
La nueva cita de España con las urnas irrumpe en un momento clave para la economía española. La incertidumbre sobre el desenlace electoral se asoma y los desafíos a los que el futuro Gobierno deberá hacer frente se acumulan. Las últimas encuestas anticipan una victoria del candidato popular, Alberto Núñez Feijóo; sin embargo, no será suficiente. El líder del PP deberá pactar, y -después de lo escuchado en campaña- tan solo tiene opciones de hacerlo con Vox. Ambos, Abascal y Feijóo, deberán -si se cumplen los sondeos- de presentar estabilidad a inversores e instituciones europeas. También deben cumplir con lo comprometido. En 2024, los socios de la Unión Europa deberán cumplir con las nuevas reglas fiscales, que exigirán el control del déficit y la deuda pública. Para ello -avisó el jueves el Eurogrupo- deberá ponerse fin a la política expansiva heredada de la pandemia.
España se juega mucho y el Consejo Editorial de elEconomista cree vital aportar solvencia, tanto dentro, como fuera de nuestras fronteras. Para ello -señalan- será determinante culminar varias de las reformas pendientes, empezando por la fiscal. "Será clave para seguir recibiendo los fondos europeos", asegura Francisco de la Torre, inspector de Hacienda.
Además, con el impulso de las exportaciones agotado, el peso del crecimiento deberá sostenerse sobre el empleo y el desembolso de los fondos europeos, aunque Moncloa no puede descuidar las inversiones extranjeras que Sánchez ha conseguido atar durante los últimos meses. Sea como sea, los números apuntan a un Gobierno débil que necesitará de apoyos para sacar adelante su agenda económica.
Miguel Ángel Bernal, socio del despacho Bernal & Sanz Bujanda, considera que un Ejecutivo frágil "no solo tendrá problemas en los temas económicos, sino en el resto de ámbitos". El problema -apunta- estará en las variaciones que sufran las reformas planteadas por el partido mayoritario. "Las reformas del mercado laboral o las pensiones pueden ser temas especialmente espinosos", añade. En la misma línea, el economista Salvador Marín anticipa que los 100 primeros días de Gobierno serán claves. "En ese periodo es donde se deben dibujar y decidir los grandes vectores de una legislatura, y hay que iniciarlos de forma rotunda", y añade, "todo lo que interfiera en ello, no es una buena noticia".
Por su parte, Francisco de la Torre, inspector de Hacienda, pronostica un duro aterrizaje en Moncloa para quién reúna los apoyos necesarios. "A los eventuales problemas políticos de no tener suficientes escaños se le une el que el margen presupuestario, teniendo que ajustar el déficit, y teniendo que pagar muchos más gastos financieros, tampoco permitirá grandes alegrías", insiste. El abogado Carlos Fernández-Lerga prevé que un Gobierno inestable tendrá consecuencias "muy negativas" para la economía, "si no tiene el programa muy claro, incluidas las prioridades, el calendario y la determinación para ejecutarlo", apunta.
Crecimiento del PIB
Será, sin duda, el gran desafío. La gran recuperación del crecimiento económico tras el fuerte descenso sufrido en la pandemia ya comienza a dar síntomas de agotamiento. Los principales organismos apuntan a que las exportaciones -principalmente las que aporta el turismo- estarían próximas a alcanzar su techo.
Hasta ahora, las compras procedentes desde el exterior han sido uno de los principales combustibles que han permitido mantener en marcha el motor del PIB; sin embargo, durante los próximos meses el peso se trasladará a una demanda interna agotada por las consecuencias de la crisis de la inflación.
"Las cifras de crecimiento van a ser peores porque ya hemos tenido un tiempo de avance extra gracias al turismo extranjero, pero esta ya se va agotando", afirma el economista, Javier Santacruz, que cree que el desgaste se extenderá a la "generación masiva de contratos de trabajo que han impulsado las cifras de empleo".
No obstante, hay margen para el optimismo. El Banco de España apunta a cierta recuperación del poder adquisitivo de los hogares, apoyado por la caída del IPC y el incremento de los salarios. Aun así, la gestión de las políticas que potencien el consumo será compleja, y más para un gobierno débil, y sobre todo si depende en exceso del apoyo puntual de los diferentes grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados. La confianza que el próximo Ejecutivo consiga trasmitir será imprescindible.
"Si se traslada inseguridad, se recibirá lo mismo, pero si se traslada firmeza, resolución y avance, la economía también responderá en consecuencia", asegura Marín, que recuerda que "las sensaciones y la perspectiva" tienen mucha influencia sobre el desarrollo de la actividad. Bernal coincide. "Un gobierno con debilidad se puede encontrar con numerosas presiones en la calle, algo que enrarece el ambiente", añade.
A ello se añade la inestabilidad procedente desde el exterior. La incertidumbre provocada por la deriva de la guerra en Ucrania, no será el único hecho que se deje sentir en España, también lo harán las elecciones a la presidencia que Estados Unidos tiene programadas para el próximo año 2024. "Las políticas y medidas adoptadas por la administración estadounidense pueden tener un impacto significativo en la economía global, y por ende, en el crecimiento económico de España", dice Fernando Acedo-Rico, registrador de la propiedad y mercantil.
