
El efecto de la reforma laboral parece haberse agotado en los ocho primeros meses del año, y revela un escenario inquietante. Un informe elaborado por expertos de Fedea y BBVA Research alerta de que esta evolución se debe a uno de los temidos efectos adversos de la norma: la creciente precariedad del empleo indefinido.
Durante la presentación del tercer Observatorio trimestral del mercado laboral creado por el Instituto EY-Sagardoy Talento e Innovación, BBVA Research, FEDEA y EY Insights, los autores han puesto el foco en el auge de la volatilidad entre aquellos empleos supuestamente más estables.
La conclusión es contundente: el auge de la afiliación indefinida se ha frenado en los últimos meses. Aunque en lo que va de año la contratación fija ordinaria ha sido un 200% superior a la registrada en 2019, se aprecia una "desaceleración notable" en julio y, sobre todo, en agosto "que se traduce en un avance mensual modesto del número de afiliados al Régimen General".
En el pasado mes, se firmaron 377.000 nuevos contratos de este tipo, pero la afiliación solo repuntó en 18.000. "Un aumento similar al registrado en agosto de 2019, cuando se firmaron cerca de 230 mil contratos indefinidos ordinarios menos", señala el informe.
Más llamativo es el caso de los fijos discontinuos. Se han registrado 1,4 millones de fimas en los primeros ocho meses de vigencia de la nueva ley, la mitad de ellas solo entre junio y agosto. Pero en estos últimos tres meses, la variación mensual de la afiliación de trabajadores con este tipo de contratos ha acabado siendo incluso negativa.
El trasvase de la precariedad
La explicación a esta discrepancia está en el exponencial aumento de las bajas de afiliación. Uno de los autores del estudio, Florentino Felgueroso, explicó que la tasa de baja media diaria de los afiliados fijos discontinuos ha repuntado con intensidad hasta superar a la de los temporales y la de indefinidos ordinarios "también ha crecido sustancialmente".
El aumento de las bajas de trabajadores indefinidos se debe no solo al crecimiento de los pases a situaciones de inactividad de los fijos discontinuos, sino también al "notable" incremento de las dimisiones o abandonos voluntarios y de las bajas por no superar el período de prueba y los despidos propiamente dichos, como contó hace unos días elEconomista.es.
Por el contrario, las tasas de baja de los trabajadores temporales no solo no aumentan, sino que se encuentran por debajo de las de trabajadores fijos discontinuos.
En este sentido, el investigador Marcel Jansen señaló que detrás de esta evolución se encuentra el hecho de que "la sucesión de recontrataciones de temporales ha sido sustituida por contratos fijos discontinuos". Es decir, que se está trasvasando la rotación de las actividades temporales a la contratación indefinida.
Esta evolución cuestiona la eficacia real de la reforma. "No basta con reducir la tasa de temporalidad, hay que lograr que los trabajadores tengan largas y continuadas carreras laborales", remarcó Jansen.
Estancamiento del número de cotizantes
El Observatorio también dedica un apartado al análisis de la coyuntura económica laboral, tras la pérdida de impulso en la creación de empleo en el segundo trimestre. El aumento de la ocupación permitió un descenso del paro, pero también jugó un importante papel el aumento de los inactivos. La incidencia del desempleo de larga duración se mantuvo en un 48,6%.
Aun así, el empleo se situó por encima de los registros anteriores a la crisis sanitaria en todas las categorías profesionales. Tan solo los asalariados del sector privado continuaron trabajando menos horas efectivas que en el cuarto trimestre de 2019.
Para Rafael Doménech, Responsable de Análisis Económicode BBVA Research, estos datos demuestran que la recuperación del empleo "podría estar tocando techo sin haber superado con claridad el nivel previo a la pandemia". En este sentido, advierte de que los datos de afiliación a la Seguridad Social de julio y agosto anticipan un estancamiento del número de cotizantes en el tercer trimestre "una vez descontado el efecto de la estacionalidad".
Un diagnóstico que contrasta con el realizado hace unos días por el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que tampoco escatima críticas a los análisis de los académicos.