
Las buenas cifras de crecimiento de la economía española, por encima del resto de países del euro, y los datos positivos de inflación y empleo han servido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para llamar a la inversión en España ante la élite económica mundial. En la que es su quinta vez en el Foro Económico Mundial, el líder del Ejecutivo ha pedido a las empresas responsabilidad para que "sus beneficios lleguen a toda la población" y crear una "nueva ortodoxia económica y social".
En un contexto marcado por la polarización y por la pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos, el presidente del Gobierno abogó por crear un nuevo "paradigma de prosperidad: una nueva ortodoxia económica y social". En su reflexión ha rechazado "las posturas neoliberales" que consideran que la responsabilidad de las empresas "es aumentar los beneficios de los accionistas. Estas son ideas equivocadas", ha afirmado el líder del Ejecutivo, que posteriormente ha argumentado que "los españoles saben que las políticas neoliberales no funcionan. Que recortar en el sector público, cuando surgen problemas, no tiene sentido".
Así puso sobre la mesa que "hay un ciclo virtuoso entre crecimiento y su redistribución" y apeló a la "responsabilidad de las empresas" para que "los beneficios de su crecimiento lleguen a toda la población". Se trata, a juicio de Sánchez, de un "año crucial para el futuro del orden internacional y de las sociedades liberales" y recalcó que es igual de importante "trabajar por una prosperidad y un triángulo virtuoso entre sociedad, empresa y gobiernos para fomentar la igualdad y la sostenibilidad". Algo que ha puntualizado, "no será fácil".
La colaboración entre el Gobierno y las empresas ha sido uno de los puntos que quiso enfatizar el líder socialista. "Las empresas necesitan a los Gobiernos para crecer e innovar", ha aseverado en un llamamiento a que ambas partes actúen de forma responsable, colaboren y "construyan puentes". Y mando un mensaje en este sentido: "el Gobierno español es su aliado, no su rival".
"Piensen a largo plazo", instó Sánchez para abordar los grandes retos, "para tender puentes, potenciar sinergias y establecer nuevas formas de colaboración público-privada", ha exhortado.
La crisis climática ha vertebrado el arranque del discurso del presidente del Gobierno. Pidió a los líderes imaginar un futuro, en 2030, en el que no se alcanzaron los objetivos de desarrollo sostenible ni los marcados por el Acuerdo de París. Un escenario en que la temperatura del planeta superó la subida de 1,5 grados y en el que la desinformación y la polarización ha reducido el número de democracias. Un futuro en el que la inteligencia artificial y la digitalización no se han gestionado de forma adecuada. Y ha lanzado una pregunta: "¿este escenario sería bueno para sus negocios?".
"El futuro que describo no es una distopía. Es posible", ha proseguido Sánchez. Ha puesto sobre la mesa tres conflictos, el de Ucrania y apoyó la conferencia de paz planteada esta misma semana por el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en Suiza. Se ha referido a la "guerra olvidada" de Siria. Y ha lllamado ante las élites económicas mundiales a pedir "un alto al fuego inmediato" en el conflicto de Gaza, a celebrar una conferencia internacional de paz y a avanzar en "solución de dos Estados" entre Israel y Palestina.
Tres conflictos que le sirvieron para apuntalar la resposabilidad histórica: "no podemos por lo tanto equivocarnos como nos ha ocurrido en otros momentos, en otros lugares, tenemos que ser coherentes y defender los mismos principios y valores cada vez que se produzcan violaciones. Tenemos que luchar por el diálogo, por el Estado de Derecho y por la paz".
En un año marcado por las convocatorias electorales, tanto en Estados Unidos como en la UE, el presidente del Gobierno ha expuesto el riesgo que representa el alza de la extrema derecha. "La realidad es que solo es un síntoma de un problema más profundo: la erosión de las clases medias y trabajadoras", ha aseverado para subrayar que son las mismas clases que "no siempre se han beneficiado de las transformaciones económicas de las últimas décadas".
El alza de la inflación derivada de la crisis energética a la que dio lugar el estallido del conflicto en Ucrania y el chantaje ruso, ha derivado en una "pérdida de poder adquisitivo". Esta coyuntura se traduce como un "problema" para "aquellos que han construido el sistema con su sacrificio". En este escenario, Sánchez ha hecho gala de los buenos datos económicos de España: "hemos demostrado que la competitividad económica y la prosperidad de la gente no es incompatible".
El avance de las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial despiertan importantes preocupaciones en los ciudadanos, tal como ha reconocido Sánchez. Ante lo que ha pedido prestar menos atención "a las promesas vacías de algunos gurús del Silicon Valley a los que les interesa más conseguir seguidores o trepar por la lista Forbes que el verdadero progreso de la humanidad".