Economía

Forza Italia y Meloni, preocupados ante un futuro sin Silvio Berlusconi

  • El partido no tiene un líder fuerte y tiembla bajo una deuda de casi 100 millones
El expresidente de Italia, Silvio Berlusconi, junto a la actual presidenta, Georgia Meloni. Foto: Alamy

Italia despidió a Silvio Berlusconi el pasado miércoles con un funeral de Estado participado por miles de personas en la plaza principal de Milán. Una atmósfera de luto, rota por los coros de los hinchas del AC Milán que gritaban "solo hay un presidente". Un eslogan que se aplica perfectamente también al partido de Berlusconi, Forza Italia, que se encuentra ahora sin líder y sobre todo sin su principal fuente de financiación. De hecho, unas horas antes de las exequias, la fuerza política reunió a su comité de presidencia para aprobar las cuentas de 2022. Forza Italia cerró el ejercicio con una deuda de casi 100 millones, garantizadas por el mismo Berlusconi. Para sus hijos, que heredan un patrimonio estimado por Forbes en 6,4 billones de euros, la cifra no es muy relevante: ellos mismos donaron el año pasado al partido 100.000 euros cada uno, permitiendo que la fuerza política saliera adelante. Sin embargo, la muerte del fundador lo cambia todo, ya que ninguno de los vástagos de Berlusconi manifestó su intención de comprometerse con la política. Además, Forza Italia ya no es lo que era: el partido que marcó casi tres décadas de la historia política transalpina, como principal fuerza del centroderecha, ahora cosecha en las encuestas poco más del 7%.

La falta de un heredero político

Berlusconi ha estado en el centro de la reciente historia italiana gracias a su capacidad de personalizar la política. Esto implicó, sin embargo, la ausencia de un heredero que le pudiera robar el protagonismo. La misma Giorgia Meloni tuvo que ganarse el liderazgo de la derecha transalpina en oposición a Berlusconi. En 2012 la actual presidenta de Gobierno rompió con el magnate por la negativa de Berlusconi a disputar el liderazgo de la coalición en elecciones primarias y fundó su propio partido Hermanos de Italia.

La trayectoria política de la joven líder de derecha es opuesta al ocaso del anciano empresario. Mientras, Hermanos de Italia pasó en unos años del 4% al 28%, el partido de Berlusconi sobrevive dividido en corrientes, vinculadas cada una a varios personajes del círculo más íntimo del magnate. En los últimos meses Marta Fascina, joven diputada y última pareja de Berlusconi, logró hacerse con los cargos claves de Forza Italia, imponiéndose sobre la antigua ayudante del magnate, Licia Ronzulli. En el medio, el ministro de Exteriores y antiguo presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, intenta, como coordinador nacional de la fuerza política, poner orden entre los diferentes bandos, evitando que el partido se rompa.

El liderazgo de Tajani, sin embargo, no puede competir con las otras dos figuras fuertes de la derecha transalpina: Meloni y el secretario de la Liga y vicepresidente de Gobierno Matteo Salvini. Tanto la Liga como Hermanos de Italia atrajeron a sus filas, durante los últimos años, a varios tránsfugas de Forza Italia y ahora la diáspora podría acelerarse. Del futuro del partido berlusconiano se interesa también el antiguo primer ministro, Matteo Renzi, que dejó el bando progresista para formar una fuerza de centro y no oculta su intención de atraer diputados y senadores de Forza Italia para crear un movimiento liberal.

Los temores de Meloni

Las incógnitas sobre la supervivencia (política y financiera) de Forza Italia no son buenas noticias para la primera ministra italiana. El partido berlusconiano sigue siendo una pieza importante de la mayoría de Gobierno, además de un apoyo fundamental para realizar el objetivo de Meloni de cara a las elecciones europeas de 2024: una alianza entre los populares europeos (familia de la que Forza Italia es elemento integrante) y la derecha conservadoras que ella misma preside. Se trata de un recorrido que, según los analistas políticos italianos, Meloni imaginaba gradual y que ahora podría acelerar, a través de la creación de un partido único entre Forza Italia y Hermanos de Italia.

En todo caso, cualquier decisión tiene efectos colaterales: una fusión rápida con el partido berlusconiano dejaría al descubierto el ala más derechista de la coalición, ayudando al aliado/adversario Salvini. Al mismo tiempo, demorarse demasiado aumentaría el peligro de que Salvini tome la iniciativa (llevando a cabo una federación entre la Liga y Forza Italia como ya había propuesto en el pasado) o que el partido de Berlusconi se rompa, arrastrando en su caída la estabilidad del Gobierno.

El fantasma de Meloni es Mario Draghi, el tecnócrata que podría volver a encargarse de gobernar Italia en caso de una nueva crisis política. Por eso la presidenta apuesta por el continuismo: en un conmovedor video difundido en las redes sociales, Meloni despidió al empresario recordando su largo recorrido juntos (Meloni fue nombrada en 2008 ministra de la Juventud por Berlusconi) y prometió realizar muchos de sus proyectos. "Haremos que te sientas orgulloso" prometió. Con la esperanza que la muerte del magnate no sea el fin, sino una nueva etapa para la coalición de centroderecha que Berlusconi fundó hace casi 30 años.

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