Una de las principales advertencias a Reino Unido durante las negociaciones del Brexit fue que un simple acuerdo comercial complicaría de forma extraordinaria el comercio con la UE. Para los sucesivos Gobiernos de Theresa May y Boris Johnson, estas advertencias eran poco menos que un cuento de miedo para asustarles y hacerles ceder en las negociaciones. Pero los datos del primer año tras el Brexit dejan claro que las advertencias eran reales: las relaciones comerciales a ambos lados del Canal de la Mancha han caído con fuerza en 2021, especialmente para las pymes.
Un estudio de UK in a Changing Europe, realizado por investigadores de la University College London, la London School of Economics y la Universidad de Cambridge, publicado este martes, deja claro que la intensidad de los intercambios entre Reino Unido y la UE ha caído con fuerza en el último año, después de alcanzar máximos en los años anteriores al Brexit.
El estudio compara el comercio británico y europeo entre sí y con el resto del mundo, para evitar las distorsiones provocadas por el frenazo obligado por la pandemia de coronavirus. Con esos datos, dice el informe, "no encontramos evidencia de que el Brexit redujera el comercio del Reino Unido con la UE en relación con el resto del mundo antes de la implementación del Acuerdo de Comercio y Cooperación (ACC)", el tratado entre ambas partes que entró en vigor el 1 de enero de 2021 al hacerse efectiva la separación. "Sin embargo, la introducción del ACC resultó en una gran interrupción del comercio entre el Reino Unido y la UE", indican los investigadores.

Uno de los datos más curiosos es que las importaciones del Reino Unido desde la UE fueron el tipo de intercambio más afectado, con un desplome abrupto del 25% al poco de entrar en vigor el acuerdo y que persistió durante 2021. Esa caída se produjo pese a que Reino Unido lleva desde entonces sin introducir todos los controles aduaneros que la propia ley británica impone para las importaciones, y que la UE sí está aplicando en sentido opuesto. Dados los casos de desabastecimiento sufrido por el país durante el año pasado incluso sin controles, poner en marcha todas esas trabas probablemente frenaría aún más las importaciones y volvería a poner en peligro el suministro, por lo que Londres lleva ya más de un año prorrogando indefinidamente su entrada en vigor.
El mayor riesgo a largo plazo, sin embargo, es la caída en las exportaciones. Los datos apuntan a que los principales afectados en este sentido han sido las pymes, que son el eslabón más débil del sector empresarial, y las exportaciones a los países europeos más pequeños, cuyos mercados no son tan rentables.

Thomas Prayer, coautor del artículo y estudiante de doctorado en la Universidad de Cambridge, explicó en declaraciones al Financial Times que "parece que el Reino Unido simplemente dejó de vender muchos productos a los países más pequeños de la UE". La explicación es simple: las empresas más grandes y las que operan en los mayores mercados europeos pueden crear economías de escala que compensen los costes extras provocados por el ACC. Pero las más pequeñas, o las que exporten a lugares como Lituania o Chipre, simplemente no se lo pueden permitir.
La gran duda es si estos efectos serán permanentes o solo un bache mientras ambas partes aprenden a vivir con las nuevas reglas comerciales. Pero las señales dejan claro que, a día de hoy, el lado que advertía de que el Brexit sería un grave error económico parece haber acertado de pleno.