
Una recesión más profunda podría estar a las puertas de Europa. A pesar de que a comienzos de año instituciones como la Comisión Europea y expertos descartaban esta posibilidad, ahora ha resurgido con fuerza. El BCE se ha mostrado más contundente de lo esperado a la hora de combatir la inflación y ya ha emprendido ocho subidas consecutivas de tipos, con un avance de 400 puntos básicos en el precio del dinero en solo un año. Según los expertos, el golpe de unas condiciones monetarias más elevadas no es instantáneo por lo que se notará en los próximos meses y, sumado a los problemas que llevan tiempo aquejando al viejo continente, como la guerra de Ucrania, el debate sobre una eventual recesión ha vuelto.
La posibilidad de un retroceso económico se ha acentuado a medida que los datos económicos han mostrado una ralentización. Según las últimas cifras de Eurostat la zona euro registró en el último trimestre registrado (el primero de 2023) una caída del 0,1% en su PIB real que se suma a otra idéntica en el último tramo de 2022. Con estas dos caídas consecutivas la región ya estaría inmersa en una 'recesión técnica', aunque aún queda por ver si se trata de algo coyuntural o si es una tendencia que ha venido para quedarse.
El dato del PIB nominal es más tranquilizador, mostrando un leve avance del 1,3% respecto al mismo periodo del año anterior y un 0,1% intertrimestral. Este último dato ha mostrado una mejora respecto al último trimestre (cayó un 0,2%), pero muestra para muchos expertos cómo el enfriamiento de la economía europea se ha consagrado el último año y medio y está al límite del terreno negativo.
La división entre los analistas y la 'guerra de indicadores' es total. Mientras que algunos siguen negando por completo la posibilidad de una recesión vigente en la recta final de 2023, otros manifiestan con contundencia que es inevitable. Uno de los últimos en dar la voz de alarma ha sido Joseph Little, estratega jefe global de HSBC, que ha explicado que "aunque la economía europea se ha mantenido resistente, ahora apunta a un alto riesgo de recesión" y afirma categóricamente que la región "entrará en esta fase en 2024 mientras que la de EEUU se verá en la recta final de 2023".
Recesión o recuperación
Desde la propia Unión Europea las previsiones son claras: no habrá recesión. El BCE afirmó en su última reunión que el viejo continente cerrará 2023 con un tímido avance del 0,9% rompiendo el retroceso en el que se instaló en marzo. "Casi un año después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la economía de la Unión Europea entró en 2023 con mejor pie de lo previsto en otoño", explicó Paolo Gentilioni , comisario Europeo de Asuntos Económicos. Antes de la última actualización las previsiones del club de los 27 pasaban por una destrucción del 0,5% de economía de la zona euro para finales del año.
Uno de los defensores de un 'aterrizaje' suave de la economía europea es el premio nobel de economía, Paul Krugman. Durante su intervención en el Vigo Global Summit 2023, el ponente alegó que "soy bastante optimista sobre la posibilidad de controlar la inflación sin pagar un precio muy elevado". De este modo Krugman matizaba que "sí habrá una leve recesión técnica" que de hecho cree que ya se ha producido, "no derivará en una recesión sería ni es una crisis".
En declaraciones a El Economista, Peter Allen Goves, responsable de análisis de deuda soberana de mercados desarrollados de MFS Investment Management alega que a pesar de la actual situación de recesión técnica, "nuestro escenario base es de moderación del crecimiento". A pesar de que considera un escenario muy realista una recesión para 2024 cree que hay elementos que dan pie al optimismo como "el crecimiento de la demanda china o un buen desarrollo de la guerra de Ucrania". Eventos como una tregua o incluso una paz no se descartan y sin duda afectarían positivamente a la región.
"Cada vez que los bancos centrales han aumentado los tipos hasta niveles extremadamente elevados, casi siempre el resultado ha sido una recesión"
Allianz tiene dudas sobre ese aterrizaje suave. La firma alemana afirma que no solo es que "no hay duda de que 2023 será un año de recesión", sino que "continuará para 2024". El banco explica que "a lo largo de la historia, cada vez que los bancos centrales han aumentado los tipos hasta niveles extremadamente elevados para luchar contra la inflación, casi siempre el resultado ha sido una recesión".
Respecto a como será esta "crisis" Allianz defiende que, pese a que las previsiones generales apuntan a "una recesión moderada y poco profunda", desde el banco "no estamos tan convencidos de este escenario". El motivo que alegan los expertos es que hay diversos peligros que no se están teniendo en cuenta, por ejemplo "la caída del mercado inmobiliario, tanto residencial como comercial, al finalizar un periodo de precios al alza, podría provocar una desaceleración económica más acusada de lo previsto por los inversores". Además, abren la puerta a una "inflación persistentemente elevada y a riesgos de estabilidad financiera".
