores del campo empezaron a entender el potencial del cultivo de esta planta y ha aumentar poco a poco la producción hasta convertirse en la principal fuente de ingresos en yenes del país.

Antes de que los yenes lleguen a los monederos de los japoneses, hay un largo proceso de fabricación y un viaje de miles de kilómetros. La planta se cultiva a principios de verano, se cosecha en otoño y, durante meses, se procesa la corteza con vapor para después pelarla, lavarla y secarla.

De la capital nepalí, el producto es transportado hasta la ciudad de Calcuta, para desde allí salir en barco a Japón, donde entra por Yokohama. El último paso se hace en territorio japonés, donde ese bruto se procesa y se imprime en la Oficina Nacional de Imprenta nacional.

Hay negocio para rato

Fuera de ser un negocio en retirada, en caso japonés hace intuir a Nepal que habrá trato para rato ya que, además de la leve implantación de los pagos digitales, estos nuevos billetes -de los que las autoridades planean imprimir cerca de 7.500 millones antes de que acabe el año fiscal- requieren más materia prima que los antiguos.

Gracias a esta industria, las vulnerables comunidades nepalíes que cultivan la planta pueden disfrutar de nuevas instalaciones e infraestructura y cuentan con mayor estabilidad financiera, algo importante en un país donde el sueldo medio mensual apenas supera los 200 euros.

Antes de la renovación de los billetes, con la última cosecha del 'arbusto de papel', sólo en el distrito de Ilam las ventas a Japón ascendieron a más de 180.000 yenes (unos 1.114 dólares), es decir, generó un ingreso de cerca de 30.000 yenes (185 dólares) para cada uno de los seis grupos de agricultores de ese distrito.

Según el Observatorio de Complejidad Económica (OECE), en 2022, los artículos de papel y los restos de papel -que incluyen otros productos además del papel usado como moneda- representaron más del 9% de las exportaciones de Nepal a Japón, por un valor de 1,2 millones de dólares.

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