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Economía

Economía nipona termina el año 2006 optimista, pese a la ausencia de Koizumi

Gonzalo Robledo

Tokio, 5 dic (EFECOM).- La expansión económica japonesa de 2006 genera euforia en los mercados, pero suscita dudas sobre la capacidad del nuevo primer ministro, Shinzo Abe, para mantener el ritmo de crecimiento logrado por su antecesor, Junichiro Koizumi.

Abe dirige la segunda economía del mundo desde finales de septiembre pasado, tras haber sido ministro portavoz de Koizumi.

Su padrino político gestó reformas que produjeron la expansión económica de 58 meses anunciada en noviembre, un récord sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial (1939-45).

La mejora económica comenzó en febrero de 2002, casi un año después de la llegada de Koizumi al poder, y eclipsó los 57 meses seguidos de crecimiento del llamado "Boom de Izanagi", entre 1965 y 1970.

La característica destacada de la expansión económica conseguida por Koizumi fue su fuerte componente de inversión empresarial.

En medio de una fuerte competencia mundial, las empresas japonesas gastaron más en plantas y equipos, al tiempo que recortaron salarios, ocasionando una contracción del consumo interno.

La reducción de ingresos y las reestructuraciones empresariales pusieron fin al empleo vitalicio y originaron una polarización de ingresos de la sociedad que persiste, y es, en opinión de muchos analistas, el legado negativo de Koizumi.

En 2006, continuaron los enfrentamientos diplomáticos con China, debido a los desplantes nacionalistas de Koizumi, pero a nivel comercial, Pekín siguió desplazando a Estados Unidos como primer socio de Japón.

Apoyadas por su producción barata en China y el encarecimiento del petróleo, las firmas niponas del motor continuaron a la vanguardia y, al contrario de sus rivales de Detroit, anunciaron incrementos de producción en Norteamérica.

Nissan mantuvo en vilo a los mercados, al anunciar una posible alianza tripartita entre el fabricante nipón, su socio francés Renault y la estadounidense General Motors.

Finalmente, no hubo acuerdo, y Nissan termina el año pendiente de reactivar beneficios netos por operaciones, que en el primer semestre cayeron un 15 por ciento.

Que los productos japoneses ya no son lo que fueron, lo confirmaron marcas como Toyota, afectadas por masivas retiradas de productos con defectos de fabricación.

Sony, el gigante de la electrónica que subyugó una generación con su Walkman y actualmente lucha por equiparar el atractivo y las ventas del iPod de Apple, sumó a la pérdida de hegemonía una cadena de costosos problemas de manufactura.

La retirada de unos 9,6 millones de baterías de litio vendidas a los principales fabricantes de ordenadores mundiales, contribuyeron al descenso del 94 por ciento en los beneficios de Sony entre julio y septiembre, según datos del diario Nihon Keizai.

Otra causa de las pérdidas de ese período fue el retraso del lanzamiento de la consola PlayStation3, debido a la incapacidad de producir componentes suficientes para el producto estrella de su gama de productos.

La medida económica con más impacto mediático fue la supresión de los tipos de interés casi nulos del Banco de Japón, que en julio subieron al 0,25 por ciento.

El aumento respondió a la estabilidad de los precios al consumidor y al final de la crisis de la banca, que hace innecesarios los auxilios estatales al sector financiero.

Mientras Abe mantiene un perfil bajo y evita las declaraciones sobre economía, el gobernador del banco emisor, Toshihiko Fukui, vaticina que los buenos resultados del sector corporativo se transmitirán a los hogares.

Y aunque el indicador bursátil Nikkei se mantiene al final del año en niveles semejantes a los de enero, la euforia contagia a muchos analistas, que vaticinan otros dos años de expansión. EFECOM

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