
El conflicto entre Israel y Hamás, tras el ataque por parte del grupo terrorista, puede sacudir las economías del mundo. El temor a una escalada ha hecho que muchos inversores miren asustados a Oriente Medio, con el temor de que una entrada de Irán (activa o pasiva) en el enfrentamiento, pueda desatar un rally en el petróleo que aseste un duro golpe al mundo. Mucho se ha hablado de los problemas que tendrían los bancos centrales de Occidente para contener la inflación a raíz de este conflicto, pero ahora, en Israel, uno de los debates que atraviesan al país es el golpe económico que este conflicto puede desatar en la joven república hebrea.
La economía de Israel siempre ha tenido que convivir con guerras, pero todas estas se han caracterizado por una gran intensidad y corta duración. El ataque de Hamás sobre la frontera con Israel, que se cobró la vida de 1.400 personas y supuso el secuestro de 150 israelíes, parece haber llevado al país a un plano muy diferente. "Esta guerra llevará tiempo, será larga, pero con la ayuda de Dios, venceremos", dijo el presidente del país Benjamin Netanyahu tras el ataque, que posteriormente ha insistido en que se tratará de un enfrenamiento a 'fuego lento'.
This morning, on Shabbat and a holiday, Hamas invaded Israeli territory and murdered innocent citizens including children and the elderly. Hamas has started a brutal and evil war.
— Benjamin Netanyahu - ?????? ?????? (@netanyahu) October 8, 2023
We will be victorious in this war despite an unbearable price. This is a very difficult day for all…
La guerra del Sinaí, en la que Israel luchó contra Egipto junto a sus aliados por la crisis del canal de Suez, se resolvió en apenas 9 días. La Guerra de los Seis Días en la que Israel derrotó a Egipto, Jordania y Siria duró menos de una semana, como su propio nombre indica. Por su parte, el Yom kippur duró menos de un mes, del 6 al 26 de octubre de 1973. Otros conflictos más duraderos, como la lucha contra la insurgencia palestina, fueron de menor intensidad, permitiendo mantener su prosperidad. Pese a todos los enfrentamientos, el país nunca cayó en recesión oficialmente hasta la llegada del covid.
Sin embargo, las nuevas características de este conflicto y el momento en el que llegan, suponen una auténtica amenaza. Con apenas 9 millones de ciudadanos y un PIB de 521.690 millones de dólares, el país de se encuentra con que debe afrontar importantes desafíos económicos si quiere aguantar un pulso en Oriente Medio durante una "larga guerra" en la Franja de Gaza. A pesar de que la OCDE tenía claro antes del conflicto que el país crecería un 2,9% en 2023 y un 3,3% en 2024, el ataque podría haberlo cambiado todo.
La crisis del Shekel en el peor momento
La fortaleza económica de Israel depende en buena medida de una moneda fuerte. En ese sentido, el país se ha encontrado en relativos problemas debido a las subidas de interés frenéticas por parte de la Fed y, en menor medida, del BCE, como casi todas la divisas de países emergentes. Ante el aumento de los precios de la energía y la oleada inflacionaria de las políticas expansivas poscovid, tanto la institución norteamericana como la europea se han encomendado a fuertes alzas en el 'precio del dinero' para contener al IPC. Esto ha producido, en particular en el caso norteamericano por la gran resistencia de su economía, un repunte del billete verde. Y si el dólar está fuerte, a la mayoría de países emergentes les toca sufrir por el debilitamiento de las monedas nacionales. Si además hay una dependencia exterior de bienes o materias primas, el dolor se multiplica.
En ese sentido, la moneda israelí, el shekel, venía ya en caída libre frente al dólar antes del ataque. Desde máximos del año ya habían retrocedido un 12% y, desde máximos de 2022, la caída ya era de más del 20%. Estas pérdidas no han hecho más que incrementarse desde que arrancase el conflicto y, desde el día del ataque ya pierde un 4,7% adicional en el cambio con la moneda norteamericana. Con estas caídas ya se encuentra en su nivel más bajo en siete años.
Para Israel, el déficit en la balanza comercial es una constante, con lo que le toca sufrir. En agosto, se situó en 2.787 millones de dólares, con el empuje de unas importaciones que superaron los 8.000 millones, frente a los 5.200 millones de exportaciones. En lo que llevamos de año, el déficit comercial suma 21.400 millones. Cada año, Israel gasta un 28% de su PIB solo en importaciones, según los registros del Banco Mundial.
Israel, que no tiene grandes fuentes de recursos básicos, debe la principal fuente de su riqueza a industrias que dependen de compras de materias primas al extranjero. Según la OCDE "Israel depende en gran medida de compras exterior debido a sus limitados recursos para satisfacer sus necesidades". La organización alude especialmente a energía y alimentos, pero la realidad es que este déficit se aplica a casi todos los sectores en los que opera el país. De hecho, el gran problema vendría en estas áreas, pues la economía de Israel parece suficientemente fuerte como para no verse afectada por el conflicto.
