
El optimismo que la eurozona arrojaba a principios de año, cuando haber esquivado la recesión tras la guerra de Ucrania se convertía en un hito, deja espacio a la inquietud económica. No es que los peores temores se hayan confirmado. Ni tampoco que la palabra recesión ocupe portadas. Pero sí es cierto que la incertidumbre ensombrece las perspectivas de los países del euro, para los que un endurecimiento fiscal a finales de año se proyecta casi inevitable.
Santiago ha sido el enclave escogido para una reunión de ministros de Economía y Finanzas del euro que ha estado marcada por un tono más negativo. Ya a su llegada al encuentro, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ponía sobre la mesa la "ralentización del crecimiento económico". Una evolución del PIB peor de la prevista, con elevados y persistentes niveles de inflación y en un entorno "incierto" deja la puerta abierta al endurecimiento de la política fiscal.
Es un mensaje que ya ha venido reiterando la Comisión Europea en los últimos años. Un llamamiento a retirar las medidas energéticas de apoyo a los más vulnerables que se hace más fuerte, si cabe, hacia finales de año. La idea es que el endurecimiento de la política monetaria, emprendida con la subida de tipos de interés del Banco Central Europeo, no sea contrarrestada por una política fiscal expansiva.
La conversación en el seno del Eurogrupo ha puesto sobre negro sobre blanco esta tendencia que tiene todos los números de materializarse a finales del ejercicio con una política fiscal más restrictiva. La situación del sector bancario genera, asimismo, preocupación entre los países del euro que plantean si la fórmula pasa por una respuesta única a tal coyuntura.
"Para apoyar los esfuerzos del BCE para bajar la inflación, la política fiscal debe ser restrictiva, como recomendamos en primavera", ha indicado Gentiloni. No se refiere, sin embargo, a reducir las inversiones sino a "eliminar las medidas energéticas de apoyo que quedan".
Si la Comisión Europea rebajaba en sus previsiones económicas de verano, publicadas esta semana, al 0,8% la expansión del Producto Interior Bruto (PIB) en la eurozona este año y del 1,3% en 2024, el BCE era menos optimista en sus estimaciones. El organismo presidido por Christine Lagarde apuntó esta semana a un crecimiento del 0,7% para el presente ejercicio y del 1% de cara al próximo en los Veinte.
Lo constató la francesa en la rueda de prensa del Eurogrupo: la coordinación entre la política monetaria y fiscal "es importante para garantizar la estabilidad de precios". Y añadió su concordancia con la Comisión Europea: la política fiscal debe ser restrictiva y "los Estados miembro deben centrarse en reducir el déficit y la deuda y gastar el dinero de la forma adecuada".
No desveló con claridad la presidenta del organismo con sede en Fráncfort si será la de esta semana la última subida de tipos del BCE, algo que ha supeditado a la evolución de los datos económicos. Aunque la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, señaló a la entrada del encuentro su esperanza de que, efectivamente, sea el último alza. Lo único que dejó en claro Lagarde es que la decisión se mantendrá en el tiempo.
Fue en este marco que el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, ha puesto de relieve que "necesitamos más crecimiento en Europa" y ha abogado por destinar "todo nuestro tiempo y energía a pensar qué medidas debemos tomar para crecer en los próximos años". Considera que 2024 será de desaceleración en los Veinte y abogó por una estrategia económica industrial que lleve a la prosperidad en el Viejo Continente.
El golpe de la economía alemana, para la que Bruselas proyecta una contracción del 0,4% este ejercicio, tiene mucho que ver con la deriva económica de la zona euro. El ministro de Finanzas germano, Christian Lindner, hizo un llamamiento a que los Estados miembro reduzcan sus niveles de déficit y deuda.
"El ratio de deuda pública de la República Federal volverá a bajar el año que viene por primera vez desde el inicio de la pandemia. Estamos preparados y trabajamos duro para conseguirlo a finales de año", ha indicado el ministro alemán. Además, se mostró preocupado por la evolución de los precios "que no ha bajado".
Lindner defendió la fortaleza de la economía alemana y, en un intento por evitar el pesimismo, argumentó que se ha visto "gravemente afectada por el cambio de demanda en China" como país orientado a la exportación. También se ha referido al impacto en los mercados energéticos de la guerra en ucrania y ha puesto unas "cifras más positivas" las esperanzas para el próximo año.
Lagarde pide "no dramatizar" con la nominación de Buch
La nominación del BCE, esta misma semana, de la alemana Claudia Buch a presidir el Mecanismo Único de Supervisión (MUS) sobre la candidata española, la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, ha suscitado cierta agitación. Principalmente porque el BCE haya nominado a un candidato que no es el que había respaldado previamente, por unanimidad, la Comisión de Economía del Parlamento Europeo.
"No hay que sobredramatizar. No hablamos de choques ni acusaciones", ha indicado Lagarde en rueda de prensa preguntada por esta cuestión. La francesa se ha mostrado confiada en la integridad del proceso y ha explicado que la mayoría de votos en el Consejo de Gobierno del BCE ha ido a parar a Buch.
Lo cierto es que, como parte del procedimiento de selección, el Parlamento Europeo tiene que ratificar la nominación de Buch como presidenta del MUS. Si bien no es habitual que se eche atrás un candidato, el hecho de que la comisión ECON de la Eurocámara se decantara de forma unánime por Delgado complica un poco la situación y abre la puerta a un posible rechazo de la candidata alemana. Lo que puede suceder en este supuesto "lo sabremos cuando lleguemos ahí", aseveró Lagarde.