Quien fuera gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, comentó hace años que se hace campaña en verso, pero se gobierna en prosa. Los discursos de las grandes ocasiones rebosan lírica, como el que pasa revista al estado de la UE desde 2010 cada septiembre. Sin embargo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no llegó esta mañana al pleno del Parlamento Europeo cargada de grandes anuncios y frases redondas para regar los oídos de los eurodiputados en la sala, y de los europeos más allá del hemiciclo.
No es su estilo. Tampoco le hacía falta. Porque, por una vez, el discurso que abre el curso político comunitario no se levantó sobre una lista de promesas, sino que se centró en sacar pecho por los resultados logrados. Unos galones que la alemana mostró con más orgullo porque se consiguieron durante la crisis más seria que la UE ha sufrido en sus siete décadas de historia.
Tal y como adelantó elEconomista este martes, la primera mujer en presidir la Comisión Europea se felicitó por el éxito conseguido con la estrategia de vacunación europea, basada sobre todo en la compra conjunta de dosis que asumió su institución. Resaltó los resultados facilitados por el certificado covid que ha ayudado a recuperar la movilidad desde este verano. Y comparó la buena recuperación que Europa está experimentando en comparación con la pasada crisis, gracias en parte a los instrumentos armados por el Ejecutivo comunitario, sobre todo por el fondo de recuperación de 800.000 millones de euros.
"Cuando miro hacia atrás el pasado año, si miro el estado de la Unión hoy, veo un alma fuerte en todo lo que hacemos", resumió. Al lidiar con la pandemia más grave en un siglo, y la mayor crisis en décadas, o al afrontar el desafío planetario del cambio climático, "lo hicimos juntos como Comisión, como Parlamento, como 27 Estados miembros". "Como una sola Europa, y podemos estar orgullosos de ello", resaltó.
Pero no todo han sido aciertos, unidad y un camino de rosas para Von der Leyen durante los pasados doce meses. Su gestión de las tensiones con AstraZeneca fue cuestionada por diplomáticos, aunque la culpa fuera del laboratorio. Cometió serios errores en la lucha contra la pandemia, por ejemplo cuando casi dinamitó la paz en Irlanda recuperando controles fronterizos para evitar el tránsito de vacunas hacia Irlanda del Norte. También fue muy criticada dentro de su propia institución por acelerar el masivo paquete climático, sin consolidar el consenso entre los comisarios, o calibrar bien el impacto social de las medias para reducir las emisiones. Y la 'bunkerización' de su presidencialismo, bien representado por el diminuto apartamento en el que vive junto a su despacho en el propio edificio de la Comisión, augura nuevas turbulencias, como advierten dentro y fuera del Ejecutivo comunitario.
Von der Leyen sabe que encara una segunda mitad de mandato muy complicada, sobre todo porque tiene que conseguir resultados en verdaderos campos de minas. Son viejas batallas, como la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, o sacar adelante un pacto migratorio para Europa. También nuevos desafíos políticamente muy sensibles, como equilibrar la reducción de las emisiones en el sector energético o del transporte con el coste para el bolsillo de los ciudadanos. Serios quebraderos de cabeza de puertas adentro, como los problemas que plantean al Estado de Derecho los gobiernos de Hungría y Polonia. O las dificultades que tiene la UE para proyectar su poder e influencia más allá de sus fronteras.
Este es uno de los puntos débiles no solo de la Unión, sino también en la hoja de resultados de Von der Leyen, quien prometió una Comisión geopolítica al principio de su mandato en 2019. Una necesidad aún más visible tras la impotencia mostrada por los europeos tras la precipitada retirada de EEUU de Afganistán. Y más estratégica si cabe con el ascenso vertiginoso de China y su pulso con Washington, un choque que dará forma a las relaciones económicas, las tensiones internacionales y la competencia tecnológica de las próximas décadas.
Von der Leyen se preguntó por qué la UE no ha mostrado su músculo militar, su poder e influencia en el pasado con más determinación. "Lo que nos ha frenado hasta ahora no es solo un déficit de capacidad, es la falta de voluntad política", opinó.
Por eso, mencionó la idea de crear un "Centro Conjunto de Conocimiento Situacional" para compartir la información e inteligencia de Bruselas y las capitales para actuar en futuras crisis en el exterior. También mencionó una nueva política de ciberdefensa, e incluso la idea de eliminar el IVA cuando se compre equipamiento y armamento militar europeo para facilitar la introperabilidad.
En el capítulo de propuestas, Von der Leyen también dejó ideas en otros frentes, como dedicar el próximo año a la juventud. Propuso ALMA, una nueva iniciativa para las nuevas generaciones para facilitarles una experiencia laboral en otro Estado miembro.
Von der Leyen también prometió una propuesta para prohibir en el mercado interior la venta de productos resultado de explotación laboral. Y nuevas herramientas legislativas para combatir la violencia contra las mujeres y contra los periodistas.
Sin embargo, Von der Leyen pasó de puntillas por el bloque económico, sobre todo al tocar la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Se trata de un punto crucial que tensará la discusión entre los 27 gobiernos los próximos meses, y que determinará la velocidad con la que los Estados miembros sanearán sus cuentas. Es decir, los ajustes que tendrán que digerir los ciudadanos para reducir el enorme endeudamiento tras la pandemia.
Más tiempo dedicó la alemana al frente tecnológico, porque "lo digital es la cuestión decisiva". En concreto, anunció que presentará una iniciativa legislativa sobre semiconductores. Usando como ejemplo del sistema de satélites Galileo, Von der Leyen, pidió ser "ambiciosos" de nuevo para convertir a la UE en líder en la industria de microchips, garantizando su autonomía frente a cuellos de botella como los actuales, y cimentando así también su desarrollo futuro en un mundo ya digital.
El hilo conductor de la hora que dedicó la alemana a pasar revista al pasado año fue una "Unión con alma", que Europa ha demostrado en la lucha contra la pandemia y en la recuperación posterior.
Por eso, finalizó con la sorpresa de la presencia en el hemiciclo de la deportista italiana Beatrice Vio. Una invitada de honor como es costumbre en el discurso del Estado de la Unión en Washington para subrayar la idea fuerza del discurso.
"En abril, le dijeron que su vida estaba en peligro. Pasó por una cirugía, se defendió, se recuperó. Y solo 119 días después de salir del hospital, ganó el oro paralímpico. Ella ha logrado todo eso al estar a la altura de su creencia de que, si parece imposible, entonces se puede hacer", dijo Von der Leyen.
Para ella, este es el espíritu de la próxima generación de europeos. La misma que puso nombre a su iniciativa más ambiciosa: el fondo de recuperación (Next Generation EU); pero también la misma que hasta ahora había sido orillada del debate político sobre el tipo de recuperación que debemos armar, y descuidada, a pesar de las heridas que ya ha dejado la pandemia en sus perspectivas futuras.
La energía de Vio sirvió para terminar en alto un discurso que transcurrió en tonos grises, sin grandes anuncios ni frases memorables. Es conocido que Von der Leyen no tiene ni la oratoria ni el magnetismo para levantar la sala o para conectar a través de las pantallas. Este miércoles no le hacía falta. Porque los resultados tienen más densidad que las palabras.