El cereal ucraniano que, a causa de la invasión militar rusa, se intenta sacar del país está poniendo a prueba los límites del mercado único. Las decisiones unilaterales de Hungría, Polonia y Eslovaquia de aplicar vetos a las importaciones del grano ponen en jaque los fundamentos económicos de la UE. Tanto es así que Bruselas analizará las posibles implicaciones de tales medidas que Kiev ya ha denunciado ante la Organización Mundial del Comercio.
"Estoy sorprendido de que Ucrania tomara esta ruta, teniendo en cuenta el gran esfuerzo de los Estados miembro. Rumanía no se ha quejado, pero hay un gran esfuerzo de los tres Estados miembro", ha destacado el comisario de Agricultura de la Unión Europea, Janusz Wojciechowski, en rueda de prensa tras la reunión de ministros de Agricultura de la UE.
El comisario polaco ha abogado por una solución al problema en lugar de resolver el caso en los tribunales y no ha dejado pasar por alto que "Ucrania no se ha visto dañada en términos de volúmenes de exportaciones y, de hecho, las ha incrementado al máximo".
Pero la decisión adoptada por estos tres países fronterizos con Ucrania no ha caído del todo bien en el seno de la UE. España, Alemania y Francia han criticado tal actuación por romper la unidad del mercado único y han abogado por la solidaridad con el país en guerra.
"Creo que es, no solo es un error, sino que es contrario al derecho comunitario y a los principios del mercado único que por parte de un Estado miembro se adopten medidas restrictivas de carácter unilateral", ha señalado el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, en calidad de presidencia española del Consejo de la UE a su entrada al encuentro con sus homólogos europeos.
Una postura crítica que también adoptó Alemania. El ministro de Alimentación y Agricultura de Alemania, Cem Özdemir, ha condenado la decisión de estos tres Estados miembro y fue un paso más allá de España al acusarlos de aplicar las políticas comunitarias a su antojo. Además, ha afeado que su postura sobre el grano haya abierto el mayor conflicto en décadas sobre la autoridad de Bruselas sobre el comercio en el bloque.
La condena se extendió también al ministro de Agricultura galo, Marc Fesneau, que ha puesto de relieve que tales decisiones ponen en cuestión el mercado único de forma profunda. La ministra de Agricultura finlandesa, Sari Essayah, ha llamado a buscar una solución "de manera que respetemos las reglas del mercado único y del comercio internacional".
De hecho, al cierre del encuentro Planas ha puesto sobre la mesa que la mayoría de Estados miembro han defendido "la necesidad de preservar nuestra unidad desde el punto de vista político, pero también en defensa jurídica del mercado único en el seno de la UE".
Por lo pronto, la Comisión Europea ha indicado que está analizado las prohibiciones impuestas por los tres países. Preguntada por esta cuestión, la portavoz comunitaria responsable de Agricultura, Miriam Ferrer, ha evitado hacer comentarios y se limitó a señalar que el Ejecutivo comunitario está analizando las medidas.
La responsabilidad de tal gestión recae sobre el comisario de Comercio, Valdis Dombrovskis, ha concretado Wojciechowski, que puntualizó su propio rol en el análisis de las repercusiones para los agricultores desde que se levante el veto que estaba vigente desde mayo.
Fue el viernes de la semana pasada cuando, de nuevo, la polémica en torno a la exportación de grano ucraniano volvió a irrumpir. Y es que este día finalizó la excepción que había puesto en marcha la UE el pasado mayo, y había prorrogado en junio, para limitar las ventas de trigo, maíz, colza y semillas de girasol procedentes de Kiev a los países colindantes.
Concretamente, Polonia, Hungría, Bulgaria, Eslovaquia y Rumania se articularon, en base a este acuerdo, como meros territorios de tránsito de estas mercancías para países terceros, y no destino de los productos. El motivo principal es que la saturación de los mercados del excedente de grano ucraniano había empujado los precios de la producción local a la baja y dejado los almacenamientos llenos.
La Comisión Europea anunció la pasada semana que, según su análisis, "las distorsiones del mercado en los cinco países miembros fronterizos con Ucrania han desaparecido". Y es que el vicepresidente económico del Ejecutivo comunitario, Valdis Dombrovskis, añadió: "se trata de salvaguardias excepcionales, no de algo que deba estar ahí durante un periodo ilimitado".
La excepción planteada por Bruselas pretendía ser un mecanismo para evitar que estos cinco países impusieran limitaciones unilaterales en sus fronteras al cereal procedente de Kiev. Pero el levantamiento de tal medida provocó que, el pasado viernes, Hungría, Polonia y Eslovaquia anunciaran nuevos vetos propios para el paso de estas mercancías a su mercado local.
La actuación de cada uno de estos Estados miembro difiere en agresividad. Hungría, en la escala más alta, anunció prohibiciones a la importación de hasta 25 productos ucranianos, no solo grano, sino también productos cárnicos. Polonia, por su parte, amplió la lista anterior a la harina y el pienso, mientras Eslovaquia se limitó a la lista de cuatro productos iniciales.
Planas ha apuntado que tales medidas "son incompatibles con el derecho comunitario" y dejó en manos de la Comisión Europea decidir los próximos pasos. Además, ha argumentado que se ha constatado la normalización de la exportación del grano ucraniano y, como salvaguarda, Ucrania aceptó introducir medidas si había efectos no deseados de las exportaciones.
Por lo pronto, parece que Ucrania ha tomado represalias al respecto. Kiev presentará una denuncia ante la Organización Mundial del Comercio contra estos tres países. Una decisión para la que, según ha señalado Ferrer, no es necesario que Kiev hable con Bruselas.
De todas formas, Bruselas está pendiente de la propuesta de Ucrania para gestionar las exportaciones de grano. En este año económico, 2023-2024 tiene cerca de 56 millones de toneladas de grano que exportar, lo que se traduce en más 4 millones toneladas al mes, explicó el comisario de Agricultura.
"Es posible, pero la principal ruta solidaria es Rumania que ha alcanzado su capacidad máxima" ha explicado Wojciechowski, por lo que se necesitan nuevas rutas, como la de los países bálticos. Sin embargo, estos trayectos alternativos son más caros porque no son las vías tradicionales de transporte a Turquía o Indonesia.