Un informe de Eurofound revela el verdadero alcance del impacto de la implantación del teletrabajo sobre la jornada laboral en España, y nos sitúa como el país europeo en el que más contribuye a que los empleados trabajen "más horas de las exigidas contractualmente".
Decir que el teletrabajo se tradujo en un aumento de la jornada laboral no es una novedad: se trata de realidad que muchas personas experimentan por sí mismas. Pero el 'liderazgo' español en esta variable puede resultar sorprendente porque en 2021, solo el 9,6% de los ocupados teletrabajaban de manera habitual (más de la mitad de la jornada semanal).
Una tasa muy por debajo de la media europea del 13,5%. De hecho, el nuestro es uno de los pocos países europeos que redujo el peso del trabajo en remoto entre 2020 y 2021.
Sin embargo, al analizar el resto de países con el mayor exceso de horarios, se aprecia que esto no parece ser un factor determinante: en Bulgaria, Hungría y Rumanía el teletrabajo tuvo un peso mucho menor que en nuestro país, mientras que Portugal lo rebasó en más de 5 puntos.
Entonces, ¿cuál es la clave? Según la investigación, en el caso español una de las razones principales estuvo en el la forma de controlar a estos empleados. Y es que, pese a la entrada en en vigor la nueva regulación del teletrabajo, en 2021 persistía la ausencia de sistemas de registro del tiempo.
Ante la falta de estos controles y la flexibilidad de los horarios que propiciaba, las empresas introdujeron controles por objetivos, con lo cual se prolongaba la jornada laboral hasta que se obtuvieran estos resultados esperados. Así, el 30% de los teletrabajadores habituales aumentó su tiempo de trabajo durante la pandemia.
Los principales métodos de gestión y seguimiento de los teletrabajadores utilizados en España son la fijación de objetivos y resultados, seguidas de las llamadas, mensajes y reuniones electrónicas con superiores y compañeros. Sólo el 12% afirmó que sus organizaciones aplicaban herramientas específicas de supervisión del rendimiento.
Análisis en otros países confirman estas causas. Por ejemplo, en Francia se insiste en la "multiplicación de los canales digitales de comunicación" como uno de los factores clave de sobretrabajo.
Se confirma así la hipótesis del 'telepresencialismo': el exceso de videollamadas (o la fatiga de Zoom) obligó a echar más horas trabajando e imposibilitó la desconexión digital, sobre todo durante los confinamientos.
La propia pandemia fue determinante en el aumento de empleados que trabajan durante su tiempo libre, principalmente por la necesidad de realizar tareas domésticas, pero posiblemente también por las restricciones de desplazamiento impuestas durante los cierres patronales "y la sensación de inseguridad laboral en algunos sectores".
Esto penalizó especialmente a las mujeres, lo que llevó a que sus jornadas fueran mucho más irregulares y largas. Sin embargo, los datos sugieren que lo hicieron organizando y redistribuyendo mejor su tiempo de trabajo que sus compañeros varones, aprovechando la flexibilidad de horarios, en lugar de acumular más horas de trabajo efectivo.
Efecto positivo en la conciliación
A pesar de todo, España es el sexto país de la UE en el que el teletrabajo contribuyó más a mejorar el balance entre vida laboral y personal, después de Bulgaria, Finlandia, Estonia, Polonia y Chipre.
Lo que no aclara el informe para el caso español es cuántas de estas horas extraordinarias no fueron retribuidas. Aunque advierte de un "porcentaje relativamente alto de teletrabajadores que alargaron su jornada sin beneficiarse de una remuneración proporcional" en el conjunto de la Unión Europea.
Eso sí, se observan importantes diferencias entre países. Mientras en Letonia o Finlandia eran un 14,7% y un 19% respectivamente los afectados, mientras que en Grecia el porcentaje se disparaba al 52,3%.