
La historia de ensueño de la recuperación económica de Italia tras la pandemia se puede acabar convirtiendo en una de pesadilla. El nexo entre los extremos es el conocido como Superbonus, la medida de alivio fiscal aprobada por el Ejecutivo gobernante en Italia durante el estallido del covid que ha disparado el sector de la construcción. Si, por un lado, el impulso de la gigantesca medida ha espoleado a la economía italiana a unas tasas de crecimiento inéditas en décadas, permitiéndole presumir incluso ante sus socios del norte de Europa; por el otro, la 'resaca' puede ser dolorosa. El elevado coste de la medida amenaza a una siempre volcánica deuda pública italiana al mismo tiempo que la prensa local publica y el actual y principal partido gobernante, Fratelli d'Italia, replica que la mafia se habría beneficiado de la misma, derivada siempre delicada en el país transalpino.
No se puede negar. Italia se ha revelado como la gran sorpresa positiva de la eurozona en los últimos años. En el primer trimestre de 2024, el PIB superó en más de cuatro puntos porcentuales su nivel pre-covid, registrando el mejor comportamiento entre las cuatro grandes economías de la región (respecto a Alemania, Francia y España). Aunque se esperaba cierto desgaste en el primer cuarto de este año, la economía italiana volvió a sorprender en el inicio de año. El PIB creció en el primer trimestre un 0,3% intertrimestral, impulsado en gran medida por el empuje de la demanda externa. El pasado jueves, el Instituto Nacional de Estadística (ISTAT) anunció que la economía italiana crecerá un 1% este año, gracias al aumento de la demanda interna. Esta cifra es superior a la estimación anterior de un crecimiento del 0,7%. La previsión es que el producto interior bruto aumente un 1,1% el año que viene.
Como señalan los analistas de CaixaBank Research en una ficha sobre Italia publicada esta semana, este positivo resultado de la economía italiana "descansa en el impulso de la construcción (ha crecido casi un 36% desde el cuarto trimestre 2019), muy beneficiada por el Superbonus". Este artefacto conocido como Superbonus (se podría traducir como una super-bonificación) es una medida de desgravación fiscal en vigor desde julio de 2020 consistente en una deducción del 110% de los gastos incurridos para la realización de intervenciones específicas de construcción orientadas a la eficiencia energética y a la seguridad sísmica (Italia registró una media de más de 44 terremotos al día en 2023).
Las intervenciones financiadas incluyen aislamiento externo, marcos de ventanas eficientes, sustitución de sistemas de calefacción y aire acondicionado e instalación de sistemas de generación de energía renovable, según explica la web de la Comisión Europea. En el mismo pliego se recoge que la intención inicial del plan era la de permitir la renovación de más de 100.000 edificios, con una superficie total mejorada de más de 36 millones de metros cuadrados (de los cuales 3,8 millones son a prueba de terremotos). También se esperaba un ahorro de energía de aproximadamente 191.000 toneladas equivalentes de petróleo al año con una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de aproximadamente 667.000 toneladas de CO2 al año.
"El Superbonus fue introducido por el Gobierno de Giuseppe Conte en 2020 para reactivar la economía tras la depresión provocada por el coronavirus. Concede a los propietarios de viviendas créditos fiscales por valor del 110% de los costes incurridos en la rehabilitación energéticamente eficiente de sus inmuebles. La medida, prevista inicialmente hasta finales de 2021, se ha prorrogado varias veces", explica Marco Wagner, economista de Commerzbank. Para tener una idea de la potencia de fuego de la medida, en un informe de primavera del banco alemán se señalaba que el auge de la construcción residencial, espoleado por la misma, ha hecho que el PIB real de Italia aumente 2,25 puntos porcentuales desde 2019.

Los testimonios recogidos por la prensa italiana e internacional hablan de una absoluta avalancha de reformas que ha hecho a muchas empresas del sector de la construcción registrar una magnitud de pedidos y encargos inédita en años. La magnitud del éxito del Superbonus la da su coste. El propio Gobierno italiano estima que el importe de estas subvenciones ascendía, hasta abril de 2024, a unos 219.000 millones de euros, más del 10% del PIB anual. Este coste explica que el déficit público alcanzara en 2023 el 7,4% del PIB, casi 2 puntos porcentuales por encima de las previsiones del Gobierno.
"El Superbonus ha ejercido una importante presión sobre las cuentas públicas en los últimos tres años", constatan los economistas del servicio de estudios de CaixaBank. "Para los próximos años el Gobierno anticipa una corrección del déficit fiscal que, aunque resulta algo más optimista de lo que contempla la Comisión Europea, es bastante realista. Pese a esta reducción estimada para el déficit fiscal en los próximos años, las ratios de deuda seguirán aumentando y podrían alcanzar casi un 142% del PIB en 2025", escriben. En 2023 la deuda pública cerró en el 137,3% del PIB.
Para el economista alemán Max Krahé, el Superbonus es "sin duda, fiscalmente costoso (aproximadamente un 3,7% del PIB en 2023, aunque con distribución anticipada en la contabilidad), pero al mismo tiempo ha sido un incentivo eficaz (+30% de inversión en vivienda) y , pese a ello, la actividad constructora de Italia sigue por debajo de su nivel en 2000". "Italia es ahora la gran economía europea con mejores resultados, un gran contraste con la década de 2010. Pero el crecimiento se ha visto impulsado por el derrochador plan Superbonus, que disparó la inversión en construcción y disparó el déficit público. Sin él, Italia estaría entre las economías con peores resultados", se muestra más crítico Daniel Kral, estratega de Oxford Economics.
