
Son un negocio de temporada, concretamente de verano, aunque ya hay tantos que la primavera y el otoño son también carne de cañón para los promotores. Los festivales han pasado de ser una atracción más del buen tiempo a despuntar como revulsivo económico no sólo para España sino también para inversores extranjeros, que no quieren dejar escapar el potencial de un negocio en auge.
El informe 'Impacto económico en la industria de la música en directo', elaborado por OBS Business School (Planeta Formación y Universidades) y dirigido por la profesora Elena Mir, pone las cifras a esta tendencia que atrapa especialmente a perfiles de entre 35 y 44 años pero que tiene al grupo de 18-24 años como el que más crece.
La salvación, como dice el grupo estrella en los festivales este año (Arde Bogotá) en una de sus canciones más aclamadas, estaba en la música en directo. El sector batió récord de facturación en 2023 con 578 millones de euros, un 26% más que el año anterior. El golpetazo de la pandemia queda atrás más por la subida del precio de las entradas (+48%) que por el aumento de asistentes (que sigue por detrás de 2020). Conseguir una de las pulseras del verano que identifican a los 'festivalers' costó el año pasado, de media, 80 euros, frente a los 58 de 2022. Con este panorama, la opción del streaming o el live streaming atrapa cada vez a más adeptos como forma barata de consumir música.
Pese a esta suerte de fuga de parte del público, las giras de artistas de primer nivel también superan los datos de venta de entradas de 2022, con Manuel Carrasco en primera posición entre los nacionales con 365.652 asistentes y Coldplay en el top 1 de los internacionales (221.000 asistentes). Los carteles de abonos o entradas agotadas se suceden y la ampliación de fechas, en el caso de los conciertos individuales, es ya costumbre. Los tickets se agotan a las pocas horas (Coldplay colocó 200.000 entradas en 24 horas en su periplo catalán del año pasado) incluso para eventos a año vista, y muchos fieles seguidores de festivales cazan su abono según sale a la venta, incluso antes de conocer el cartel.

Este fenómeno no escapa al inversor extranjero. De hecho, los evidentes beneficios económicos que indican las cuentas han llevó al fondo estadounidense Providence Equity Partners a adquirir el año pasado a The Music Republic, la promotora del Festival Internacional de Benicasim (FIB) y del Arenal Sound por 120 millones de euros.
Este último, que se celebra en el municipio valenciano de Burriana, se erigió el año pasado como el festival que reunió a más público: 300.000 personas, por delante del Primavera Sound de Barcelona (243.000) y del Viña Rock de Villarrobledo (240.000). Si se mide la facturación, ganó el Primavera Sound, que el año pasado se desdobló en Barcelona y Madrid e ingresó 150 millones de euros en cada localización.
Según el informe, la numerosa programación de eventos musicales que se celebran anualmente en el territorio nacional (más de 800 conciertos al aire al año) ha afianzado a España como uno de los 15 mercados más importantes a nivel mundial de la música en vivo.
Imán para el turismo internacional y acicate del empleo temporal
Con el turismo como gran aliado, la unión de conciertos y viajes (el denominado turismo musical) ha situado al país a como principal destino de festivales y música en directo del mundo, según datos ofrecidos por el director general del Instituto de Turismo de España (Turespaña), Miguel Sanz Castedo. Las cifras que maneja OBS estiman que un 10% de los asistentes a eventos musicales en España llegan de fuera del país, y son más de la mitad del público (52%) en el caso del Primavera Sound.
Este atractivo turístico, que deriva principalmente de los precios más competitivos en España que en otros países en este tipo de eventos, no sólo es una fuente de ingresos para las promotoras y las instituciones que apuestan por ellos sino que, de manera indirecta favorece, a sectores como los de alojamiento o la restauración y pone en el mapa internacional distintas zonas geográficas españolas. Las cifras también son históricas: si se suman todas las ramas que toca el turismo de festivales, en 2023 España ingresó por este concepto 13.853 millones de euros en 2023, según datos del INE.
El revulsivo económico tiene una derivada también en el mercado laboral. Los festivales y macroconciertos son generadores de miles de puestos de trabajo temporales cada año. Camareros, limpiadores, mantenimiento, seguridad, técnicos de sonido... las contrataciones de los eventos de esta magnitud se multiplican en verano. Sólo el Arenal Sound creó 4.700 empleos el año pasado, 3.000 el BBK Live de Bilbao o 2.300 el FIB, según datos de su promotora.
Las ofertas para trabajar en festivales se multiplican en los portales de búsqueda de empleo, sobre todo las destinadas a perfiles más jóvenes, con jornadas de en torno a las 8 horas diarias y salarios por hora varía se mueve entre 9 a 13 euros para puestos que van desde camarero o jefe de barra hasta montador.
Grandes -y dispares- retos por delante
El apogeo del sector no escapa de varios retos ya presentes. Cazar cabezas de cartel es el primero en un momento de furor musical en el que hacer una gira en solitario reporta más beneficios económicos que compartir escenario con otra decena de artistas. Es la opción a la que están volviendo grandes estrellas con capacidad de convocatoria suficiente para cubrir por sí solos grandes aforos sin necesidad de inflar sus giras con festivales, por lo que la única opción para convencerles es pagarles más.
El otro roto en el bolsillo viene de la ola ecofriendly. Hacer estos eventos multitudinarios más sostenibles es hoy en día una obligación tanto para las promotoras como para los artistas. Según el informe de OBS, el año pasado cada asistente generó 5,2 kg de CO2, a lo que hay que sumar el gasto energético del recinto, el desplazamientos del público o el elevado consumo de botellas de plástico. La obligatoria implantación de sistemas de vasos retornables o la instalación de puntos de suministro de agua potable no envasada para los asistentes en vigor desde julio de 2023 (Real Decreto 1055/2022) es otro bocado a los ingresos de las promotoras, que reclaman más subvenciones para poder ofrecer un servicio de calidad y adaptado a las necesidades.
En este punto destaca el Cruïlla, en Barcelona, que se convirtió el año pasado en el primer gran festival nacional alimentado 100% con energía renovable, marcando la ruta a seguir por el resto de colegas.