La crisis económica que se cierne sobre China amenaza con tumbar su crecimiento para este año. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recortado su previsión de crecimiento para el país al 4,4%, mientras que otros analistas prevén cifras inferiores al 4%. Los inversores extranjeros se han deshecho de 18.000 millones de dólares en bonos chinos y más de 7.000 millones en acciones sólo en marzo.
El principal escollo que atraviesa la economía china es la crisis del sector inmobiliario, que representa hasta el 29% del PIB. El problema ha resultado ser peor de lo esperado desde la crisis del gigante inmobiliario Evergrande. El contagio se ha extendido y al menos 10 promotores chinos han dejado de pagar su deuda en dólares, provocando el pánico entre los inversores internacionales.
Por otra parte, las medidas enérgicas del presidente Xi Jinping contra el sector tecnológico chino han reducido la capitalización de las 10 mayores empresas tecnológicas de China en más de 2 billones de dólares en el último año. La consecuencia es que estas empresas despiden en estos momentos a miles de trabajadores.
Otro punto de fricción es la guerra en Ucrania. La invasión rusa ha disparado los precios de la energía y de las materias primas también en China, y ha paralizado las cadenas de suministro, que ya se habían visto afectadas por la pandemia. China es el mayor fabricante, exportador y consumidor de energía del mundo.
Por otro lado, Pekín ha vuelto a endurecer sus restricciones por el Covid. Xi Jinping declaró la "victoria" sobre el virus el año pasado. Sin embargo, unos 373 millones de personas en 45 ciudades han estado bajo algún tipo de confinamiento desde finales de abril. Esos lugares representan aproximadamente el 40% de la producción económica total de China, o alrededor de 7,2 billones de dólares de PIB anual.
La combinación de estos problemas es suficiente para que el objetivo de Pekín -que estima un crecimiento del PIB del 5,5% este año- desaparezca.
Para controlar esta situación, China ha puesto en marcha nuevas medidas expansivas económicas. Por ejemplo, en los primeros meses de 2022, los gobiernos locales aceleraron la emisión de bonos de propósito especial (SPB), una importante fuente de financiación para la inversión en infraestructuras. Pekín también prometió más recortes fiscales para las empresas, aplazó los planes para ampliar un programa piloto de impuestos sobre la propiedad y está suavizando gradualmente las restricciones en el mercado inmobiliario. Mientras tanto, los responsables políticos lanzaron medidas de apoyo a varias industrias, incluido el sector de los servicios, para amortiguar el impacto de la pandemia.
El impacto en el crecimiento de las nuevas restricciones en China puede arrastrar al resto de economías. Las últimas previsiones internacionales alertan de este asunto. En sus últimas actualizaciones, el Banco Mundial (BM) pronostica que china crecerá un 5,1%.