Seis comunidades autónomas encuadradas en la denominada España vaciada han sido las más afectadas por el incremento de la inflación en 2022 con un IPCH (índice de Precios de Consumo Armonizados por sus siglas en inglés) superior al 8,4% del IPC.
De este modo, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Galicia, La Rioja y Aragón soportaron el año pasado subidas de precios superiores al 9%. Lo destaca Funcas en su última publicación de Cuadernos de Información Económica dado a conocer ayer.
En estas regiones el peso medio de la cesta de alimentos, así como energía y carburantes se encuentra por encima de la media nacional. Castilla-La Mancha, la región con el IPC más alto el año pasado, presenta el mayor peso en alimentos (26,4%) y energía (10,4%).
En términos poblacionales, recalca Funcas, las citadas seis autonomías se distinguen por tener dos rasgos en común. El primero es que tienen una densidad de población inferior a la media nacional de 94,1 habitantes por kilómetro cuadrado. Y, en el caso de ambas Castillas, Aragón y Extremadura, está por debajo de 30 habitantes.
En segundo lugar, con la excepción de Castilla-La Mancha, el grado de envejecimiento de sus habitantes está por encima de la media española. La proporción de mayores de 65 años sobre menores de 15 años es de 1,5 en Aragón, La Rioja y Extremadura, y de 2,1 en Castilla y León frente a la media nacional del 1,3.
Funcas razona que la elevada dispersión, unida a la existencia de un reducido número de pueblos de tamaño grande, donde habitualmente se focaliza la mayor parte de la oferta de bienes y servicios públicos y privados, explicaría el elevado peso en carburantes existente tanto en las dos Castillas y Extremadura".
Por otra parte, las diferentes variantes del más extremo clima continental que afecta a Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y La Rioja explicarían el elevado peso del gasto de la energía.

En el extremo opuesto, las seis regiones con un IPC más reducido son Madrid, Canarias, País Vasco y Cataluña, así como las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, con cifras ligeramente por encima del 7%. Todas ellas, apunta el organismo, tienen en común que el peso total de los alimentos, energía y carburantes es inferior a la media nacional.
En el caso de Madrid, País Vasco y Cataluña debido al bajo componente del gasto en alimentos -la región madrileña ostenta el mínimo con un 20,8%-, y en lo tocante a Ceuta, Melilla y Canarias por los menores gastos en energía y carburantes, que compensan su elevado gasto en alimentos.
Funcas dice que la inflación ha perjudicado más a los hogares con menos capacidad económica, especialmente de las tres primeras decilas: aquellos con un gasto anual inferior a aproximadamente 14.000 euros anuales. Explica que el impacto depende del diferente peso que tienen en cada familia los grupos de gasto más afectados por la inflación (alimentos, energía, carburantes, y hostelería).
El organismo refiere que el peso agregado de estos grupos de bienes tiene un perfil decreciente con el nivel de gasto, de modo que el impacto de la inflación se relaciona inversamente con la capacidad de gasto de los hogares. Aquellos situados en el primer decil de gasto soportaron crecimientos de precios superiores, en media, al 10% interanual, y los ubicados en el último decil, tuvieron una inflación inferior al 8%.
Deflactor del PIB
Por otra parte, Funcas apunta en su informe que el deflactor del PIB, el indicador que "mejor aproxima la dinámica de la inflación interna", aumentará en todos los años del periodo 2023-2025 por encima del objetivo de inflación del 2% que marca el Banco Central Europeo (BCE).
En este sentido, el director de Coyuntura Económica de Funcas, Raymond Torres, hace una previsión sobre cómo se comportará la inflación en los próximos tres años, tomando como base el impacto de salarios y excedentes empresariales sobre el deflactor del PIB. De acuerdo con sus cálculos, el deflactor del PIB aumentará un 4,7%, un 3,5% y un 2,5% en 2023, 2024 y 2025, todavía por encima del objetivo de inflación del 2% del BCE.
Torres señala que, en el supuesto de que se estabilicen los precios de la energía y otros bienes importados, el excedente de explotación aportaría 2,8 puntos al deflactor del PIB este año, mientras que para 2024 y 2025 contribuiría con 1,8 y 1,2 puntos, respectivamente.
Por su parte, la evolución esperada de los salarios, junto con el "leve" avance de la productividad, llevaría a un repunte de los costes laborales unitarios que darían como resultado una aportación al deflactor del PIB de 1,9 puntos este año y de 1,7 y 1,3 puntos en los dos siguientes, según las previsiones de Funcas.