
Los países de la UE divergen en las fórmulas para reformar la gobernanza económica. Lo que había sido, en un primer momento, un empuje de Alemania por fijar una senda cuantitativa de reducción de la deuda para aquellos países cuyo pasivo supere niveles del 60% sobre el PIB se ha encontrado la oposición de lleno del otro de los motores de las decisiones comunitarias. Una Francia que se postula por los planes de ajuste fiscal individualizados que planteaba la Comisión Europea y rechaza reglas automáticas.
Lo de este viernes ha sido un primer debate sobre las reglas fiscales entre ministros de Economía y Finanzas de la UE. En el encuentro, Alemania ha tratado de hacer gala de fortaleza con la congregación de aliados por fijar una referencia cuantitativa para la senda de reducción de deuda de un 1% anual. A tal petición se han sumado diez países más.
Conjuntamente con la República Checa, Austria, Bulgaria, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia y Luxemburgo, Alemania ha remitido una carta en la que piden una reforma de la gobernanza económica que garantice la sostenibilidad presupuestaria y de la deuda a largo plazo. Una normativa que, instan, se aplique de forma igualitaria a todos los países de la UE y evite las presiones inflacionarias pero que no cuenta con las firmas de otras voces fuertes dentro de este debate comunitario como Países Bajos.
El ministro el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, ha abogado por una salvaguarda que garantice que, "realmente", un descenso en la ratio de deuda sobre el PIB. Ha considerado que "en circunstancias normales no es excesivamente ambicioso alcanzar una reducción del 1% de la deuda" y como ejemplo, ha señalado que a un país con una deuda del 100% sobre el PIB le llevaría 40 años de ajuste rebajar estos niveles al 60%. "No creo que sea excesivamente ambicioso. Los Estados miembro están por encima del 100%", ha agregado
Una postura que Francia ha rechazado frontalmente. El ministro de Finanzas galo, Bruno Le Maire, ha mostrado su oposición a "reglas automáticas e uniformes". Además, la incidido en la importancia de que los Estados miembro se apropien de la trayectoria de finanzas públicas y que no se imponga desde el exterior.
En todo caso, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, llegaba al encuentro de ministros de la eurozona abogando por "construir puentes" y no "fortificar trincheras". Una llamada al consenso que debe atender también a la postura de Italia, que ha abogado por impulsar la inversión como una prioridad para las políticas comunitarias para las transiciones verde y digital. También a la de Polonia y los Países Bálticos que piden que el gasto en defensa se tenga en cuenta a la hora de perfilar las reglas fiscales de la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
El tiempo apremia. Y es que en el arranque de 2024 volverán a aplicarse las reglas fiscales, suspendidas a causa de la pandemia. Unas reglas que obligarán a los países de la UE a ponerse las pilas para que el déficit sobre el PIB no supere el 3% y la deuda sobre el PIB un 60%. Es por tanto que España, al frente de la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, espera cerrar esta reforma.
La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, se ha mostrado confiada durante el debate en alcanzar un acuerdo ante de final de año "integrando todas las contribuciones, prioridades e inquietudes de cada país". De la misma forma, el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, ha indicado que "hay buenas razones" para finalizar las negociaciones este año y dar "certidumbre sobre las reglas fiscales y ha tildado esta primera conversación como "constructiva".