Respecto a lo primero, la inflación en la zona euro está mostrando un claro retroceso. En los últimos datos registrados (mayo) el conjunto de los países de la zona han tenido un IPC medio del 6,1% bajando desde el 7% en abril y del 8,6% desde enero de 2023. Los niveles actuales son los mínimos desde comienzos de 2022 pero aún están muy lejos de volver al objetivo del BCE (2%).
Sobre la estabilidad financiera, las quiebras iniciadas en Estados Unidos con Silicon Valley Bank, First Republic y Signature Bank han seguido con la compra de Credit Suisse por parte de UBS para evitar su colapso. Una situación derivada de la subida de tipos de interés y que podría influir en la economía del viejo continente.
Diego Fernández, director general de A&G, explica que un mayor caos financiero golpearía a la liquidez por lo que "estas restricciones al crédito implican tipos de interés mayores, que son menores márgenes empresariales y antes o después, cierto incremento de la tasa de desempleo. Es uno de los riesgos al escenario actual". En ese sentido, Jerome Powell, presidente de la Fed, afirmó el mes pasado que podría pensarse en que el caos bancario "puede hacer necesarias menos subidas de tipos" al contribuir estas a enfriar la economía.
Volviendo a los escenarios de recesión, desde A&G también apuestan por que el retroceso continúe porque, a pesar de que ya hay una recesión técnica "esperamos que siga el deterioro económico". Eso sí, Fernández aclara que no ve en ningún caso "una recesión fuerte", aunque "no es descartable que esta se mantenga viva en 2023 por que los efectos de los tipos de interés aún no se han visto reflejados totalmente en la economía". De hecho remarca que, en su totalidad, estos no se sentirán hasta entre 12 y 18 meses después del inicio de las subidas, como pronto en octubre. A pesar de esto, "vemos una fortaleza en el empleo y los salarios" que "hacen poco probable una recesión más grande".
Chris Bowie, gestor de TwentyFour AM (Boutique de Vontobel), difiere de su compañero y afirma que "soy pesimista sobre la recesión que la mayor parte del mercado porque creo que el impacto retardado de las subidas de los tipos de interés por sí solo podría crear una recesión". El principal problema, según el experto radica en la locomotora de Europa, Alemania, donde "la inflación subyacente aún no ha tocado techo" y avisa de que puede puede haber un nuevo paradigma en la actitud de los consumidores porque "su psicología ha cambiado desde los últimos años".
Martin Wolburg, economista senior en Generali Investments, no da por hecho este escenario y, de hecho, afirma que "esperamos que la actividad vuelva a moderarse y que Europa se quede al borde", pero "nuestros indicadores ya sugieren que la actividad volvió a expandirse". Sin embargo, el analista advierte de un problema añadido, las complicaciones para los exportadores con la situación monetaria actual. "Las economías orientadas a la venta al exterior, como Alemania o Países bajos se van a ver especialmente afectadas por las políticas monetarias del BCE".
La curva de tipos grita recesión
Al margen de las opiniones y previsiones de analistas e instituciones, históricamente los mercados de bonos han sido un indicador clave para determinar si iba a darse una recesión. Concretamente el indicador más famoso en el diferencial entre los rendimiento de los bonos a diez años y los bonos a dos años. El caso de que los segundos sean más rentables que los primeros es considerado como una alerta clara de que hay problemas económicos en el horizonte.
En Europa la situación es clara, todos los países de la región excepto, Portugal, Croacia, Italia, Chipre y Grecia tienen la curva de bonos invertida. Con la excepción de países como España, Bélgica o Polonia, donde la inversión es menor a los 20 puntos básicos, en el resto de países no se trata de una situación casual, sino que están en máximos de muchos años. El caso más llamativo es el de la 'locomotora de Europa' Alemania, donde la curva está en máximos de 1992, situándose en los 87 puntos.
En Estados Unidos, donde se usa más a menudo la curva de tipos como un verdadero 'oráculo de las recesiones', la única vez que ha fallado fue en 1965 cuando dio una falsa alarma al tardar años en suceder. Sin embargo, desde entonces ha acertado en todas las recesiones que han afectado a la sociedad norteamericana con seis ocasiones en las que una inversión derivó en una posterior destrucción económica.
Sin embargo algunos expertos se muestran contrario a las conclusiones de este indicador desde los últimos meses, alegando que se dan unas condiciones muy particulares que estarían provocando su primer fallo en más de medio siglo. Desde Goldman Sachs alegan que el problema viene de que "gran parte de la inversión observada en los rendimientos actuales de los bonos de EEUU no proviene de las altas probabilidades de recesión o de la normalización de la inflación, sino de los bajos niveles de tipos reales a largo plazo".