Al margen del sector tecnológico, la joya de la corona de la economía israelí, se asienta sobre una potente industria y, particularmente, sobre el negocio del diamante. El país se gasta el 28% de sus importaciones íntegramente en comprar maquinaria y equipos con el que sostener su sector secundario y un 11% de los mismos en adquirir diamantes para su cortado y posterior venta.
"Las previsiones (de la OCDE) sobre Israel dependen de que la inflación siga bajando"
Al margen de sus compras de los productos más claves para su economía, el mayor riesgo está en su IPC. En el último informe de la OCDE, relativo a septiembre, la organización ha remarcado que estas buenas cifras dependen de que "la elevada inflación del país retroceda". Tras una subida relámpago de los tipos por parte del Banco de Israel del 0% al 4,75%, Israel ha conseguido devolver la inflación al 3,8% en septiembre, aunque la subyacente sigue algo más alta, sobre el 4%. Una debilidad de su moneda sumada a la subida del precio del petróleo, que ha repuntado con el conflicto hasta el entorno de los 90 dólares (el barril europeo Brent), pueden debilitar su lucha contra la escalada de los precios.
Con todos estos factores y conscientes del peligro, Israel ya ha intentado sujetar al shekel desde el principio del conflicto. El Banco de Israel anunció al día siguiente de los hechos que vendería 30.000 millones de dólares en moneda extranjera para proporcionar liquidez necesaria para el funcionamiento de los mercados y para "mantener la estabilidad de la moneda". A pesar de que se han ralentizado las caídas, estas se han mentido con el paso de los días y los expertos creen que seguirán en los próximos meses.
"Está claro que las repercusiones de la escalada del conflicto se sienten principalmente en el shekel", dijo Helen Given, operadora de divisas de Monex USA en Washington. "Aunque el banco central ha dejado claro que intentará detener la hemorragia de la moneda, no veo que el shekel regrese a sus niveles de principios de este mes hasta que el conflicto en la región disminuya. Por su parte, los estrategas de Citigroup, Luis Costa y Bhumika Gupta, defendieron en su último informe que "esperamos que el shekel probablemente siga teniendo un desempeño inferior debido a la incertidumbre actual, incluso si el ritmo de la posible depreciación es limitado por el Banco de Israel".
Sin embargo, Israel tiene una gran ventaja, una baja deuda (60% del PIB) que le permite tener un mayor déficit a costa de acelerar su crédito. Sin embargo, el consenso de los mercados cree que el país puede emplear otras herramientas como bajar los tipos de interés para espolear su economía, un escenario que ya dan como el más probable. "En vista del importante impacto económico negativo de la guerra, y teniendo en cuenta la caída de la inflación en septiembre, se espera que el Banco de Israel reduzca pronto el tipo de interés en aproximadamente 50 puntos básicos", explicó el Gil Bufman, economista jefe del Banco Leumi, en su última nota a los inversores.
No hay trabajadores y el golpe al turismo
Al margen de la balanza comercial hay un problema muy serio para su economía, su estrecho mercado laboral. La tasa de paro israelí se encuentra en mínimos históricos, situándose en el 3,1%, una situación de pleno empleo. En un país donde las empresas tienen serios problemas para encontrar empleados, ahora, el Gobierno ha llamado a filas a 300.000 reservistas que abandonan sus puestos. Además, muchas empresas que están en zonas más cercanas al conflicto o que ya no cuentan con su suficiente mano de obra, directamente han dejado de operar.
La patronal de industria del país estima que solo la situación actual, en la que 1,3 millones de ocupados no han acudido a su puesto de trabajo, lo que se ha saldado con un coste para Israel de 1.000 millones de dólares. "No hay duda de que la guerra es un duro golpe económico para la economía". Explica Ron Romer, presidente de la asociación. "La industria israelí en particular sufre actualmente una falta de trabajadores como resultado".
"Los costes de la movilización actual serían, al menos de un 1,5% del PIB"
Según el Banco Hapoalim, la principal entidad de Israel, solo la pérdida de todos estos médicos, banqueros, profesores… repercutirá directamente en el PIB del país. Según Modi Shafrir, estratega del banco, "a pesar de que es muy difícil hacer estimaciones sobre una guerra en curso, se puede suponer que los costes serían, como mínimo, un 1,5% del PIB (debido a la movilización)". Eso sin tener en cuenta el aumento del gasto militar y los daños adicionales propios de una guerra (combates, reconstrucción, sabotaje a fábricas...).
El experto realiza este cálculo basándose en la Segunda Guerra Líbano (2006), que duró apenas 34 días y que engulló un 1,3% del PIB israelí. Matiza, en ese sentido, que una guerra más larga y con otras características podría tener un impacto aún mayor. "La experiencia muestra el impacto de la guerra en el PIB se siente principalmente en el consumo privado, pero se espera que la gran movilización de las fuerzas de reserva y la evaluación de que la guerra actual durará muchas semanas e incurrirán en más daño directo a la economía de Israel en comparación con otros conflictos que ya conocemos", dijo Shafrir.
