Economía

Vallas al Monte Fuji: Japón se satura por el turismo descontrolado que aprovecha la debilidad del yen

  • El cambio de moneda más favorable en décadas ha impulsado las visitas al país
  • La mano de obra es insuficiente, como la capacidad de las infraestructuras 
  • Los locales sufren la peor parte: depreciación de su moneda y subida de precios
Operarios instalando la valla para impedir la famosa foto del Monte Fuji en Kawaguchiko. Foto: Reuters

Kawaguchiko se ha convertido en la máxima expresión del hartazgo de ciertos lugares turísticos de Japón ante una llegada de visitantes tan creciente como descontrolada. La debilidad del yen ha disparado los viajes de extranjeros que buscan visitar el país aprovechando el cambio de moneda más favorable en décadas. Sin embargo, la situación que empezó tras la pandemia está generando una disyuntiva nacional en un país que quiere hacer del turismo como una de sus principales armas económicas.

Desde la ciudad de Kawaguchiko hay unas vistas privilegiadas al Monte Fuji, icono del país. Es uno de los lugares marcados en el mapa por quienes no quieren irse de Japón sin haber visto el imponente cono volcánico en el que culmina la montaña sagrada más venerada por los japoneses. En los últimos meses, el clamor se ha multiplicado a la par que la llegada de turistas, y también las molestias a los residentes.

En una hora son decenas los autocares de excusiones que atraviesan la calle principal del lugar, desde donde se toma una de las panorámicas más virales del momento en redes sociales: el Fujiyama detrás de una tienda de conveniencia, los establecimientos tipo 7 Eleven que son también 'emblema' de Japón. Para hacerse la ansiada fotografía hay que situarse en medio de la carretera, y eso ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia.

Turistas en la zona de Kawaguchiko de la foto viral del Monte Fuji. Foto: Reuters

Hace unos días, unos operarios colocaron a lo largo de la vía una valla de 2,5 metros de alto para impedir el paso y evitar problemas mayores, como atropellamientos. La solución no ha estado exenta de debate y ha generado una fricción en el país en torno a la gestión del turismo.

Japón lleva años intentando aumentar la llegada de turistas y en los últimos años, con el yen en mínimos, lo está consiguiendo. En lo que va de 2024 ya ha recibido 11,6 millones de visitantes, el nivel más alto de la historia para ese periodo, según los datos de la Organización Nacional de Turismo del país. De igual manera, ha ampliado las nacionalidades de los visitantes: si antes los turistas atraídos por Japón procedían principalmente de China, Corea del Sur y Taiwán, ahora también encandila a visitantes de distintos países de Occidente, especialmente de EEUU y Francia.

La duda es si el país está preparado para absorber tantas llegadas de extranjeros. La escasez de mano de obra para cubrir puestos en hoteles o restaurantes apunta a que no. El país, de intrínseca reticencia a contratar empleados extranjeros, está viéndose obligado a tirar de mano de obra 'externa' para dar abasto a las necesidades de la avalancha de turistas. También está aumentando los subsidios para automatizar ciertas labores: la instalación de máquinas de auto check-in está proliferando.

El caso de Kawaguchiko no es único. Además de la capital, Tokio, hay otras grandes áreas metropolitanas donde suelen quedarse los turistas (Kioto, Osaka o Nagoya) que están sintiendo la presión del turismo, con unas infraestructuras que no dan abasto y con el riesgo que puede suponer para el patrimonio cultural la sobreexposición al turismo. La proliferación de cámaras de seguridad en lugares must para los viajeos o el reciente 'impuesto' de 2.000 yenes (12 dólares) para subir al Monte Fuji -además de reservar con antelación- son algunas de las primeras medidas que toma el país para controlar la situación.

Hay otra derivada del 'sobreturismo'. La llegada masiva de extranjeros está generando problemas entre los locales de ciudades como Kioto por el aumento del coste de vida. El alza de los precios en vuelos u hoteles, de hecho, está haciendo que los ciudadanos japoneses, afectados por la depreciación de su moneda, reduzcan los gastos en turismo interior, que está recuperando los niveles de 2019 de manera mucho más lenta que el exterior.

En su última rueda de prensa, Ichiro Takahashi, director de la Agencia de Turismo de Japón, reconoció que "necesitamos lograr un equilibrio entre aceptar turistas y garantizar la calidad de vida de los residentes locales".

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