La elección de qué estudiar es siempre un rompecabezas para los alumnos, en un futuro trabajadores. Con apenas 15 años, estos jóvenes tienen ya que tomar un camino: si decantarse por las Ciencias puras, Ciencias Sociales o bien Artes y Humanidades. Esta decisión es en ocasiones, tomada inconscientemente por los alumnos, fruto del desconocimiento del futuro laboral que les espera, y que, por suerte o por desgracia, marca el devenir de la vida profesional.
En España, el número de universitarios ha aumentado en más de 170.000 personas desde el curso 2015-2016, siendo uno 1,7 millones los alumnos totales que han cursado en el pasado curso un grado, máster y doctorado, según el Ministerio de Universidades. Especialmente destacable son estos dos últimos estudios, ya que las matriculaciones en ambos han crecido un 61% y un 66% respectivamente desde hace 8 años.
Esta tendencia lleva siendo una constante desde que la crisis de 2008 llegó a nuestro país. La mala situación económica atrajo a muchos jóvenes de entonces que se quedaron en paro a volver a los estudios o a continuarlos, lo que provocó que el número de universitarios aumentara de 1,39 millones a 1,53 millones en tan solo un curso.
Este impulso ha hecho que España sea el noveno país con más población entre 30 y 34 años con educación superior, delante de países como Alemania, Portugal, y Francia, pero a la zaga de otros como Países Bajos, Bélgica, los países Escandinavos.
El problema de la empleabilidad
Sin embargo, este aumento de población más formada no ha significado, por lo general, una mejora de sus condiciones de vida para muchos de ellos. Esto es debido a que España, por lo general, dispone de un sistema productivo en el que no es tan necesaria la formación para encontrar un empleo.
De hecho, nuestro país es el que menos ocupados en puestos altamente cualificados tiene de todo el conjunto de la UE. Apenas 4 de cada 10 puestos en España requieren alta cualificación, lo que hace que tan solo el 64,3% de los titulados con estos estudios superiores encuentren un trabajo igual a su nivel de estudios. El déficit, según indica el estudio desarrollado por la Fundación BBVA, la Universidad de Valencia e Ivie, es debido a "una especialización de la economía en la que sectores como la construcción, el comercio o la hostelería tienen un peso significativo en nuestro tejido productivo".
Dentro de este mercado de trabajo tan reducido para los graduados, es cierto que algunos parten con mayor ventaja de posicionamiento respecto a otros. Tal y como se ilustra en el gráfico, observamos una diferencia abismal entre los posibles salarios de unas y otras carreras universitarias. Y es que el 91,8% de los estudiantes del grado en medicina cobrarán un salario igual o mayor a 1.500 euros, por tan solo un 10,7% de los de arqueología. Una desigualdad de un 80% entre dos personas con un nivel similar de estudios.
Si agrupamos los 101 registros que recoge el informe de Fundación BBVA por familias de estudio, la rama de informática es la que se considera como "la mejor pagada". Prácticamente 8 de cada 10 que se gradúan en este ámbito cobrarán un salario superior a esa barrera de 1.500 euros netos mensuales, seguido de la rama de ingeniería, industria y construcción (72,9%) y el entorno de la salud y los servicios sociales (60,6%). Negocios, administración y derecho (52,7%) y educación (50,5%) son las últimas que podemos considerar como aprobadas en cuanto a salarios, ya que para el resto de ramas (agricultura y ganadería, ciencias, periodismo y documentación, servicios y artes y humanidades) es más probable que los trabajadores tengan salarios inferiores a 1.500 euros mensuales: un total, 50 grados universitarios de los 101 que registra el informe.
Los universitarios ganan hasta 12.000 euros más que el resto
Aun con esta mala situación de los graduados, estudiar un grado universitario en general suele compensar a nivel económico que no hacerlo. Según los datos que recoge el estudio de la Fundación BBVA, aquellos ocupados con posesión de un título universitario ganan de media 34.442 euros, respecto a los 22.061 que obtienen de media las personas con estudios secundarios postobligatorios. La diferencia, eso sí, es menor al principio, cuando los ocupados tratados tienen entre 22 y 26 años. Aquí, el sueldo medio anual es es de 18.182 euros para los universitarios por 14.310 de los que tienen estudios secundarios postobligatorios, aunque estas cifras están claramente condicionados por los altos salarios de algunos empleos cualificados (informáticos, ingenieros) que hacen que la media de sueldos suba ostensiblemente.
Esta ventaja que observamos en cuanto al salario en favor de los universitarios no se constituye con los empleos con contrato indefinido. Aquí, los jóvenes titulados en Formación Profesional tienen una mayor probabilidad de obtener un contrato indefinido (56,9%) que los universitarios (46,3%). Si no tenemos en cuenta el factor edad, los universitarios vuelven a estar por delante en cuanto a contratos indefinidos (80,4% frente a 78,4%).
Sin embargo, pese a tener una de las generaciones más preparadas, el mercado laboral no favorece a que los jóvenes encuentren trabajo. España es actualmente el país con mayor tasa de paro juvenil de la UE (28%), aunque es curioso como existen casi 150.000 plazas sin cubrir, según el INE. Esto es debido a que el sector tecnológico, que está en pleno auge, no logra encontrar a personal suficientemente cualificado.
En cambio, si observamos los datos de plazas ofertadas y matriculaciones de nuevo ingreso en ramas como ingeniería y arquitectura, vemos como estas han descendido un 11,7%, y el número de plazas un 7,1% respecto a 2010, mientras que la matriculación en artes y humanidades aumenta un 7,2% y sus plazas en un 4,7%. Todo ello, mientras se espera que en la próxima década España necesitará unos 200.000 ingenieros, según el Observatorio de Ingeniería de España de 2022.