Economía

La Economía sí es la clave

  • Desde el último Debate han desparecido Albert Rivera, Iglesias y Pablo Casado
  • "Nos espera un otoño calentito, porque el votante no perdona cuando le afecta al bolsillo"
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, con Calviño y Yolanda Díaz.

Este Debate del estado de la Nación ha generado una gran expectación porque hace más de un lustro que no se celebraba, concretamente, 7 años. Fue en una España de 2015, muy diferente a la actual, y caracterizada por el bipartidismo. Desde entonces, se han celebrado cuatro elecciones generales, tres mociones de censura siendo exitosa en 2018 la presentada por Pedro Sánchez, que le permitió alzarse como presidente del Gobierno.

Se trata de un evento político que toma forma del Debate del estado de la Unión de Estados Unidos, en el que igualmente el presidente da cuentas de los hechos más relevantes de ese año y anuncia normativa legislativa. Sin embargo, en España debería estar regulado con carácter anual porque se ha ido postergando por los procesos electorales y la pandemia de la Covid -19.

Pues bien, con este tiempo infértil y el Parlamento casi cerrado, la semana pasada el jefe del Ejecutivo rindió cuentas en tres jornadas maratonianas con los representantes parlamentarios, y con el esperado anuncio de medidas para lo que queda de legislatura. Medidas de mayor calado social y progresista.

Apurando el final del curso parlamentario, y en plena canícula, Sánchez acudía al Congreso en un momento de debilidad. Los datos de las últimas encuestas, y su imagen de presidente no le acompañaban. Como tampoco lo hacen los continuos conflictos con sus socios de coalición y los malos resultados cosechados por el PSOE en las elecciones de Madrid, Castilla y León y Andalucía. Se habla ya de cambio de ciclo.

Pero es bien conocida la resistencia y resiliencia del presidente Sánchez, un presidente que ahora puede sacar pecho por el éxito de la cumbre de la OTAN en Madrid hace dos semanas. El dirigente socialista ha logrado prósperas negociaciones y proyección ante los grandes mandatarios y líderes políticos de unidad, aportando cercanía y consenso para preservar la seguridad y defensa en contra del desafío de Putin. Además, ha forjado un nuevo concepto estratégico con acuerdos bilaterales entre España y los EEUU.

Pero lo relevante del Debate no era la OTAN. Era la economía. Ya lo dijo Bill Clinton en una de sus campañas electorales, repitiendo como eslogan aquella frase de: "Es la economía, estúpido". Y eso es lo que sucede en España. Ahora el debate no es otro que la economía, con una inflación galopante y una crisis energética descomunal.

Pese a esos nubarrones, el pasado martes, Pedro Sánchez iniciaba su discurso sonriente, alegre y dando la bienvenida a la Cámara a los representantes autonómicos y sindicales, todo un gesto antes de abordar la gestión de sus últimos años, y en concreto los de la pandemia. Lo hacía, sabiendo que iba a recibir los reproches de todas las formaciones políticas. Pero entró de lleno y se fijo en la inflación. Atribuyó al ataque y la crisis de la guerra en Ucrania, señalando a Vladimir Putin, y sosteniendo que éste ha añadido "desastre y frustración para luchar juntos contra la adversidad. Y, los tanques -dijo- vuelven a marchar en Europa".

Con reloj en mano, el ámbito de la economía ocupó en su discurso los treinta primeros minutos. Sánchez intentó un mensaje y relato para conectar con los ciudadanos por el alza de los precios de todos los productos básicos, como son la luz y la gasolina. Para identificarse y no rehuir la realidad -recalcó-, dijo ser "consciente de las situaciones cotidianas, de la cesta de la compra, de la escalada de precios y del alquiler, …". Identificarse con las familias y los españoles por lo mal que lo están pasando y generar empatía ante la opinión pública y explicar "el presente y futuro y no el pasado", apuntó.

El de la semana pasada en el Congreso, es el primer debate de Pedro Sánchez y el XXVI que se celebra en esta cámara desde la Transición. Y, es curioso, porque desde el último de todos ellos han desaparecido de la escena política Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pablo Casado.

En esta ocasión, y de manera inusual, el jefe de la oposición, Alberto Nuñez Feijóo, ocupó asiento entre los miembros de su Grupo parlamentario, pero no pudo intervenir por no ser diputado, aunque sí senador. Un hecho que pudo haberse consensuado con la Mesa, máxime, cuando la última encuesta de GAD3 le da como futuro líder presidencial un 36% de los votos. Y ya, metidos en el análisis del debate, destacaría la metáfora para describir la situación económica y resolución actual para defenderse del Partido Popular, reprochando diagnósticos de curandero, frente a médicos especialistas, personificado el primero en los conservadores, y al médico especialista con el Gobierno y la Administración. Y desde ese punto sustanció: "Hagamos caso a los médicos especialistas como en la pandemia".

Con estos argumentos, mostró un gráfico, y defendió que hasta ocho países de la Unión Europea superan el último dato de inflación de España, del 10,2% en el mes de junio. Remarcó Sánchez que las medidas adoptadas y soluciones para superar la crisis económica bajarán la variable en el 6%. Eso, si la guerra lo permite.

Además, utilizó términos como unidad, resistencia y esperanza. Y también dijo que se va a "dejar la piel con la clase trabajadora", para a continuación anunciar un batería de medidas como la bonificación del 100% del abono transporte de Renfe y cercanías, desbloqueo de la Operación Campamento. Iniciativas que coronó con medidas populistas como las reclamadas por los podemitas, con un impuesto a las empresas energéticas y el impuesto a la banca.

Tampoco podemos pasar por alto la comunicación no verbal de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Sin esconderse, Díaz se negó a aplaudir cuando oyó la subida de impuestos, y permaneció con la cara apoyada sobre su mano, mirando de abajo a arriba con signos de poca credibilidad, aunque luego manifestase a los medios que son decisiones relevantes y no se debe aplaudir constantemente, y declarase contenta.

Relevante fue cuando Cuca Gamarra, vestida de blanco -lo que representa fortaleza y transparencia-, dedicó un minuto de silencio en memoria de Miguel Ángel Blanco, seguido por todos los diputados en pie en la Cámara. En su réplica, Gamarra criticó las medidas del presidente por provocar un efecto contrario que afectará a los ciudadanos al aplicar estos impuestos.

En definitiva, un Debate lleno de gestos que hablan por sí solos. Como el de Gabriel Rufián, portavoz de ERC, que mostró tres balas rojas del salto de la valla en Melilla, lo que tuvo una réplica de un Sánchez de rictus tajante, enfadado y muy serio, para decirle que "las únicas balas son las que están en el techo del Hemiciclo". Y, más cómodo se encontró con Gamarra respondiendo a la "falta" de apoyo del PP en la renovación de los órganos judiciales.

En resumen, un Debate que ha allanado la postura de Sánchez y cohesionado su mayoría parlamentaria con sus socios de coalición: Unidas Podemos, nacionalistas e independentistas y EH Bildu con la aprobación de un proyecto de Ley de Memoria Democrática y la reforma del Poder Judicial.

Pero no hay que olvidar que, pese a ese rédito, la economía sí es la clave. Lo vimos el martes cuando la bolsa cayó tras el anuncio sobre el impuesto a las grandes entidades financieras que va a repercutir en el ciudadano. Al final, va a calar en el electorado con una crisis apabullante y las recientes medidas de Europa para reducir el consumo del gas. Se espera un otoño calentito de posible revuelta social porque el votante no perdona cuando se ve afectado en el bolsillo.

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