
Nueva escalada en la interminable disputa entre el Reino Unido y la Unión Europea para aplicar el acuerdo del Brexit, y más concretamente el llamado Protocolo de Irlanda. La Comisión Europea ha amenazado con reactivar procesos de infracción que había congelado contra Londres por anteriores incumplimientos y ha puesto sobre la mesa nuevas acciones legales. Lo ha anunciado el vicepresidente Maros Sefcovic poco antes de la presentación en la Cámara de los Comunes de una ley con la que el primer ministro británico Boris Johnson pretende anular a la práctica parte del acuerdo comercial pactado con el Brexit. Bruselas por ahora "analiza" el texto, ha dicho Sefcovic, pero avisa que habrá consecuencias.
La frontera entre Irlanda del Norte e Irlanda sigue siendo el gran dolor de cabeza de los negociadores. Esta es la única zona de tránsito terrestre entre suelo británico y europeo, dónde para evitar levantar una barrera física como en los tiempos más duros del conflicto irlandés, se llegó a un complejo que mantiene Irlanda del Norte dentro del mercado único de la UE y implica controles aduaneros marítimos de los productos que provienen de Inglaterra, Gales y Escocia.
El ejecutivo comunitario ya había activado la vía legal contra el Reino Unido en marzo de 2021, porque el gobierno de Johnson retrasó intencionadamente la aplicación de los controles aduaneros. No cumplir con el protocolo supone violar el derecho internacional y, en su peor derivada, la suspensión absoluta del acuerdo, advierte constantemente Bruselas. Sin embargo, el miedo a contribuir a cualquier posible desestabilización de los frágiles acuerdos de Viernes Santo empujan la Unión Europea a actuar con prudencia y paciencia por lo que Bruselas accedió a ciertas reclamaciones británicas y propuso reducir hasta un 80% la burocracia en los controles.
Pero entre partygates y la crisis económica, la situación política de Boris Johnson es cada vez más compleja. En mayo, los partidarios del acuerdo con la UE ganaron en Irlanda del Norte y, por primera vez en un siglo, los nacionalistas del Sinn Féin ganaron las elecciones. Los unionistas, pues, perdieron la hegemonía y presionan a Johnson más que nunca para que rompa el protocolo. En la capital belga, los británicos argumentan que no intentan anular el acuerdo sino reformarlo, pero a la práctica incluye disposiciones que permitirían a cualquier ministro tumbar cualquier aspecto del protocolo.
Bruselas había congelado las acciones legales en beneficio de la negociación y el diálogo después de la escalada de hace un año, pero ahora vuelve a poner la amenaza sobre la mesa y avisa que puede haber otro nuevo proceso de infracción.
Una guerra comercial
A ojos de la Comisión Europea, éste es un nuevo paso "unilateral" que "daña" la confianza mutua en un contexto de constantes desafíos de Londres a un acuerdo que costó meses. Johnson hace meses que argumenta que el Protocolo de Irlanda no funciona para el Reino Unido e intenta reescribirlo. Pero para Bruselas, el acuerdo es imposible de renegociar. "No es realista", ha sentenciado Sefcovic.
En realidad, este es un proceso de poco recorrido porque una de las fuentes de conflicto es el papel del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) como árbitro, un rol que el Reino Unido quiere eliminar. Por eso, el mayor temor es que, aunque la nueva ley no entre en vigor hasta dentro de un año, el incumplimiento del protocolo desate una guerra comercial entre el Reino Unido y la UE, es decir una guerra arancelaria como la que Donald Trump desató también contra la Unión.
Justamente Sefcovic ha recordado que este protocolo era la base para un futuro acuerdo de asociación y que las acciones de Londres no ayudan a generar la confianza necesaria para conseguirlo sino todo lo contrario.