
En un mundo donde las preocupaciones financieras son temas candentes, la inflación y el alza de precios de los alimentos se han convertido en un quebradero de cabeza para todas las familias. Una tendencia que refleja, sobre todo, la situación del aceite de oliva, que ha alcanzado niveles récord, obligando a los consumidores a buscar alternativas.
Uno de los caminos que están siguiendo los habitantes que están cerca de la frontera con Portugal es, directamente, cruzar la raya para comprar en el país vecino.
Lo cuenta Ángel Acosta, que recorre 70 kilómetros para comprar aceite y otros productos en Portugal, desde Villavieja de Yeltes en Salamanca, como confirma en EFE. "Cada garrafa de aceite de 5 litros tiene una diferencia con España de entre 15 y 20 euros".
Aunque el tiempo que vivimos es especialmente complicado, en realidad vecinos de un lado y otro de la raya llevan cruzando toda la vida en ambas direcciones, en busca de la mejor oferta.
El precio medio del litro de aceite de oliva virgen extra en seis grandes cadenas de distribución, según una encuesta de Facua, pasó de 6,91 euros a principios de año a 10,34 euros en septiembre. Mientras que, en Portugal, que no es ajeno tampoco a la inflación, en el mismo periodo los precios pasaron de 5,65 a 6,22 euros el litro.
Evolución de precios
En general, los precios del aceite no presentaban grandes diferencias entre un lado u otro de la frontera, pero en los últimos dos meses sí que han notado un importante repunte de compradores españoles en el país luso, como confirma Francisco Andrade, gerente de un hipermercado de Vilar Formoso, en Portugal, de nuevo en declaraciones a EFE.
En su tienda, el aceite virgen extra se puede adquirir por 7,20 euros, en garrafas de 5 litros, mientras que en los supermercados españoles ronda los 10 euros. Incluso más, dependiendo de las marcas.
Que el precio del aceite de oliva sea más bajo en Portugal que en España, a pesar de producir mucho más en nuestro país, ha provocado gran indignación en parte de la sociedad, como se ha podido comprobar en redes sociales. Sin embargo, hay una explicación, como han aclarado numerosos expertos en las últimas semanas.
Por un lado, hay que tener en cuenta que en Portugal han eliminado, temporalmente, el IVA sobre el aceite de oliva. Ahora es del 0%.
Pero, por encima de todo, la principal causa hay que buscarla en la rotación. En España, cada persona consume unos 700 mililitros de aceite de oliva cada tres semanas, lo que obliga a ir a la tienda prácticamente todos los meses. Mientras que en otros países, incluso entre los de nuestro entorno, que consumen mucha menos cantidad de AOVE, esa visita al supermercado puede extenderse hasta diez meses.
Esto obliga a que en España los establecimientos tengan que acumular mayores stocks de botellas, lo que repercute en el precio final.
Compras fronterizas
Rubén Alonso y su mujer, de Ciudad Rodrigo, son otros que recorren los 30 kilómetros que separan su domicilio de Vilar Formoso, en Portugal, para comprar no solo aceite, sino otros productos básicos. Consideran que, en artículos de primera necesidad, como la leche o el agua, se nota que son más baratos.
Este fenómeno fronterizo de compras a uno y otro lado no solo afecta al aceite, sino también a la gasolina y el gasóleo. Si en la última década el combustible estaba una media de 20 céntimos más barato en España, en el último año la tendencia ha cambiado y los precios son parejos.
Los vecinos de la frontera están muy pendientes de la oscilación de los precios, por si tienen que repostar bien en España o bien en alguna gasolinera portuguesa.
El argentino Emanuel Valseira es el encargado de cobrar en la gasolinera del hipermercado portugués. Asegura que ahora vienen muchos españoles, ya que sus precios están por debajo de las gasolineras del otro lado de la frontera.
En la actualidad, por ejemplo, el gasóleo marca en esta gasolinera un precio 4 céntimos más barato que en sus homólogas en España, por lo que rápidamente se corre la voz entre los vecinos para acudir a repostar al otro lado de la frontera.
Una vez más, queda patente que en los más de 1.200 kilómetros de la frontera hispano-lusa, una de las más despobladas y con menos poder adquisitivo de la Unión Europea, los precios de los artículos de primera necesidad marcan el día a día de sus vecinos, que no tienen problema en cruzar La Raya en busca de las mejores ofertas.