
El 2024 llega cargado con una maleta de propósitos. De fechas tan relevantes como las elecciones europeas o las elecciones en Estados Unidos que marcarán la senda de los próximos años y desafíos tan estratégicos como la mejora de la competitividad del bloque comunitario, la diversificación de las relaciones comerciales o el impulso al sector de la defensa. Un nuevo año toma y se revela crucial para desginar la cúpula institucional comunitaria.
Por lo pronto, el arranque del ejercicio se ha traducido en que Bélgica tome presidencia del Consejo de la UE, dando el relevo a España. No es que su papel como árbitro de las negociaciones en los consejos de ministros de la UE vaya a ser sencillo, pero la presidencia española ha allanado el camino para zanjar dos expedientes legislativos tan importantes como la reforma de las reglas fiscales o el pacto migratorio. A tiempo antes de las elecciones europeas del próximo junio.
Bruselas cuenta con tres meses para cerrar estas dos prioridades, como parte de unos 60 dosieres en los que avanzar. La revisión del presupuesto comunitario hasta 2027 será uno de los platos fuertes, con una Cumbre de líderes extraordinaria ya convocada para febrero en la que dilucidar si los Veintisiete son capaces de dar con una fórmula con la que continuar dotando de apoyo económico a Ucrania, explican fuentes diplomáticas.
Urge resolver tales cuestiones antes de los comicios europeos, del fin del actual ciclo legislativo. La convocatoria de entre el 6 y el 9 de junio alberga mucho de trascendental ante el auge de la extrema derecha en los gobiernos del Club. La sorprendente victoria del ultraderechista Geert Wilders en Países Bajos el pasado noviembre siembra la cita de preocupación. Italia, Suecia o Finlandia reafirman tal desvelo y la participación ciudadana adquiere un papel crucial, también por el reparto de altos cargos en las instituciones de la UE.
"Los votantes deberían estar tan preocupados en las elecciones europeas como en las nacionales", indica el CEO del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS), Karel Lannoo. En juego está, a su juicio, la legitimidad democrática, ante el empuje de las formaciones ultraderechistas que endurecen el tono ante la migración, ante la guerra en Ucrania o la ampliación de la UE así como el coste que conlleva para los bolsillos europeos.
Aunque Lannoo considera tan importante como las elecciones europeas los comicios en Estados Unidos. La perspectiva de una etapa de tensiones con Washington como la que se vivió con el presidente republicano Donald Trump entre 2016 y 2022 proyecta desasosiego en el bloque. La incertidumbre no se refleja solo en la política arancelaria en el ámbito comercial, todavía vigentes en el acero y aluminio, sino el papel que Estados Unidos puede jugar como miembro de la OTAN en la guerra en Ucrania y por su tan determinante apoyo contra Moscú.
La otra promesa de Bélgica es darle un impulso a la competitividad y el mercado único frente a los subsidios chinos y las políticas de Estados Unidos que promueven la compra de productos made in America. La intención, explican fuentes diplomáticas, es tener "reglas claras" sobre las ayudas de Estado a nivel comunitario. "Estandarizadas", apuntan las mismas fuentes, en un intento por evitar desigualdades entre Estados miembro con mayor o menor músculo fiscal. "Más predecibles para las empresas", para que aúne las estrategias del Pacto Verde y las políticas de la agenda climática.
La política exterior y la defensa serán otros ejes prioritarios antes de que termine la presidencia belga del Consejo de la UE. Antes de cederla a Hungría. Un relevo más que incierto sobre la deriva que el Gobierno ultraderechista de Vítkor Orbán pueda adoptar en la segunda mitade del año. Aunque el inicio de un nuevo ciclo legislativo le restaría cierto peso.
La óptica de la guerra de Ucrania
Tras una pandemia y una guerra que han expuesto lo perjudicial de las dependencias de un solo socio comercial, la política exterior se presenta como uno de los puntos en los que los Veintisiete deberán llegar a una óptica común. La idea es diversificar y encontrar los socios comerciales "correctos", apuntó el CEO del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS), Karel Lannoo, observando de cerca la relación que mantienen con Moscú. Al hilo del último punto será también relevane el gasto en defensa. La partida que destinan los Estados miembro deberá aumentar hasta el 2% del PIB, desde el 1,2% en el caso de España. Un incremento que podría fortalecer a la industria si se gestiona a nivel de mercado comunitario y no nacional.