Sin embargo, el Banco Central del país mantiene la confianza en que la guerra no cambiará el rumbo de la economía. Su presidente Amir Yaron, alegó durante el foro del G30 que "la economía es fuerte y resistente y no debería haber cambios importantes debido al enfrentamiento". A pesar de lo cual, matizó que "no hay duda que habrá implicaciones fiscales, que dependerán de la duración, sin embargo, con los ajustes adecuados, creo que son problemas manejables y no cambiará nuestra posición fundamental".

En ese sentido, los expertos de Hapoalim avisan que en estos casos suele haber un efecto rebote y buena parte del consumo perdido se recupera. "Cuando los soldados regresen, lo harán también el consumo y la demanda". Pero todo depende de cuánto tiempo tarden los mismos en regresar. En ese sentido, el experto cree que es pronto porque en las próximas semanas el rumbo de la guerra y los actores de la misma (un posible apoyo indirecto de Irán), pueden definir el golpe económico.
Otro punto clave que drenará el consumo es, según todos los expertos, el turismo. Nada más conocerse el ataque las aerolíneas cancelaron los vuelos. Ahora, el propio Estados Unidos ha pedido a sus ciudadanos que no viajen a Israel mientras persista el conflicto. "En estos casos el turismo suele ser de lo primero en apagarse" explica Shafrir.
El turismo es otro de los activos de la economía israelí que podría lamentar una guerra larga. En 2022 Israel generó 5.518 millones de dólares a través del turismo, un 2,4% de todo su PIB. A pesar de aún estar muy lejos de sus cifras prepandemia Israel recibió en 2022 cerca de 2,67 millones de turistas. Israel cuenta con ciudades históricas que tienen un gran atractivo para los visitantes desde el punto de vista religioso. Jerusalén es considerada como la Ciudad Santa de las tres religiones monoteístas. Solo entre musulmanes y cristianos ya se supera claramente el 56% de la población mundial.
La tecnología tiembla
Ni turismo, ni fábricas, ni petróleo. El gran catalizador de la economía israelí es el efervescente sector tecnológico. Esta área da trabajo al 14% de su país y supone casi un 20% de su PIB. Además, se trata de las compañías que más estaban aportando un gran valor añadido y cuyo buen hacer puede lograr que la caída de su moneda no sea tan negativa. Esta industria supone al año cerca de 13.5000 millones de dólares en exportaciones para el país, es la responsable directa de más de la mitad de las ventas al exterior.
El problema es que este sector depende de financiación e inversiones que pueden verse comprometidas por una guerra a medio plazo. "La inversión en el extranjero se desacelerará durante las próximas semanas y meses, especialmente en la medida en que todavía hay hostilidades", explicó Jon Medved, director ejecutivo de OurCrowd, una de las grandes firmas de capital riesgo del país a Reuters. "No va a ser fácil ver inversiones en los próximos meses".
Las empresas tecnológicas ya estaban aquejadas por unos tipos de interés altos que habían frustrado, en muchos casos, su acceso a financiación. Además todo esto se había mezclado con un conflicto político en el país tras la reforma de Netanyahu del poder judicial que lleva todo el año lastrando al sector y provocando que la inversión se haya congelado. Según el centro de investigación IVC la primera mitad del año la recaudación de fondos de nuevas empresas en el país se ha congelado un 70%. Mientras que el año pasado por estas fechas lograron reunir 16.000 millones de dólares y 26.000 millones en 2021, el primer semestre de 2023 se ha saldado con apenas 5.000 millones.

Muchas empresas israelíes se han marchado del país o han enfocado sus esfuerzos al extranjero ante la tensión vivida con la reforma judicial del Gobierno. Durante siete meses el país ha estado atrapado en una crisis política. En enero de 2023 el ministro de justicia presentó una reforma que otorga al Gobierno poder total sobre el nombramiento de jueces e impide al Tribunal Supremo revisar tres leyes fundamentales del país, además de impedir al sistema judicial revisar ciertas leyes que emanen del parlamento. Desde entonces, miles de israelíes han tomado las calles ante el temor de que esta ley se traduzca en una deriva antidemocrática.
Esto ha provocado un golpe en el sector que se ha mostrado en contra e incluso contemplaba abandonar el país. De hecho, Morgan Stanley rebajó la calificación crediticia del país durante el verano mientras que Moody's advirtió de un "riesgo significativo" que emanaba de" las tensiones políticas" que se vivían a raíz de esta polémica.
Estas empresas esperaban un despertar en la recta final del año que temen, puede haberse visto frustrado por una guerra que llega en el peor momento. En cualquier caso, y a diferencia del sector industrial, este sector también cuenta con ventajas. Por un lado, su acceso a mano de obra internacional y su mayor capacidad de implementar mecanismos como el teletrabajo pueden lograr que mantenga una actividad superior a la de sus pares, lastrados por la guerra.