En diciembre de 2022, la inflación de Pakistán se situó en el 24,5%, mientras que sus reservas de divisas rondaban los 5.800 millones de dólares, la mitad que un año antes. En menos de un mes, esa cifra se redujo hasta los 4.343 millones de dólares, el equivalente al pago de tres semanas de importaciones, según datos del Banco Estatal de Pakistán (SBP). A todo esto se suman, además, los apagones que ha sufrido el país recientemente -los cuales han llegado a dejar sin electricidad a cerca de 220 millones de personas- y el hecho de que no está recibiendo ayuda por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI). Como resultado, la nación asiática se encuentra al borde del colapso.
Hace unos meses, el banco central de Pakistán impuso controles de capital para impedir que las empresas extranjeras pudieran sacar dólares del país, así como restricciones a las importaciones, todo ello en un intento por conservar su reserva de divisas. En la práctica, estas medidas impedían a los compradores conseguir los "billetes verdes" necesarios para pagar las mercancías, lo que, a su vez, provocó que los contenedores que las portaban se amontonaran en los puertos de Pakistán. Asimismo, derivó en una escasez aún mayor de suministros básicos, como alimentos y combustible.
Dado el malestar surgido a raíz de este plan entre los ciudadanos y las empresas -un actor de la industria siderúrgica incluso amenazó recientemente con detener su producción-, el banco central de Pakistán anunció una relajación de las restricciones a las importaciones que entró en vigor el pasado 2 de enero.
Otra de las medidas adoptadas por el país para evitar el hundimiento de su economía fue la de aplicar un tipo de cambio no oficial. El objetivo era mantener la rupia artificialmente alta mediante la creación de un mercado negro de divisas, según detalla el Financial Times. Sin embargo, el banco central de Pakistán puso fin al mismo esta semana para cumplir con los requisitos del Fondo Monetario Internacional para acceder a un préstamo. La moneda oficial del país asiático respondió a esta decisión cayendo un 9,6% frente al dólar el jueves, registrando así su mayor descenso en un solo día en más de dos décadas. Al cierre de esa jornada, el valor de la divida se situó en 255,4 rupias frente al "billete verde", frente a las 230,9 del miércoles, de acuerdo a lo publicado por el SBP.
No es la primera vez que este país recurre a la institución que preside Kristalina Georgieva. En 2019, consiguió un rescate de 6.000 millones de dólares, el cual se amplió el año pasado con otros 1.000 millones de dólares destinados a paliar los efectos de las devastadoras inundaciones que causaron daños por un valor estimado de 30.000 millones de dólares y afectaron a millones de personas. No obstante, el FMI decidió suspender en noviembre los desembolsos del mismo debido a las reticencias del Gobierno de Shehbaz Sharif a aceptar las reformas económicas que le exige. Pakistán, por su parte, señaló que ni la economía ni la sociedad están en condiciones de absorber el coste y el impacto de esas medidas. Finalmente, la organización ha accedido a enviar una misión entre el 31 de enero y el 9 de febrero para continuar revisar la concesión de una línea de crédito a la nación asiática, según recoge Efe.
El país también se encuentra a la espera de recibir los más de 9.000 millones de dólares que los prestamistas internacionales se comprometieron a aportar en diciembre para ayudar a su recuperación tras las inundaciones. Un mes después de su anuncio, todavía no se han concretado los detalles sobre cómo y cuándo llegará ese dinero.