
La evolución del teletrabajo que impuso la pandemia al trabajo híbrido podría derivar en una tercera corriente. O eso al menos es lo que desearían la mayoría de los trabajadores, que sueñan con poder disfrutar de una semana laboral de cuatro días.
Una encuesta a más de 3.000 profesionales realizada por la consultora Robert Walters, indica que el 13% de los profesionales renunciaría al modelo que combina días de trabajo en la oficina con jornadas en remoto a favor de trabajar un día menos a la semana, el 7% sacrificaría a ventajas como la formación y el 71%, a tener relación con sus compañeros y disfrutar de los eventos corporativos internos.
Un 91% de los encuestados estaría interesado en que su organización implementara la semana laboral de cuatro días, opción que ya encabeza la encuesta sobre los beneficios que más aprecian aquellos perfiles que están en búsqueda de un nuevo empleo: el 49% afirma que esto sería lo que más les atraería en la descripción de la vacante, mientras que el 35% preferiría contar con la flexibilidad de trabajar desde cualquier lugar.
Incluso supera en preferencia a una subida de sueldo. Un 15% aceptaría un aumento salarial del 10-15% frente a la semana laboral de cuatro días y tan solo el 1% afirma que renunciaría a esta ventaja por tener más eventos internos en la oficina o contar con desayuno en la oficina.
"En los últimos meses los espacios de trabajo han dado un giro al aumentar los días de trabajo presencial en la oficina. Esto ha supuesto una explosión de energía, colaboración, creatividad y productividad. Por eso, es incomprensible pensar que la semana laboral de cuatro días podría tener un impacto negativo en la cultura corporativa o en el bienestar de los equipos". Es el análisis a los números que hace Gema de Francisco, directora asociada en Robert Walters. Sin embargo, reconoce que, como ocurrió primero con el teletrabajo y después con el sistema híbrido, "los cambios en el lugar de trabajo siempre conllevan ciertos desafíos" y emplaza a los directivos a "ser cautos pero estar abiertos a lo que demanda su fuerza laboral".
El ejemplo más claro de éxito del recorte de un día de la semana de trabajo lo firma Reino Unido. Su prueba piloto de la semana laboral de cuatro días (4-day Week Pilot Trail) tuvo unos resultados muy positivos tanto para los trabajadores (que vieron reducido su nivel de estrés) como para las empresas (que elevaron sus ingresos y obtuvieron mayores compromisos de los empleados).
Aunque no todo salió todo lo bien que se podría esperar. El 28% de los trabajadores implicados en la prueba piloto declaró haber trabajado las mismas o incluso más horas que con la semana laboral de cinco días y tan solo el 2% vio su carga de trabajo reducida (para el 20% aumentó). Esto se explicaría en los diferentes formatos en los que se puso en la práctica el piloto.
No todas las empresas aplicaron la reducción de un día a la semana sino que en función de sus características, adaptaron la disminución de horas semanales a su idiosincrasia. La condición que debían cumplir quienes se adscribieran era aplicar una reducción "significativa" del tiempo de trabajo semanal manteniendo el 100% del salario de los empleados. Algunas decretaron desde el clásico modelo de 'viernes libres', otras estructuras 'escalonadas' en función de la compañía e incluso hubo quien dividió la plantilla en grupos intercalando lunes o viernes de libranza.
"Estos datos proporcionan una visión que puede ayudar a las organizaciones a comprender qué funciona y qué no y a tomar una decisión estratégica", concluye De Francisco.
En España acaba de comenzar el proyecto piloto de la semana laboral de cuatro días. Con un presupuesto de 9,6 millones para los próximos tres años, de momento solo pueden adscribirse empresas del sector industrial. Cada empresa que se adhiera, recibirá hasta 200.000 euros de ayuda para contingencias derivadas de la implantación del nuevo sistema, como refuerzo de personal.