
De cara a la Cop26, la cumbre internacional sobre el cambio climático que se celebrará en Glasgow en noviembre, el Gobierno británico ha empezado a publicar sus propuestas para llegar a las emisiones cero netas. Y el informe más polémico, que el Ministerio de Empresa y Energía ha retirado en menos de una hora tras su publicación, es uno en el que sugería la creación de un impuesto a "la carne más contaminante", especialmente la de ternera, para "animar a la gente a consumir más productos vegetales", en una situación que recuerda mucho a la vivida en España con el ministro Alberto Garzón.
El texto, firmado por la Unidad de Análisis de Comportamiento, un equipo de economistas y antropólogos que estudian formas de incitar a los ciudadanos a adoptar mejores hábitos, se centra en la necesidad de reducir el consumo de la carne que más emisiones provoca, especialmente de ternera y cordero.
En concreto, la propuesta incluiría un impuesto a las grandes empresas, para incentivar el cambio de ingredientes de sus productos, y el incentivo de la carne picada mezclada con vegetales o champiñones, para reducir la carne de ternera necesaria para hacer, por ejemplo, una hamburguesa. Y mantiene la posibilidad de un impuesto generalizado a todos los productos cárnicos de las especies designadas como contaminantes, aunque advierte de que una aplicación "poco sofisticada" podría tener efectos regresivos.
A eso se le suman otras propuestas en este sentido, como que el Gobierno aumente la cantidad de productos vegetales y sustitutos de la carne que se dan en los lugares públicos, como colegios, hospitales o prisiones. Y, en otro sector también importante, propone desincentivar los viajes de negocios en avión ("ser un viajero frecuente debería ser un motivo de vergüenza, no de orgullo") y animar a los ciudadanos a irse de vacaciones dentro del país en vez de volar al extranjero.
Al retirar el texto, el Gobierno de Boris Johnson alegó que estas medidas eran solo "parte de las opiniones y análisis considerados" para diseñar su estrategia contra el cambio climático, pero que "no tenemos intención de dictar el comportamiento ciudadano de esa forma".
Impuesto al gas
El plan que sí presentó incluye otras medidas también polémicas. La principal, aumentar los impuestos al gas y reducir los de la electricidad, para animar a los ciudadanos a cambiar sus calderas de gas por bombas de calor eléctricas. Y otro documento revela que el Gobierno presionará a los bancos para que reduzcan las hipotecas para comprar viviendas que no sean eficientes, y centrar los préstamos en las que tengan un menor consumo energético.
En el apartado fiscal, el Tesoro británico ha advertido que la reducción de los impuestos a la electricidad y la drástica caída de combustibles contaminantes producirá un agujero en las cuentas públicas. Sin los impuestos a, por ejemplo, la gasolina de los coches, el Tesoro verá caer sus ingresos en el equivalente al 2% del PIB en 2050. Una situación que, advierten, empeorará la situación fiscal del país, ya que también esperan que los gastos en sanidad o pensiones supongan un 5% del PIB adicional en comparación con hoy en día. La vida sin las emisiones descontroladas de CO2 apunta a ser tan compleja para los Gobiernos como para los ciudadanos.