Washington no será el único escenario en el que se juegue el devenir de las finanzas internacionales. El año próximo se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo, "en Europa, ya están prácticamente en campaña, hay una ruptura profunda entre los dos principales grupos parlamentarios, y los partidos están tomando posiciones para las elecciones del próximo mes de junio", explica Santacruz.
"El tablero internacional está cambiando de forma rápida y hay muchas decisiones que tomar en las que conviene estar en una posición de mayor influencia", apunta el economista Salvador Marín, que explica que todo ello dependerá de lo que los partidos de gobierno "hagan internamente, lo reconocible y previsible que sean; unido a una adecuada ejecución", apostilla.
Los fondos europeos
La cita de Bruselas con las urnas, implican el final del mandato de la Comisión Europea. Durante los últimos años, el actual Gobierno ha conseguido tejer una buena relación con los de Ursula von der Leyen. Una cordialidad que ha dado sus frutos en la coordinación que ha permitido el aterrizaje -en tiempo y forma- de los 'Next Generation'.
A pesar de que su influencia sobre la economía real sigue siendo más lento de lo deseado, los fondos europeos siguen siendo -y serán- un sostén para el avance económico de España. Es aquí donde el futuro Ejecutivo debe empeñar buena parte de sus esfuerzos, manteniendo la hoja de ruta acordada con Bruselas y cumpliendo los hitos necesarios para seguir recibiendo la financiación.
La más relevante -dentro de la agenda pactada- es la reforma fiscal, capaz de dar estabilidad a las cuentas públicas. Sin embargo, los programas electorales propuestos por Feijóo y Abascal reman en la dirección opuesta, especialmente la de Vox que plantea una batería de rebajas tributarias que afecta a los impuestos que mayor impacto tienen sobre la recaudación. Todo dependerá del poder de influencia que tenga la formación sobre el futuro Ejecutivo. "Desde el punto de vista de la política económica siempre es mejor tomar las medidas con el máximo apoyo de la Cámara", dice Almudena Semur, secretaria general del Observatorio Servicios Urbanos (OSUR).
"Ver que partidos como, Vox y Sumar, plantean propuestas que van a ser extremadamente costosas, como la 'herencia universal' o la enorme rebaja del IRPF de los de Abascal, no facilita las eventuales negociaciones futuras", explica de la Torre.
Todo esto cobra especial relevancia, ya que en unos meses se activarán -de nuevo- las nuevas reglas fiscales que exigirán un mayor control del balance entre ingresos y gastos. Las negociaciones entre la Comisión Europea y los socios comunitarios -divididos en dos bloques- llevan meses dilatándose, pero parecen haber entrado en su recta final. De hecho, lo corresponde a España, en su presidencia de turno del Consejo de la UE, liderar las conversaciones en busca de un pronto acuerdo.La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, se encarga de coordinar los equipos de trabajo para tratar de cerrar un pacto antes de final de año.
Los presupuestos generales
Los retos asedian también desde dentro. A la necesidad de aprobar la reforma fiscal, se añade el desafío de sacar adelante unos presupuestos para 2024, con un gobierno bicolor, o en minoría. "El poco margen presupuestario, tendiendo que ajustar el déficit y teniendo que pagar muchos más gastos financiaros, no permitirá a los partido incluir grandes medidas de apoyo", asegura de la Torre.
Aquí, la -de nuevo- la credibilidad también será clave. "Se sabe que el ejercicio de la política debería ser el arte de la negociación", apunta Marín, que sin embargo, reformas -como los Presupuestos generales del Estado- "requieren de ciertas dosis de capacidad de resolución. Si un Gobierno no dispone de ella, hay ciertos momentos en que resultará muy difícil tomar decisiones y alcanzar acuerdos", añade.
Lo que si parece seguro, es que -con las reglas fiscales activas- el margen para desplegar la partida de gasto sea muy limitada de cara al próximo año. "Aquí hay que recalcar, que la situación presupuestaria condicionará, y mucho, las contrapartidas que se puedan ofrecer a los diferentes grupos políticos", insiste el inspector de Hacienda, Francisco de la Torre. "Dependerá -también- de si hay o no graves actitudes de bloqueo acompañadas de la provocación de una severa crispación", añade Fernández-Lerga.
Miguel Ángel Bernal recuerda que -si se cumplen las encuestas- al futuro Gobierno no le valdrá imponerse sobre el resto. "Podrá sacar adelante reformas y leyes clave, pero no le valdrá con sacar el 'rodillo', tendrá que pactar y por tanto las reformas contendrán variaciones sobre lo diseñados por el Partido Popular, si llega a La Moncloa, y por su equipo económico", asegura.
Aún así, la mayoría de los miembros del Consejo Editorial de elEconomista, prefieren que se pacte. "Las mayorías absolutas no son convenientes por la falta práctica de contrapesos parlamentarios, pero tampoco es buena la fragmentación que hemos visto en los últimos cinco años", dice el economista Javier Santacruz.
No obstante, Acedo-Rico añade que "si el PP no logra obtener una ventaja clara en votos sobre el bloque de partidos de la izquierda, podría enfrentarse a serias dificultades para sacar adelante sus propuestas más relevantes". Fernández-Lerga coincide. "Es bueno y recomendable negociar y acordar pero también hay que decidir, es decir, gobernar. Un Gobierno sólido puede hacer las tres cosas", dice. Todo dependerá de los resultados que arrojen las urnas el próximo 23-J, y del equilibrio de fuerzas que se alcalnce en el Congreso de los Diputados.