Alarma desde el FMI
El elevado coste del Superbonus ha hecho sonar las alarmas nada menos que desde el Fondo Monetario Internacional (FMI). Un informe del fondo fechado el pasado 20 de mayo recoge que "el exuberante gasto en renovación de viviendas, financiado con generosos créditos fiscales, y el aumento de la utilización de los cuantiosos recursos del Plan Nacional de Recuperación y Resistencia (PNRR), financiado por la UE, han contribuido a los buenos resultados" de la economía. Pero los autores del mismo advierten de que "es probable que el estímulo al crecimiento derivado de los créditos fiscales a la vivienda haya sido bastante limitado en relación con la cuantía de los recursos fiscales gastados, debido a las fugas hacia las importaciones, el considerable descuento de facturas, el aumento de los márgenes de precios en la construcción, el desplazamiento de otras inversiones y el uso indebido de fondos públicos, y la contribución a la actividad real también ha disminuido con el tiempo". Desde el organismo se estima que el Superbonus añada 1,9 puntos porcentuales del PIB a la deuda cada año en el período 2024-2029.
Los economistas del FMI justifican en el escrito un ajuste fiscal más rápido de lo previsto para reducir el ratio de deuda con gran confianza y reducir los riesgos de financiación: "Los pasivos por créditos fiscales ya acumulados aumentarán aún más la deuda en los próximos años. El déficit primario ha disminuido, pero la brecha con el superávit primario del 1,75% por ciento que prevalecía antes de la pandemia sigue siendo muy grande debido a la lenta eliminación de las políticas temporales de la era de la crisis, a pesar de la fuerte posición cíclica de la economía".
Su conclusión es que se necesitará un superávit primario mucho mayor, cercano al 3% del PIB, para garantizar una reducción gradual del ratio de deuda. "El ajuste anticipado para acercarse a ese objetivo en 2025-26 puede realizarse con un coste modesto para el crecimiento mediante una retirada más rápida de las medidas ineficaces o temporales, incluida la supresión de las subvenciones a la renovación de viviendas y las medidas para compensar la elevada inflación, con una actividad amortiguada por el aumento simultáneo del gasto y las reformas del PNRR", zanjan.

Pero la sombra política del Superbonus es tan alargada como la económica. Está previsto que el programa de rebajas y exenciones fiscales a la construcción aprobado en 2020 siga vigente hasta el 31 de diciembre de 2025. Los porcentajes de subvención del coste de la obra irán disminuyendo progresivamente: durante 2020-2022 ascendía al 110%; en 2023, al 90%; en 2024, al 70%; y en 2025, al 65%. La actual primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y su partido, Fratelli d'Italia, han cargado contra la medida desde sus comienzos y han luchado en los pasillos parlamentarios para recortarla lo más posible. Precisamente, la expiración de las condiciones más generosas impulsó un aumento sustancial de la participación el año pasado, especialmente en el cuarto trimestre, con un gasto total en el Superbonus y el bonus de fachada del 3,9% del PIB en 2023 y del 9,2% del PIB anual desde su lanzamiento, recoge un informe de Fitch.
Meloni ha cargado en repetidas ocasiones contra la medida, argumentando que propicia una economía "subvencionada" que favorece sobre todo "a los ricos" y que propicia el fraude, prometiendo su pronto repliegue. Pero en el siempre alambicado juego de la política italiana, no todo es tan fácil. Uno de sus socios de gobierno, el partido Forza Italia, del ya fallecido Silvio Berlusconi, ha defendido reiteradamente el Superbonus, destacando el vigor que ha dado a la economía italiana y alertando del abismo que se abrirá en la misma si se acaba repentinamente con él.
La última pugna se vio a finales de mayo. El ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, cercano a Meloni, conseguía que la Cámara de los Diputados votase a favor de la propuesta a la que ya se había dado luz verde en el Senado: que los gastos incurridos sobre el Superbonus se deduzcan por obligación y no opcionalmente en diez años, en lugar de cuatro, como hasta ahora. El punto más polémico de la medida y que no agradó en Forza Italia es que este condicionante se aplicará también de forma retroactiva para todas aquellos gastos registrados en lo transcurrido de 2024.
A favor del relato de Meloni han llegado recientes informaciones de que la mafia se habría beneficiado de una medida a la que, claman sus detractores, no se le pusieron controles ni una vigilancia suficiente. Hasta 2.000 millones de euros en créditos fiscales falsos relativos al Superbonus habrían caído en manos de bandas mafiosas, según ha adelantado Il Sole 24 Ore, destacado periódico financiero en Italia. El fraude perpetrado contra el Estado italiano se habría llevado a cabo con la complicidad de profesionales que parecían estar "fuera de toda sospecha". Los fondos se habrían desviado a las familias criminales de la 'Ndrangheta, la Camorra y la Stidda siciliana (antigua oposición a la Cosa Nostra). La estimación la ha realizado la DIA italiana, la División de Investigación Antimafia, y se cree que es una cifra aproximada. Los miles de millones permitirían a las organizaciones mafiosas financiar el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas.
"La Dirección de Investigación Antimafia informa que de los Superbonus queridos por Conte y el Partido Democrático (el principal partido socialdemócrata en Italia, socio de Movimiento 5 Estrellas en el Gobierno de Conte en 2020) y de los otros bonus han llegado al menos 2.000 millones a las bandas mafiosas. Fratelli d'Italia y el gobierno Meloni han puesto fin a todo esto, para apoyar aún más el trabajo de los ciudadanos honestos tras el récord de empleo alcanzado en los últimos meses", clamaba hace poco Lucio Malan, líder Fratelli d'Italia en el Senado.