Con las grandes economías en recesión o al borde de ellas, y con un incremento del coste de la vida que amenaza especialmente a sus clases medias y bajas, muchos buscan referentes a los que seguir para evitar el bache que se avecina. Las miradas pueden fijarse en Malasia, un país cuyas principales métricas económicas se encuentran en alza.
Este viernes, el país publicaba su dato de crecimiento del producto interior bruto (PIB) del segundo trimestre, donde ha recogido un crecimiento interanual del 8,9%, su mayor incremento en un año y el segundo mayor en más de una década. El crecimiento con respecto al primer trimestre es del 3,5%, superando todas las expectativas de los analistas.
El consumo privado fue el impulsor de este crecimiento, después de que el país menguase las restricciones por la pandemia que aún mantenía. Las exportaciones de materias primas y una tasa de desempleo por debajo del 4% refuerzan una economía que también está apoyada por el gasto público.
El banco central del país prevé que el país concluya el año en la parte alta del rango fijado de antemano para este 2022, ubicado entre el 5,3 y el 6,3%, según la gobernadora de la institución, Nor Shamsiah Mohd Yunus.
El ministro de finanzas del país, Zafrul Aziz, se ha mostrado optimista sobre el mantenimiento de esta tendencia durante el tercer trimestre del año, que podría sustentarse por el comercio exterior y el turismo, a pesar de permanecer cauto por la situación de la economía mundial y cómo pueda desarrollarse el conflicto entre Rusia y Ucrania.
De hecho, todos los datos macroeconómicos conocidos en los últimos meses refuerzan la idea de progreso en la economía malasia. La tasa de desempleo de junio se sitúa en el 3,8%, la producción industrial ha aumentado un 12,1% interanual el mismo mes, el PMI manufacturero de julio se ubicó en el 50,6, y las ventas minoristas crecieron un 38,4% en junio. Además, sus exportaciones se incrementaron un 38,8% interanual y las importaciones un 49,3% con respecto al mes de junio de 2021, mejorando todas las previsiones.
El calentamiento de la economía lleva aparejado el auge de la inflación, pero de momento se encuentra en niveles muy alejados de los que padecen los países occidentales en los últimos meses. El dato de junio se sitúa en el 3,4%, más de un punto por encima de como empezó el año. Sin embargo, el banco central comenzó a subir los tipos de interés en mayo y los ubica ya en el 2,25%, con visos de seguir incrementándolos para evitar el desmesurado auge de los precios al tiempo que se "apoye un crecimiento económico sostenido", en palabras de Shamsiah. El consenso de los analistas sitúa los tipos en el 2,75% para cuando acabe el año.
En junio, la agencia de calificación S&P Global Ratings mejoraba la deuda soberana de Malasia a perspectiva 'estable' - desde 'negativa' -, con una calificación de A- para su deuda a largo plazo y de A-2 para la de corto plazo en moneda extranjera. La agencia aludía a una "fuerte posición externa que permanecerá en los dos próximos años", al tiempo que celebraba una política fiscal que menguará la deuda neta del país hasta situarla por debajo el 60% del PIB.
En la misma línea, Fitch destacaba en febrero que la recuperación del país vendría dada por el incremento del consumo interno por al tener al 80% de la población vacunada contra el coronavirus, mientras la demanda externa de productos como crudo y bienes electrónicos se mantendría fuerte.
La fortaleza del dólar como refugio en los últimos meses ha menguado ligeramente la fuerza de la moneda malasia, el ringgit, que se cambia a 4,44 ringgits por dólar frente a los 4,18 en los que comenzó el año.
El principal índice de la bolsa de Malasia, el FTSE Malaysia KLCI, se deja un 3,91% en lo que va de año, con un desempeño notablemente mejor que otros grandes selectivos del continente como el de Shanghai (-9,97%), el Hang Seng honkonés (-13,77%) o el KOSPI coreano (-15,10%). El japonés Nikkei, sin embargo, se acerca ya a ponerse en positivo tras un buen mes de julio y se deja apenas un 0,85% en lo que va de año.