
La elección del presidente de la Cámara de Representantes de EEUU, que ya ha pasado a la historia como la quinta batalla más larga desde que existe el Congreso estadounidense, con 15 votaciones hasta elegir al republicano Kevin McCarthy, abre la puerta a dos años de tensiones entre la Cámara republicana y el Senado y la presidencia, demócratas. Pero la batalla interna dentro del Partido Republicano, que llevó a una veintena de sus diputados a rechazar repetidamente a su propio jefe de filas, apunta a un peligro mayor: un 'default' de la principal potencia económica mundial en julio.
La causa de esta amenaza es que la ley estadounidense requiere que el Tesoro reciba permiso del Congreso antes de poder emitir deuda. Sin ese permiso, el Gobierno no podrá emitir más bonos para financiarse, provocando una suspensión de pagos. El problema ya no es que EEUU opere con déficit, como la gran mayoría de países, y necesite emitir deuda para cuadrar sus gastos: es que, incluso si se aprobaran unos presupuestos sin déficit, los impuestos y los gastos no entran y salen de la caja de forma simultánea, por lo que el país necesita emitir bonos para, por ejemplo, poder pagar el día 1 los salarios sin esperar a que entre una remesa de impuestos el día 15.
La autorización actual expira el 1 de julio, momento en el cual deberá aprobarse una renovación o el país entrará en 'default'. Y los diputados republicanos rebeldes lograron extraer de McCarthy una serie de puestos clave en los comités que deciden qué se lleva al pleno, y ya han advertido de que piensan utilizar esos poderes para exigir fuertes recortes en los presupuestos antes de aprobar la emisión de más deuda.
La causa del malestar republicano es el fuerte aumento de la deuda durante el Gobierno de Donald Trump. Debido a los recortes de impuestos aprobados por los republicanos y los estímulos por la pandemia de covid, la deuda subió en 8 billones de dólares en los cuatro años de Trump, frente a los 9 billones que creció durante los ocho años de Barack Obama. En los dos años de Joe Biden, la deuda ha aumentado otros 3 billones más, aunque ha pasado de representar el 129% del PIB en el último año de Trump al 123% a cierre de 2022 por el rebote en el crecimiento.
En la última década, el expresidente Obama ya tuvo que enfrentarse a dos crisis similares. En 2011, el límite se superó y, durante tres meses, el Tesoro tuvo que hacer malabares fiscales para pagar sus cuentas antes de que ya fuera imposible cuadrarlas. Standard & Poor's llegó a recortar, por primera vez, la calificación de la deuda estadounidense de AAA (la más alta) a AA+, y el día límite para declarar el 'default', las dos cámaras llegaron por fin a un acuerdo para imponer fuertes recortes -de un billón en una década- a cambio de renovar la autorización.
Una lista de recortes
Esta vez, los rebeldes republicanos han puesto sobre la mesa una larga lista de demandas. Una es reducir el presupuesto de Defensa en 75.000 millones de dólares, una posibilidad que ha levantado fortísimos recelos entre los 'halcones militares' republicanos. Otra posibilidad es congelar las partidas de inversión y gasto público en niveles de 2022, lo que supondría en la práctica un recorte de 130.000 millones en dos años solo por el efecto de la inflación. Y algunos de esa veintena de rebeldes quieren abrir el melón de recortar las pensiones de la Seguridad Social y Medicare, la sanidad pública para jubilados, que consideran "insostenibles".
Por el momento, el mercado no parece tomarse muy en serio la posibilidad de que los rebeldes acaben provocando una crisis como la de 2011. Pimco cree que "para cuando la Cámara tenga que votar la renovación, podría haber tanta fatiga" con los rebeldes "que [estos] tengan mucho menos poder para usar el tema como un rehén" con el que forzar a la Casa Blanca a hacer concesiones. Pero Brian Gardner, del banco de inversión Stifel Nicolaus, aconseja a los inversores "estar precavidos según se acerque el verano", porque una batalla al límite por la deuda "puede provocar volatilidad en los mercados".
La clave, sin embargo, estará dentro del propio Partido Republicano. Es posible que Biden negocie un acuerdo con los senadores republicanos, más moderados y menos dispuestos a jugar con un 'default' del país, e intente forzar su aprobación en la Cámara de Representantes a través de los mecanismos legislativos que permiten a la minoría demócrata 'puentear' a McCarthy si consiguen el apoyo de cinco diputados republicanos centristas. "Nadie quiere llegar a ese escenario, pero la opción existe por un motivo", advirtió el republicano moderado Brian Fitzpatrick. La pregunta ahora es hasta qué punto están dispuestos a llegar los rebeldes republicanos, y si McCarthy logrará mantener el suficiente poder para mantenerlos a raya, o si su pírrica victoria le ha dejado en manos del ala más radical de su partido.