
Alemania no es "el hombre enfermo de Europa". Simplemente no ha dormido y necesita un buen café para volver a funcionar al máximo, según ha asegurado en el Foro de Davos el ministro de Hacienda germano, Christian Lindner, que aseguró que una inyección de cafeína económica será suficiente para que su país se recupere.
"Después de un período muy exitoso desde 2012 y tras unos años de crisis, Alemania es un hombre cansado después de haber dormido poco por la noche", opinó Lindner en el panel final del Foro Económico Mundial. "Alemania no es un hombre enfermo". Pero la dosis de cafeína que Lindner tiene en mente no es el aumento del gasto público que los expertos esperan, dada su difícil posición constitucional, que impide al Ejecutivo incurrir en déficit. El ministro de Hacienda, de 45 años, se ha jugado su reputación en mantener una política fiscal estricta y, en lugar de inyectar gasto público, promete medidas para fortalecer el lado de la oferta en la economía alemana y ayudar a las empresas a producir más y más barato.
"Ahora es la hora de tomarse una buena taza de café, lo que significa reformas estructurales. Y entonces seguiremos teniendo éxito económico", afirmó. Pero los economistas creen que esas reformas no son un sorbo rápido de café expreso, sino más bien un bote de medicina económica amarga que los ciudadanos no tienen muchas ganas de tragarse.
En las últimas semanas, la mayor economía de la eurozona ha empezado a dar señales de alarma. El año pasado, su PIB se contrajo un 0,3%, lastrado por la inflación persistente, los altos precios de la energía y una débil demanda externa. El problema es que esos frenos no tienen visos de desaparecer en el medio plazo, lo que ha puesto al país ante lo que puede ser una crisis existencial para su economía.