
A pocos días de presentar sus previsiones económicas de otoño, la Comisión Europea ha señalado al elefante en la habitación: la recesión económica. Le ha puesto cara y ojos, pues viene dibujándose en los últimos meses por los altos precios de la energía y la escalada que marca la inflación. Tras las advertencias de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, su presencia se ha hecho ineludible.
Es así como a su entrada al Eurogrupo el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ha puesto sobre la mesa la sombra de una ralentización económica. Una previsión que al cierre del encuentro extendía a los "próximos meses" y concretaba en "el invierno".
"Si observamos los indicadores de frecuencia y el sentimiento económico, lo que vemos son indicios de contracción en la actividad económica para el próximo invierno y para los próximos meses", ha concluido el comisario de Economía en rueda de prensa tras la reunión de ministros de Economía y Finanzas de la zona euro.
Del mismo mensaje se hacía eco el presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, que ha apuntado que la economía en la zona euro se ha "ralentizado". Un mensaje con el que el irlandés ha rebajado las expectativas de crecimiento en para los Diecinueve en 2023, fijadas en el 0,5% en las últimas previsiones económicas del Ejecutivo comunitario.
Es la antesala de los pronósticos que la Comisión Europea presentará el próximo viernes. Ante lo que Gentiloni ha querido contextualizar que el crecimiento económico en la primera mitad del año ha sido más fuerte de lo previsto y que el ritmo de incremento del PIB en el tercer trimestre del año se ha ralentizado hasta el 0,2%, en un contexto en el que la inflación alcanzaba cuotas del 10,7% en octubre, por los altos precios de la energía.
Como contrapunto, Gentiloni ha arrojado perspectivas más positivas sobre del mercado laboral, si bien ha emplazado al viernes para profundizar en tales datos.
Prudencia fiscal
En este marco, Bruselas ha mandado un mensaje a los países de la UE para acotar las ayudas en el marco de la crisis energética y ha pedido prudencia fiscal.
Tanto el irlandés como el italiano han coincidido en que en 2022 se ha registrado una expansión fiscal adicional "considerable", de 200.000 millones de euros, que supone el 2% del PIB. Un repunte auspiciado por las medidas implementadas para mitigar el impacto de los altos precios de la energía y que representan el 1,25% del PIB de la eurozona.
Al hilo de lo cual el comisario de Economía ha indicado que una expansión fiscal "tan significativa" supone un riesgo adicional de presión inflacionaria. Por lo que ha concretado que las medidas deben ser fiscalmente asequibles, deben ir dirigidas a los más vulnerables y deben preservar la señal de precios.
En la misma idea incidía el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, que a la llegada al encuentro pedía una aproximación fiscal más "prudente" y resaltaba que Bruselas no recomienda estímulos fiscales amplios, para que las políticas fiscales y las monetarias no choquen. Así abogó por medidas de apoyo más "temporales" y "focalizadas".
"Hemos evaluado cuán temporales y específicas son las medidas de apoyo" de los Estados miembro, señaló Dombroviskis, que lamentó que la conclusión fuera que "no son específicas".
Y es que los dos representantes del Ejecutivo comunitario dejaron entrever que las medidas de implementadas en esta crisis no están siendo todo lo focalizadas que se desearía y que se había planteado en un inicio. Y en este marco, pidieron más especificidad en sus aplicaciones para evitar "problemas fiscales" de cara al próximo ejercicio, ha matizado Gentiloni.