
Por una vez, Paul Krugman parece coincidir con los responsables de las grandes corporaciones. El ganador del Premio Nobel de Economía en 2008 ha cuestionado la nueva tendencia de subida de tipos de la Reserva Federal, alegando que no hay evidencias empíricas de que una inflación al 2% - la cifra referencia para los grandes bancos centrales - sea más favorable para la economía que una superior como el 4%.
En su artículo dominical para The New York Times, Krugman cuestiona que se tome ese 2% como el objetivo de inflación sobre el que decidir la política monetaria porque la Historia no apoya que sea necesario para mantener una economía próspera, y se pregunta: "¿Cuánto estamos preparados a pagar para volver al 2%?".
Krugman recuerda que en la segunda mitad de la década de 1980 EEUU se enfrentaba a inflaciones notablemente superiores y la Reserva Federal "se sentía cómoda" porque "solo se situaba en torno al 4%" y no se veía como un problema en la opinión pública porque el país crecía a buen ritmo.
En este sentido, el Nobel subraya que la cifra de referencia actual comenzó a emplearse para que el banco central tuviese margen de maniobra durante una recesión, al tiempo que su exceso no perjudicase al crecimiento.
Los defensores de esta postura "creían que el 2% era suficientemente alto como para que la Fed no tuviera que recortar los tipos de interés hasta cero y descubrir que no era suficiente", pero "se equivocaban", alega. Krugman recuerda la laxa política monetaria desde la crisis financiera, que, tras bajar los tipos al 0%, obligó a la Fed y otros bancos centrales a "buscar otras herramientas para estimular la economía".
Por ello, Krugman infiere que el verdadero motivo de mantener la referencia del 2% "arriesgándose como mínimo a una recesión leve" es por una cuestión de "credibilidad". "Temen que si la relajan con, digamos un 3%, los mercados y el público se preguntarán si acabarán admitiendo un 4%, y luego un 5%, etcétera. Un aspecto tranquilizador del actual aumento de precios es que las expectativas de inflación a más largo plazo se han mantenido "ancladas", por lo que no hay signos de una espiral de precios salariales como en los años 70. Renunciar al objetivo del 2% sería arriesgarse a perder ese ancla".
Además, apunta que la medición habitual de la Fed para valorar el auge de los precios en EEUU, que acometen con el dato de inflación subyacente - que excluye los alimentos y la energía - ha sido "problemática en la era post pandémica" porque ha habido altas fluctuaciones en el coste de otros productos. Por ello, Krugman defiende que se pueden tomar como referencia medidas como la de la Fed de Dallas, que deja fuera los cambios extremos para conseguir una curva de cambios mucho más paulatina y menos afectada por eventos puntuales.