
Las tractoradas han conseguido que la Comisión Europea 'aparque' la reducción del uso de fitosanitarios un 50%, pero Bruselas mantiene en su agenda la Directiva de Emisiones Industriales, las normas de bienestar animal o la Ley de la Restauración de la Naturaleza que el sector rechaza de forma tajante.
Las movilizaciones agrarias tanto en Europa como en España han hecho que la Comisión Europea "aparque" una de las normativas que más perjuicios tiene para la actividad agrícola: la reducción del uso de los fitosanitarios un 50%.
Sin embargo, no es la única normativa que planea de forma amenazadora sobre el campo. Una de las más temidas es la revisión de la Directiva de Usos Industriales, que obligaría a miles de explotaciones familiares ganaderas a cumplir con un protocolo de reducción de emisiones muy costoso y concebido esencialmente para grandes empresas industriales. La Comisión tiene la intención de incluir a las explotaciones ganaderas de porcino, aves de corral y vacuno que superen las 350 unidades de ganado. Descárguese aquí gratis la revista elEconomistaAgro
Otra de las "bestias negras" para el sector es la Ley de la Restauración de la Naturaleza que pretende impulsar la mejora de la biodiversidad. La Ley, que afectaría a casi el 40% de la superficie de nuestro país, incluye duras restricciones a la actividad agrícola y ganadera. "Con la introducción de la cláusula de no deterioro, por ejemplo, si estás en una zona protegida no se podría hacer un cobertizo para que los animales se refugien de los lobos", explica desde Asaja Bruselas, José María Castilla, que califica la norma de "barbaridad". La Ley se vota en el Parlamento Europeo este 27 de febrero, un día después de la celebración del Consejo de Ministros de Agricultura.
Castilla destaca también las disposiciones previstas en materia de bienestar animal, que obligará a ampliar granjas, lo que requeriría grandes inversiones, o a reducir censos. Las normas en el transporte de animales serían especialmente lesivos para países como España y Portugal. "Si se pone un límite máximo de viaje de 6 horas no se podría llegar de Cádiz a Madrid", ejemplifica José María Castilla.
Además, se fija unos límites máximos de temperatura para viajar en 30 grados, algo que no está ajustada a la realidad española. "Incluso se podría dar la paradoja de que las personas pasen más calor que los propios animales", señala Castilla.